Juliette Binoche, sobre la catedral de Málaga: «¡Hay que creer en Dios para construir algo tan enorme! Quiero visitarla»

En el pase matutino con los periodistas, la actriz ha desplegado su encanto y su firmeza para reflexionar sobre su carrera y el momento que vive el cine. No, no hablaba por hablar Binoche, que ha dejado un buen ramillete de titulares, lejos del autobombo y siempre en guardia con su espíritu crítico. Alérgica a mirar al pasado -salvo para no caer en el mismo error- y consciente de que las películas y las series «viven un movimiento de ascenso de las mujeres» por la presencia delante y detrás de las cámaras, la inquieta cineasta está montando un documental dirigido por su hermana, Marion Stalens, sobre la danza y está encantada con ir a trabajar sin tener que pasar por maquillaje. «Tenía ganas de jugar y está siendo una experiencia única», ha dicho la intérprete, que ha apostillado al ser preguntada sobre si le tienta la realización: «Si los guiones siguen siendo tan malos como los que vemos hoy, voy a tener que dirigir».

Una idea futura -la de dirigir- más que una realidad cercana para una actriz que ha mostrado su absoluto compromiso con su profesión y su carrera que, desde el Oscar, alterna proyectos personales, como 'Herida' y 'Copia certificada', con 'blockbusters', como 'Godzilla'. Cine de culto, de autor y de riesgo junto a popular y taquillero. «Tenemos que elegir bien los personajes, porque como actores tenemos la responsabilidad del artista ya que nuestro trabajo tiene la suerte de cambiar vidas», ha confesado Binoche, que ha asegurado no mirar al pasado y elegir los proyectos que «emocionan al espectador».

En este sentido, su profesión tiene también algo de sanación para el público. «Es una terapia porque transmitimos el alma humana, el pensamiento y el corazón para que otros se reconozcan; por eso digo que es terapéutico», ha señalado la comprometida diva, que ha añadido que «los artistas tienen la suerte de cambiar las vidas». Un deber que no es exclusivo de los actores y los creadores, sino que también se extiende al espectador, que a su juicio está lejos de ser una masa impersonal. «El público también tiene una responsabilidad a la hora de elegir una u otra película. No se trata de acumular, sino elegir bien la obra que me va a conmover», ha argumentado la ganadora del premio honorífico del Festival de Cine Francés que, mientras lo decía, no dejaba de escuchar a los reporteros apuntar y tirar con sus cámaras, por lo que les ha preguntado: «¿Y qué vais a hacer con tantas fotos?».

La actriz ha recordado que estuvo de paso en Málaga cuando rodó en Granada 'Alice y Martin' (1998), a las órdenes de André Téchiné, y que ahora quería conocer la ciudad más de cerca. Ya anoche se dio un paseo «por las callejuelas» del centro que la llevaron desde el «antiguo teatro» Cervantes a un edificio que la sorprendió en calle Císter, la Catedral. «¡Hay que creer realmente en Dios para construir algo tan enorme! Quiero visitarla por dentro», ha exclamado Binoche, sacando su perfil más turista que, irremediablemente en su caso, lleva unido el componente cultural. Un ocio que dejará para el sábado ya que este viernes tiene la agenda copada entre la prensa y la gala inaugural, en la que recibirá además el premio honorífico de manos de una «hermana».

«Estoy muy emocionada porque Ángela Molina, con la que he coincidido en la película 'The Return' -se estrena en diciembre-, ha sido con la que más me he emocionado en el rodaje. Que ella me dé el galardón del festival es como si me reencontrara con una hermana», ha asegurado Binoche que, en lugar de prepararse «un gran discurso» para esta noche en el cine Albéniz, «he decidido improvisar cuando me he enterado que venía Ángela para que sea un momento único y mágico». Una declaración de intenciones que expresaba a la vez que se enteraba que cerca de la sede de la Alianza Francesa se encuentra precisamente el monumento al padre de su compañera de reparto, Antonio Molina, minero del flamenco y la copla.

Ganadora del Oscar, del César, del Globo de Oro, del Bafta, del Goya internacional y de los grandes festivales -de Cannes a San Sebastián-, Juliette Binoche recibe este premio con «honor» porque para un trabajo como el suyo que «no es palpable», el galardón «es una manera de hacerlo tangible». Y llegado a este punto ha sorprendido con una revelación sobre su premio de la Academia de Hollywood por 'El paciente inglés' (1996) y el peligro de «creerse» el mejor con estos reconocimientos.

«Cuando recibí el Oscar no caí en la autocomplacencia porque hacía tres meses que me habían echado de una película, así que fue fácil recibirlo porque había tocado fondo», ha revelado la actriz internacional que ha añadido que, pese a lo que se ve, su profesión está plagada de «luces y sombras». El de Málaga lo recibe con la lección aprendida y «agradecimiento»… y, por fortuna, sin que la hayan echado de otra película.