La primera función
Emilio Palacios, el protagonista de ‘Los héroes del mal’ y ‘1898’, viaja a sus veranos azules en Almuñécar en los que aprendió a estar rodeado de primos y a sacar el actor que llevaba dentro
Francisco Griñán
Viernes, 26 de agosto 2016, 00:41
Para un hijo único, eso de un verano entre primos sonaba a gloria. A diversión, a confidencias, a juegos, a fiestas, a saltos desde las rocas, a helados, a excursiones, a carreras en el agua, a ahogadillas... El actor Emilio Palacios (Málaga, 1992) esperaba cada año las vacaciones dispuesto a hacer el agosto en familia. Su bisabuelo paterno había impuesto la tradición familiar de pasar los calores en Almuñécar. Un mandato que reunía en la costa granadina a toda la familia. En 2001, los padres de Emilio no veranearon, pero mandaron a hijo, de 9 años, a casa de sus tíos Juanma y Angu que no faltaron a la cita estival. Un plan que al joven Emilio entusiasmó, ya que vivió y durmió con los primos de su edad, Juanma y Paloma, y con toda una retahíla de hijos de familiares que cada año los acompañaban. «Mi tío Juanma era de Bilbao y todos los años venían sus hermanos con sus hijos a pasar el verano con él. ¡Su casa era famosa porque estaba llena de niños que no paraban de inventar ni un segundo!», recuerda el intérprete que precisamente jugaba con su primo a encarnar papeles de todo tipo. «¡Vamos!, lo que sigo haciendo ahora para vivir», exclama Palacios desde Guinea, donde ha llevado su pasión actoral un poco más allá al impartir un taller de teatro a otros jóvenes.
Y eso de interpretar se ve que lo llevaba Emilio de serie ya que hace quince años ya lo practicaba de manera espontánea e intuitiva. «Nos gustaba hacer de delincuentes o rebeldes», recuerda el actor que necesitaba poca preparación para meterse en situación: «Con sacarnos las camisetas o ponernos unas gafas de sol oscuras nos bastaba para entrar en el papel con intensidad». Palacios no se quedó sólo en los ensayos, sino que incluso llegó a montar espectáculos con sus primos para mostrar las habilidades aprendidas. «Terminamos reuniendo alguna noche a los mayores en el jardín de la casa para enseñarles nuestros números de teatro y de baile», explica el protagonista de Los héroes del mal con la que ganó en 2015 una mención especial en el Festival de Málaga Cine Español, que añade que aquella primera función y aquel precoz juego de interpretar personajes le «marcó».
Tanto es así que la llamada de la interpretación pudo más que el de la ley. «Mi madre es profesora de Derecho y mi padre es abogado... así que un poco por inercia seguí la saga y con 18 años me fui a la Universidad de Granada a estudiar», explica Emilio Palacios, que apenas necesitó un año para plantarse de nuevo ante sus padres y soltarles su alegato: «Papa, mamá, quiero ser artista». Se marchó a Madrid y un lustro después los cines de la Gran Vía, que miraba como espectador cuando llegó, exhiben ya su nombre y sus películas. Este mismo verano estrenó la cinta coral Rumbos, en la que da vida a un joven rebelde en un deslumbrante descapotable rojo, y el año que viene estrenará la última superproducción del cine español, 1898, en la que da vida a uno de los últimos de Filipinas.
«Más niñas que niños»
Además de por aprender a suplantar vidas ajenas, aquel verano de 2001 dejó también otras huellas vitales en el joven Emilio. «Ahora tengo tres hermanos, pero hasta los doce fui hijo único, por lo que vivir en aquella casa de Almuñecar con mis tíos me encantaba porque estaba siempre rodeado de primos y primas», admite Emilio Palacios que aclara: «Eran más niñas que niños». Un detalle que no ha olvidado con el tiempo.
También guarda imágenes de los sitios y rincones de sus juegos y vivencias. Sobre todo de aquella residencia grande y antigua de sus tíos, del jardín frondoso y asilvestrado y de la bodeguita que les servía de refugio. Fueron las típicas vacaciones de pueblo, del modelo costero que popularizó la serie Verano azul, pero con Almuñecar en lugar de la cercana Nerja. «Íbamos toda la familia a la playa, disfrutábamos de la calle y no nos perdíamos una fiesta», recuerda el actor de la serie B&B, al que tampoco le faltó su particular barco de Chanquete: «Era una barca a motor de mi tío con la que salíamos a bucear, a hacer esquí acuático o simplemente a dar una vuelta».
Todo este verano inolvidable en el pueblo va saliendo en un chat Málaga-Malabo. A la capital de Guinea Ecuatorial llegó Emilio Palacios el pasado mayo para el rodaje de la lujosa producción 1898. Toda una experiencia para el malagueño que confiesa que es el proyecto «más gordo» en el que ha participado. Encarna a uno de los soldados que defendió el sitio de Baler (Filipinas) y comparte cartel con grandes de nuestro cine como Luis Tosar, Eduard Fernández, Karra Elejalde, Javier Gutiérrez o Carlos Hipólito. En el viaje en avión a Malabo, Palacios le pidió prestado un bolígrafo a una pasajera. Y la mujer resultó ser Sese Site, responsable de la asociación África Huna y del proyecto Barbarrio. «Le pregunté si me podía echar un cable para volver en mis vacaciones a conocer más de cerca el país y me propuso lo del taller de interpretación con jóvenes guineanos», explica Emilio que, tras la filmación, volvió a África el pasado 13 de agosto. Y allí sigue. Una experiencia de la que tiene mucho que contar. Aunque para la sección Aquel verano de... tendrá que pasar todavía algún tiempo. Continuará...
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