El artista que se lleva dentro
Impulsa un proyecto con la Casa Natal de Picasso y el Hospital Regional para mejorar la vida de las personas con enfermedades mentales a través del arte
Hablan con pasión del arte y de la ayuda a otros, que realmente es el destino de una disciplina que en este sentido está lejos ... del elitismo. Al menos para la unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Hospital Regional Universitario de Málaga y la Casa Natal de Picasso. 'Arte Terapia' comienza en 2013 como un juego al que la Fundación 'La Caixa' da un impulso para afianzar sus primeros pasos.
Para asentar las bases de un proyecto con vocación social, bajo el 'Programa de Diversidad e Integración' se pusieron en marcha actividades con personas mayores, pequeños y familias en riesgo de exclusión social con el fin de mejorar su calidad de vida mediante el arte: tres horas de sesión con cada grupo, con Picasso, Van Gogh o Frida Khalo como referentes artísticos para expresar lo que uno lleva dentro y que a veces no se atreve a formular con palabras.
Y como el cambio forma parte de sus vidas, a partir de 2016 estos talleres comenzaron a ser más intensos y a extenderse en el tiempo, viendo que los resultados eran más que positivos en aquellas personas que recibían el arte como una transformación. Un proyecto, en su momento piloto, al que titularon 'Picasso. Ventana Abierta', sirvió a los expertos de de la unidad de Salud Mental del Hospital Regional para cerciorarse de algo que ya venían aplicando en la recuperación de muchas personas diagnosticadas con Trastorno Mental Grave (TMG): el arte es sanador. Así lo comenta María Trinidad Campos, enfermera de este área, quien apoya desde un principio estas terapias de la mano de la Casa Natal y Rosa López, responsable de mediación del museo. Este proyecto, que aún sigue funcionando, aunque adaptado a la pandemia, se compone de 10 personas con una edad similar (rondando los 40) y no ingresados en el centro sanitario.
Desde un primer momento su objetivo era claro y aún siguen luchando por que la sociedad se conciencie de la realidad de las personas con enfermedades mentales: reducir el estigma hacia ellos y cambiar su vida de forma paulatina para mejorarla desde una raíz psicosocial, con fines de integración social y, por supuesto, con el arte como bandera para ser libres de expresar, sentir y emocionarse. «Esta actividad es transversal y queremos mostrar que todo el mundo sufre situaciones estresantes en sus vidas y son capaces de superarlas. Ponemos como ejemplo a Picasso, más allá del artista o el genio, como una persona que también sufrió y pasó por penurias económicas y personales, pero que encuentra en la pintura, o en la escritura, la mejor forma de expresar sus pensamientos o emociones», relata López sobre el proyecto. Para Trinidad Campos esto es realmente positivo y «una actividad transversal», para que los mismos usuarios vean que la expresión mediante la pintura es positiva para ellos: «Desde un primer momento les explicamos por qué están aquí y así ir descubriéndoles un mecanismo que está alejado de su vida cotidiana, como es estar en un museo», apunta Trinidad Campos, quien añade que para que un paciente con alguna enfermedad mental mejore necesita que «las cuatro patas de su mesa» estén estables. Y una de ellas, precisamente, son las terapias, muchas relacionadas con el arte o la música.
Diferentes cuando se van
En este sentido, estas profesionales explican que las personas que acuden a esas 15 sesiones de 'Picasso. Ventana Abierta' no son las mismas cuando llegan que cuando se van. Por un lado, relatan que cambian sus hábitos cotidianos, también evoluciona todo lo relacionado con sus «necesidades básicas de higiene, alimentación e incluso sus relaciones interpersonales». Por otro, ayuda a que se comuniquen mejor, con sus compañeros y sus profesionales de referencia, y «así no se encuentran solos y no se aíslan».
Uno de los aspectos más positivos de estos talleres es la parte final: una exposición con sus obras de arte, creadas durante todo el proceso, que consigue, definitivamente, integrar al colectivo en el día a día de los museos y, sobre todo, en la sociedad: «Todo esto es un halo de esperanza para ellos, porque ven que sí, que se pueden recuperar. Eso a nosotros nos facilita mucho el trabajo, porque en los talleres expresan cuestiones que dentro de su zona de confort, en el ámbito hospitalario, no hacen», apunta Campos con ilusión.
En total, más de 1.000 personas han participado en este proyecto con raíz social, sonrisas que se irán sumando a la presencialidad de antaño a partir de este otoño. Además, prevén expandirlo: en vez de tres, seis meses sería lo ideal para seguir reforzando una actividad que cambia vidas.
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