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Carlos Zamarriego
Lunes, 25 de noviembre 2024, 00:23
Bajo la batuta del maestro Giuseppe Finzi, la ópera más popular de Giacomo Puccini finalizó este domingo su estancia en Málaga en la segunda propuesta ... de la Temporada Lírica del Teatro Cervantes. 'Madama Butterfly', la tragedia más 'mainstream' de la ópera, revoloteó por Málaga en su versión más apocalíptica. La producción escénica de Emilio López hace una analogía entre la bomba atómica que devastó Nagasaki y la destrucción personal de la geisha que se inmola esperando a su marido americano.
Estrenada por primera vez, en su versión definitiva, en 1907, aún se ve más pavorosa a los ojos actuales. El teniente de marina Pinkerton compra a Cio-Cio-San con intención de abandonarla una vez la use sexualmente. Una práctica basada en una ley japonesa de principios del siglo XX que permitía a los oficiales americanos realizar matrimonios temporales, y que no está lejos del turismo sexual que motiva el viaje de muchos occidentales a Asia en la actualidad. Un caso real basó un cuento de J.L. Long en 1898 que, a su vez, David Belasco dramatizó para el teatro. De esa base surge la ópera de Puccini, que responde muy bien a la tradición del verismo italiano al que suelen encuadrar al maestro: el retrato naturalista, crudo, realista y violento de un conflicto. Que una partitura tan bonita retrate una situación tan cruel es parte del éxito atemporal de este drama que tuvo al público malagueño sin respiración durante sus tres actos.
La espectacular escenografía de Manuel Zuriaga llegó, no sin dificultades debido al trágico temporal del 29 de octubre, desde el Palau de les Arts de Valencia. Junto a los visuales de Miguel Bosch, consiguió que el cielo de Japón invadiera en todas sus tonalidades el Teatro Cervantes como si estuviéramos en un western crepuscular. Un ambiente muy cinematográficamente adecuado para un compositor que destaca por acentuar los movimientos más dramáticos con efectos y recursos anticipatorios que el oído moderno reconoce en las actuales bandas sonoras.
La soprano Claudia Pavone puso faz y voz; calidez y firmeza; interpretación e instinto; al anhelo y sufrimiento de Butterfly. Su trabajo fue recompensado con un aplauso rotundo tras la conmovedora aria 'Un bel dì vedremo' a principio del segundo acto. El público también irrumpió conmovido por la delicada coreografía de la bailarina Fátima Sanlés.
Tras el desgarrador final, con cierto preciosismo gore a lo 'Kill Bill', el patio de butacas se puso unánimemente en pie al aparecer, además de Pavone, el barítono Zeljko Lucic, que interpretó al cónsul Sharpless, y el tenor valenciano Antonio Gandía, que tuvo en sus manos a Pinkerton. La nota curiosa fue el estreno de un coro profesional, previa contratación exprés, que ha sustituido por primera vez y tras 36 años ligados al Teatro Cervantes al Coro de Ópera de Málaga.
El acople de las voces de todo el reparto con la Orquesta Filarmónica de Málaga no acusó la perdida de dos días de ensayo por las fuertes lluvias y que sacó a la luz, en palabras de Finzi, «el amor que la gente pone en la ópera». El único amor que puede triunfar en 'Madama Butterfly'.
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