Una y todas las afueras
Cruce de vías ·
Dmitry Lookianov viaja por la geografía rusa en pos de documentar las afueras delas ciudades. Sus melancólicas imágenes adquieren una dimensión socio-políticajuan francisco rueda
Sábado, 27 de julio 2019, 00:20
Dmitry Lookianov (Krasnodar, Rusia, 1983) recorrió durante un lustro 40 ciudades de un país tan extenso, cambiante y diverso como es Rusia. La casi veintena ... de imágenes que conforman el grueso de esta exposición es el resultado de esa deriva metropolitana, que el fotógrafo ruso desarrolló entre 2012 y 2017. Un incesante peregrinaje que, sin embargo, parece que no le hizo abandonar un mismo lugar. Y es que, Lookianov encuentra un arquetipo de espacio urbano, el de las afueras de la ciudad, que, como arquetipo, repite algunas de sus características al margen de las muy distintas localizaciones.
Esos escenarios comparten un 'aire': construcciones anodinas, en algunos casos vetustas; profusión de descampados; cierto abandono que niega lo pulcro; un ritmo lento de la vida, escasamente vívido; el carácter residencial y solitario de los conjuntos, sin apenas comercios en sus calles y sin el movimiento que éste genera, otorga un ambiente metafísico, de cierto vacío; así como una condición prácticamente identitaria a las afueras, la de limen o frontera, la de ser un espacio fronterizo entre lo urbano y la naturaleza, entre lo construido y aquello expedito, lo impreciso o la tierra de nadie. A todas estas características, se les une un innegable espíritu y señas que vinculan estas imágenes a Rusia (algunos tipos populares, los coches, el alfabeto cirílico, vestigios del pasado, monumentos militares de claro porte soviético). Precisamente, un artista tan trascendental como Ilya Kabakov señaló cómo la sociedad rusa parece vivir aislada, cómo cada hogar es una isla en cada bloque y cada bloque es una isla en el barrio y así sucesivamente.
Sobre espacios como éstos cayó erróneamente la consideración de «no-lugar», figura que debemos al antropólogo francés Marc Augé y que nació para hablar de aquellos ámbitos de transitoriedad con los que –y en los que- difícilmente se puede establecer un vínculo emocional (autopistas, centros comerciales, aeropuertos, habitaciones de hotel, etc.). El descampado, las afueras, las calles de los barrios del extrarradio fueron tildados en muchas ocasiones como tal, como 'no-lugares'. Sin embargo, en ellas se origina una identidad y son muchos los ciudadanos del mundo que establecen con ellos una relación emocional. De hecho, estas imágenes desatan la melancolía.
A la melancolía se le puede unir otra sensación, en este caso 'conflictiva', como es la nostalgia. Muchas de esas vistas detonan lo vivencial y la memoria, pudiéndonos transportar a la experiencia de crecer y formarse en el espacio compartido de la calle o del barrio. Ha de valorarse cuánto de esto se debe a esa mirada de Lookianov, a su hipótesis de que todas las afueras se parecen y a su modo, además de ser fruto de un viaje, de generar este magma fotográfico, suma de numerosas imágenes marcadas por una neutralidad que se torna revelación. Tal vez, Lookianov realiza un doble viaje, el literal y aquel que le lleva a sus recuerdos, al pasado. La nostalgia aflora al observar los restos del pasado soviético, los vestigios e incluso la presencia de la ruina, que, sin duda, viene a hacer más intensa esa tristeza, silencio e incomunicación que se aprecian. Comprendemos que estas imágenes puedan generar una sensación conflictiva en un país que se afana en las últimas décadas por proyectarse nuevamente grande y poderoso, moderno y en progreso. Estas vistas de Lookianov nos ponen ante pormenores de las ciudades rusas en las que aún se respira el pasado, cargándose éstas de una capacidad de cuestionamiento socio-político.
Inequívocas construcciones
En un escenario de inequívocas construcciones soviéticas, al modo de los 'plattenbauten' (el 'plattenbau' es un edificio de fácil y rápida construcción con elementos prefabricados) que se construyeron en la Alemania del Este, se abre paso una franquicia de Burger King, con su cartel de 24 horas abierto. 24 horas, horario de un capitalismo en vela, día y noche, algo que ha aprendido el gigante euroasiático, el cual ha abrazado con verdadera fruición los aspectos más salvajes de la doctrina. Además, no lo olvidemos, Lookianov registra las afueras, el extrarradio. Ningún rincón queda fuera del radar de la promesa de felicidad que supone el capitalismo. Cómo no dejarse seducir por ella y olvidar el espartano 'modus vivendi' comunista, cualquier precio a pagar se vislumbra como asumible.
'Intrinsic Journey'
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Autor: Dmitry Lookianov.
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La exposición. 17 fotografías en color de mediano y gran tamaño que recogen vistas de las afueras de distintas ciudades rusas. Junto a éstas, grueso y núcleo de la exposición, otras 10 de pequeño tamaño se exponen en una vitrina.
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Lugar. Colección del Museo Ruso. Edificio de Tabacalera. Avenida Sor Teresa Prat, 15, Málaga
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Fecha. Hasta el 8 de septiembre.
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Horario. De martes a domingo, de 9.30 a 20.00 horas.
Esa imagen resume algunas de las paradojas de la Rusia de las últimas décadas. No es más ilustrativa que las demás pero sí, desde ese modo de mirar tan frío como corrosivo que posee Lookianov, es más crítica, mordaz con esa historia reciente. Hay algo en ella que, aunque exista una distancia considerable en tono, formalización y 'modus operandi', genera cierto recuerdo de la fotografía de Sergey Bratkov. Justamente, en la edición de 2009 de PHotoEspaña, en el Canal de Isabel II, se programó una apabullante exposición del artista ucraniano. Bratkov ha conseguido atender, desde el retrato, a diferencia de Lookianov, que lo hace desde el paisaje urbano, no sólo al incesante cambio político y social que se estaba dando en la URSS durante el proceso de fragmentación, también en cómo se asumía el derrumbe de los modelos y símbolos del pasado, del extinto régimen comunista.
No deja de ser irónico, gracias a las imágenes de Lookianov, ver toda esa imaginería del consumismo en medio de ese escenario inequívocamente soviético. Irónico por cuanto hubo artistas desde los sesenta que, dentro del amplio cajón de sastre que fue un posicionamiento artístico como el inconformismo o no-conformismo, desarrollaron el Sots Art, una versión ácida del Pop Art. El gesto de emplear un lenguaje anglosajón, específicamente norteamericano en los años de la Guerra Fría, ya suponía un acto de contestación al régimen totalitario, que, en cualquier caso, había rebajado su represión tras la muerte en 1953 de Stalin, aunque seguía escribiendo páginas negras. No sólo aquellos artistas emplearon un vocabulario 'del enemigo', sino que vinieron a desmontar la imaginería propagandística, maniquea y de exaltación al líder y las supuestas glorias del comunismo.
El Pop anglosajón se apropió de los 'mass media' (cine, televisión, cartelería, publicidad, cómic), cuya imaginería es profundamente diversa y entregada al consumo. Como muy oportunamente señala Boris Groys al relacionar Pop Art y Sots Art, los medios de masas en la URSS estaban controlados por el poder y difundían las pautas de conducta que el Estado esperaba de sus súbditos, a los cuales les inoculaba esos modelos. La otrora sospechosa y enemiga iconografía, la del universo del consumo norteamericano, campa a sus anchas en los escenarios rusos. Sus logotipos e imagotipos son la bandera que acredita que han tomado posesión del lugar.
También la 'bandera' de PHotoEspaña, el principal festival fotográfico español, ondea, con esta exposición, por primera vez en Málaga. Lo hace gracias a la colaboración de la Fundación Ankaria, institución que, entre otras actividades culturales, viene organizando visionados de fotografía en otros países, como Rusia. Precisamente, en uno de ellos se seleccionó a Lookianov, a su viaje por las afueras rusas, para que realizase este otro viaje en forma de exposición y que lo trae a nuestro país.
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