Alfredo Taján: «La poesía es mi religión; la palabra revelada»

Frente a su anterior título, la antología Nueva usura, cuya selección de piezas realizó Luis Alberto de Cuenca, este nuevo poemario es una suerte de autorretrato literario que, como reconoce Alfredo Taján en declaraciones a SUR, rescata la esencia de su «filosofía». «Es un libro completamente subjetivo, porque es el autor el que elige sus mejores poemas que no tiene que coincidir con sus antólogos», señala el autor que, frente a los repasos cronológicos, ha optado por una selección de obras que definen su producción lírica. «Aquí están los poemas que me han tocado la cabeza...», señala Taján que, tras una breve pausa, añade: «...y el corazón».

Escritor todoterreno, este argentino que ha hecho de Málaga su espacio geográfico y literario confiesa que la narrativa la da una «expansión muy grande», mientras que la poesía se revela en sus páginas «lentamente». Diferentes ritmos para géneros dispares. Y avanza que para finales de verano última un libro de relatos, ya que no publica ficción desde la novela Pez Espada (2011). Aunque no quiere adelantarse a los acontecimientos y perderse con historias secundarias, por lo que retoma rápidamente el hilo argumental de la poesía y las 25 obras que lo definen como autor.

Un inédito

«Hay poemas desde mis inicios, pero sobre todo los que considero nucleares en mi labor poética», explica Taján en su papel de antólogo de sí mismo. El creador del desaparecido Instituto Municipal del Libro ha seleccionado obras tempranas como La Traición de Erasmo con su homenaje a la disidencia, o de reciente producción como Nueva usura, su voz contra la ideología que mata a los autores y que se inspiraba en la figura de su admirado Ezra Pound.

El poemario, que lleva por título Alfredo Taján, incluye también un poema inédito, Té y naranjas, en el que el escritor de Noche dálmata y Lento declinar de las especies rinde homenaje a otros de sus autores predilectos, Jean Cocteau, a partir de la anécdota que contó de su visita a la casa de Picasso, en cuyo ascensor fue atacado por un ángel. «En realidad había tomado algo e iba enajenado, pero aquel ángel ya le acompañó toda su vida», explica Taján que recupera ese espíritu alado para hablarnos del tiempo, el espacio y la muerte.

Pero el escritor descubre que este poema no es tanto el final de su nueva antología, como el principio de un nuevo proyecto. «Voy a empezar un libro en el que el germen es Te y naranjas, a partir del cual escribiré 18 versiones de ese poema», adelanta Alfredo Taján, que no puede vivir sin la religión de los versos. Aunque los escriba lentamente y esperando su revelación. «Porque prefiero la exactitud y el silencio, a la repetición», sentencia.