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'Aída'.

¿Son tan malas las series españolas?

Directores, guionistas, programadores, profesores, críticos. confiesan sus impresiones sobre la ficción televisiva española

MIGUEL ÁNGEL OESTE

Domingo, 30 de octubre 2016, 01:46

A pesar de que son modelos de producción diferentes y para muchos resulta miope compararlos, que tire la primera piedra quien no ha comparado alguna vez las series españolas con las americanas. Tal vez no sea un debate, ni siquiera una pregunta que se deba responder. Sin embargo, se percibe la sensación contradictoria o no de por qué las series españolas no alcanzan el nivel de calidad que se les atribuye a las americanas. El caso es que de una u otra manera, parece que el fenómeno de las series de televisión nutren la conversación global de esta sociedad hiperreferencial, conectada en la representación de modelos ficticios. Por eso, le hemos preguntado a directores, guionistas, programadores, profesores, críticos. que nos confiesen sus impresiones sobre la ficción televisiva española y que nos dieran tres títulos de series españolas destacables. Por supuesto, no pretende ser un canon ni nada por el estilo, simplemente porque supone una aproximación a un fenómeno en crecimiento y revisión constante. Además de la inexistencia de un canon para las series españolas.

Las cuestiones que surgen alrededor de las series españolas pueden resultar incómodas: ¿Se prioriza a cualquier precio el éxito de llegar a una amplia audiencia? ¿Entran en los planes de la mayoría de las teleseries españolas el riesgo y la innovación? ¿Conectan con el público pese a que no reflejen la realidad? ¿Son productos que repiten fórmulas y estructuras? O las cuestiones pueden ser otras: ¿Es lícito confrontar modelos que no tienen nada que ver se mire como se mire? ¿No sería más justo compararse con la ficción europea? ¿Qué sentido tiene comparar series dirigidas a audiencias generalistas como las españolas con las series dirigidas a audiencias concretas y minoritarias como las de cable norteamericanas?

'Los Soprano' versus 'Aída'

Una cosa parece clara: las series españolas cuentan con el favor del público. Solo hay que echar un vistazo a las audiencias de un serie reciente como 'El príncipe' si se la compara con otra norteamericana que también tiene éxito, como la franquicia de 'CSI'. O cuando se estrenó en abierto 'Los Soprano', como un producto de calidad, con una estupenda promoción, sus audiencias fueron mínimas y además fueron descendiendo paulatinamente. Más aún si se la compara con una serie de la época como era 'Aída'. Entonces, ¿cuál es el problema? Productos como 'Mad Men' o 'The Wire' no están concebidos para audiencias generalistas. Seguramente. Es algo que también ocurre en Estados Unidos, donde no gozaron de grandes audiencias, pero que daban distinción y prestigio al canal. Este es un punto relevante, aunque no el único. Otro, es que parece que las series en España comenzaron con las cadenas privadas. Si la sociedad carece de memoria, la tele y los televidentes son una proyección de ese mal social. ¿Quién se acuerda de fenómenos como 'Verano azul' a principios de los ochenta? ¿O de la modernidad de 'Anillos de oro' (Pedro Masó, 1983) en la España posfranquista, la serie de abogados matrimonialistas que trataba temas como la homosexualidad o el adulterio y que hablaba del divorcio cuando nadie lo hacía? ¿O de la decadencia de ese torero interpretado por Paco Rabal en 'Juncal'(Jaime de Armiñán, 1989)? A lo mejor no es lo mismo decir que uno ve 'Ray Donovan' que 'Mar de plástico'. De la misma forma no es lo mismo ver 'The Night Of' que 'Hawai 5.0', o 'Crematorio' que 'Lo que se avecina'. Pero si antes se hacía 'Periodistas' y ahora 'B&B', algo también ha cambiado. Y no precisamente para mejor. Al menos la sensación que queda es que antes se arriesgaba más. No creo que nadie puede negar la gracia y el espíritu rompedor dentro de la España que era a 'Historias para no dormir' de Chicho Ibáñez Serrador a finales de los sesenta. Habrá que esperar a las primeras series de Movistar, que parecen prometedoras, entre ellas 'La peste', dirigida por Alberto Rodríguez (ganador del Goya por 'La isla mínima'), un thriller de época que empieza a rodarse a principios de 2017.

Entonces, ¿qué sucede?

Parece evidente que para la mayoría de los entrevistados las series americanas y las españolas no tienen nada que ver, empezando por el presupuesto y terminando por el público al que van dirigidas. En esta línea se expresa David Trueba (creador de '¿Qué fue de Jorge Sanz?', una serie fresca que innovó en su momento, producida por Canal +, es decir, un canal de pago): «creo que tiene que ver con la diferencia entre los canales de pago americanos y la tele española generalista que siempre ha perseguido la popularidad y el éxito mayoritario y nunca la búsqueda del riesgo, el filo, la complejidad que ha sido la cualidad principal de las series de los canales de suscriptores americanos. Es más una cuestión de mercado, lo que ha provocado el abandono de esa línea en España.» En términos similares se pronuncia Santi Amodeo (otro director de cine que también dirigió capítulos de series como 'Hispania'): «Las series americanas no necesitan grandes cifras de audiencia, ya que venden al mundo entero y con un poco de aquí y otro poco de allá les vale. Eso les permite hacer mejores productos, más cuidados, ajustados y elaborados. Y además al vender para un mercado gigantesco, trabajan con mayores presupuestos. Llegar a todos es un problema, porque el «todos los públicos» acaba obligándote a un producto muy blanco, a menudo insustancial. Y las series españolas en su mayoría solo trabajan con esa idea de «todos los públicos». La industria espera la anunciada estrategia de Movistar con las series (¿y el cine?). Si lo que anuncian y lo que realmente ocurre va en consonancia, el nivel de las series puede subir mucho, porque estaríamos hablando de un mercado de casi quinientos millones de espectadores. «Aunque mucha gente no termina de enterarse, nuestro petróleo es el idioma.»

¿Acortar distancias o desmarcarse?

Miguel Salvat, Director de Contenidos Premium de Movistar, considera que las comparaciones pueden ser peligrosas «o por lo menos llevar a equivocación». Porque como advierte: «Son dos industrias radicalmente diferentes, no sólo por historia, también por tamaño y recursos. Tampoco creo que las series españolas deban aspirar a ser como las americanas en absoluto. Como en otros países en Europa, ahora cada vez se escribe y produce más y mejor, y también se comunica mejor. En este sentido, se está acortando las distancias entre nuestro país y otras industrias». Quizá el modelo en el que mirarse sea el europeo, como afirma Concepción Cascajosa Virino, Profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid, que piensa que: «Nuestro referente deben ser las series europeas, cuyo modelo es el que aspiramos a reproducir. Las mejores series europeas están al nivel de las mejores de EE UU, y es a eso a lo que deberíamos aspirar.» Pero también advierte: «Para ello, debería haber una apuesta más decidida por parte de la televisión pública, que debe hacer series más arriesgadas. Si prácticamente todo lo que se ve en la pública podría estar en una privada, es que algo va mal, y es por eso que Televisión Española ha fracaso en su obligación de dinamizar la ficción española. En todo caso, debe haber más riesgo creativo, y también tratar más temas de relevancia social, que es algo que a veces da miedo a las cadenas.»

Confiar en el público

En los últimos años, sin embargo, series como 'Crematorio', '¿Qué fue de Jorge Sanz?' y 'El Ministerio del Tiempo' han resultado, cada una a su modo, originales. Aunque eso sí, las dos primeras, producidas por Canal +, serían las homónimas del cable americano. Quizá uno de los problemas de las series españolas es que las productoras no confían en que el público de calidad español sea tan amplio como para rentabilizar series del perfil que se le adecua a las norteamericanas de calidad. Tal vez la clave sea lo que el periodista y director Luis Alegre dice con sensatez: «Las series norteamericanas ya han pasado a la historia. Son muy buenas porque buscan al público de calidad de todo el mundo, que es suficientemente amplio como para hacer rentables las enormes inversiones que suponen en guionistas, directores, producción etc.» Por su parte, el escritor Ignacio Martínez de Pisón saca otro tema que poco a poco parece desterrado. Para él «se trata del tradicional desdén que los cineastas españoles han sentido hacia la televisión. Ahora el género ha quedado ennoblecido por las excelentes series que se hacen en Estados Unidos pero también en otros países que tienen una industria cinematográfica con una potencia similar o inferior a la española.» De hecho, para dignificar las series, se recurrió a directores de cine como Steven Soderbergh, Spike Lee o Gus Van Sant, entre otros muchos, que han contribuido a prestigiar el medio. A la inversa, al conseguir el medio esa ascendencia, los directores también asumen la dirección de las series porque les confiere reputación. Es algo que también se ha reflejado en España. Fran G. Matute, crítico cultural, afirma que si bien guarda buen recuerdo de series del pasado como 'Verano azul', 'Anillos de oro', 'Turno de oficio', 'Brigada Central' o 'El mundo de Juan Lobón', en la actualidad no ve ninguna serie española. «Creo que porque aquí ya no hay ni ideas ni una cultura televisiva propia. Todas las series que te he señalado antes se produjeron en España entre los años 80 y 90, y creo que eran producciones muy dignas, incluso en comparación con las norteamericanas. No hacen falta grandes medios, hace falta gente con talento», señala, y continúa: «Siempre he pensado que en España se podría hacer una serie como 'Tremé' (David Simon, 2010-2013), solo que ambientada en Cádiz en lugar de en Nueva Orleáns. Se podría hacer un documento con la misma intensidad, con el mismo trasfondo socio-económico, respetando además la jovialidad del lugar, porque la importancia del carnaval es la misma en ambas ciudades y la paupérrima situación económica y laboral del lugar es similar. Hay un puerto de primer orden, y una costa bañada por la droga y por el drama de la inmigración desde Marruecos.» En el sentido contrario se expresa la guionista de 'Centro Médico' Isa Sánchez: «Dinero, tiempo y decisiones. Sería necesario invertir en las fases fundamentales de la producción de una serie y revertir (o subvertir, según nos pongamos) otras tantas facetas. Pero, ¿por qué van a invertir o revertir nada si la cosa les funciona?»

La guionista, hablando con un amigo que trabaja en ficción televisiva desde hace décadas, le comentó que le extrañaba que no se probara a hacer algunas cosas diferentes y él le contestó que lo raro era que se hicieran algunas cosas diferentes, cuando estaba más que demostrado lo que funcionaba. La cuestión entonces sería ¿funciona para quién o quiénes? También Sánchez se pregunta «si sería interesante o no intentar captar a ese público de series americanas, si podríamos hacerlo y si lo conseguiríamos. Yo, por mi experiencia y por la soltura, formación y control de los mecanismos que le visto a mis compañeros guionistas, le diría que por falta de profesionales no sería.»

Solo por la indudable relevancia social de las series, tanto en el tiempo que se les dedica a verlas y hablar sobre ellas, o por la manera que están modificando su relación con el espectador y cómo influyen en los comportamientos sociales, etcétera, parece que merecería la pena intentar ir más allá, lanzarse a la búsqueda de esa relevancia que si constatan ciertas series españolas actuales como 'Crematorio' o 'El Ministerio del Tiempo', o evidentes saltos creativos del pasado como los de 'La cabina' o 'Historias para no dormir'.

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