Farruquito: «El flamenco no se aprende viendo vídeos de Youtube»
El bailaor reúne a su familia esta noche sobre el escenario de Fuengirola. «A ellos les debo el estar ahí siempre», declara. Y la saga continúa con el pequeño Juan
Regina Sotorrío
Viernes, 19 de agosto 2016, 00:46
«Papá, ¿cuando me toca a mí?», se escucha de fondo. «Es mi hijo, sabe que estamos ensayando en casa y quiere bailar él también», ... explica Farruquito al teléfono. Juan el Moreno, como le apodan en honor a su abuelo, tiene solo 4 años pero ya se marca un zapateao que encoge el corazón (búsquenlo en Youtube), con un sentimiento que solo se explica en quien ha mamado el arte jondo desde la cuna. Cuando se entera de que hay actuación cerca de Sevilla, donde viven, Juan «se prepara la maleta con su ropa y sus cosas para bailar», como uno más de la troupe. Que luego salga a las tablas o no, siempre es «una incógnita». «Es un niño, así que baila cuando quiere. Aunque lo raro es que no quiera», asegura entre risas su padre.
La saga continúa, un clan unido por la sangre y por el flamenco. Hoy Farruquito & Familia vuelven a demostrar que de casta le viene al galgo en el Marenostrum Castle Park de Fuengirola. Con él estarán sus hermanos Farruco y El Carpeta, y sus primos El Polito, El Barullo y África Fernández.
«A mi familia le debo el estar ahí siempre, el darme un punto de vista sincero aunque a veces no guste escucharlo y el motivarme para que me supere», declara Juan Manuel Fernández Montoya, que recibió la alternativa de su abuelo Farruco. Pero él huye de comparaciones: «Trataré de ser yo siempre con mis virtudes y mis defectos». Tampoco es amigo de las modas, ni de los «bailaores en serie». «Si quiero hacer un mueble artesano, lo primero no es lucir las herramientas que tengo. Lo importante es que cuando vean el mueble sea algo bonito, que se note la artesanía. La técnica es súper importante para expresar el sentimiento, pero no se puede perjudicar al sentimiento por mostrar la técnica», sentencia.
Mantiene, por eso, que el flamenco se aprende estando en contacto directo con el arte jondo. «Hoy día creen que Youtube es suficiente, pero esto no se aprende viendo vídeos y encerrándose en el cuarto a repetirlos».
Con la autoridad que le da llamarse Farruquito, lamenta las «injusticias» de la profesión. Por un lado, la «confusión» que genera el que algunos «piensen que evolucionar es mezclar el flamenco con muchas danzas». «La confusión viene cuando no te cuentan la historia desde el primer capítulo», apunta. De nada sirve, argumenta, que le vean bailar a él «sin estudiar a aquellos de los que yo aprendía, sin conocer sus historias, sus biografías. Esto es una forma de expresión, no es una habilidad como el fútbol, tiene que ver con la sensibilidad».
Pero hay otra «injusticia» que le duele más, que le toca más de cerca. «No puede ser que el último que llega de fuera sea la moda y no se tenga en cuenta a los maestros de aquí», critica. Se queja de la política que siguen muchas programaciones de festivales flamencos, donde explica se priman las propuestas que aúnan diferentes disciplinas frente las que apuestan por el baile, el cante y el toque. «Entonces, al final, un festival de solera y prestigio no está soportado por ningún pilar del flamenco. Los incluyen como complemento», detalla. Insiste en que no lo dice por él su nombre no falta en las agendas de los teatros, «pero eso le hace daño al flamenco y al final me hace daño a mí».
Y pone ejemplos. «Con mi madre La Farruca no cuentan, una maestra con una solera que tiene mucho que enseñar. Mi hermano Farru fue el bailaor de Paco de Lucía sus tres últimos años y hablaba de él que se le llenaba la boca. Y ahora viene aquí y no tiene ni un día en la Bienal, en el Lope de Vega o elMaestranza;pero el último violinista que llega de Francia sí tiene sitio. ¿Por qué?», se pregunta.
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