«Podemos no quiere mejorar la democracia, sino eliminarla»

Llevamos unos días de vértigo, con nuevas detenciones por presunta corrupción y unos sondeos que, parece, dibujan un cambio de ciclo.

No me atrevería a decir que estamos en un fin de ciclo. Más bien las encuestas reflejan una borrachera emotiva, en la cual, la gente, ante casos de corrupción indignantes de partidos que han tocado poder, reacciona de esa forma visceral, anunciando que va a votar a un partido, Podemos, del que no se sabe mucho. También las encuestas dicen que muchos de los que dicen que van a votar a ese movimiento no saben cuál es su programa. Eso da un imagen tremenda de trivialidad, de falta de principios por parte de los españoles.

¿Y le preocupa?

Es preocupante por la imagen que se da de unos españoles que, movidos por la ira, tratan de decir que van a votar a esas opciones, de las cuales no saben casi nada, más allá de unos pocos candidatos y de unos programas de televisión.

Más preocupante puede ser cómo están reaccionando los políticos...

Más graves me parecen declaraciones de gente, incluyendo de la del PP. Como el presiente de Extremadura, José Antonio Monago, que dice que pactaría con Podemos. Este señor que está en un partido liberal conservador, ¿cómo puede decir que pactaría con Podemos? Es como si De Gaulle hubiese dicho que podía gobernar con el Partido Comunista Francés. Demuestran una gran falta de principios y de criterios. Podría dar una multitud de ejemplos. Esto ocurre en España y, precisamente de esa deriva, voy a hablar en la conferencia del jueves.

La reacción de los ciudadanos puede ser comprensible cuando la sensación es que no se pueden votar ideas y formas de gobernar, sólo votar políticos.

Es un voto de castigo, de destrucción no de construcción. Como he dicho, las encuestas lo dicen. Preguntados los que van a votar a Podemos dicen al mismo tiempo no conocen posibles candidatos ni programas, con lo que están diciendo claramente que es un voto de castigo. Creo que es un momento peligrosísimo, porque la gente trata de quedarse, se puede quedar. Tenemos multitud de ejemplos, como el caso de Alemania con los nazis, que podía haber sido algo parecido y después se quedaron. Creo quelos votantes del PSOE y del PP tienen esa reacción emotiva que hay que controlar, porque nos jugamos mucho. Podemos no un movimiento democrático. Eso es claro. Pero a la gente se le engaña con esa especie de señuelo de que todo se puede votar, y estamos en una democracia representativa en la que no hay por qué votar todo. Hemos votado a lo que nos gobiernan y el problema es que hemos elegido mal. Entonces habrá que introducir mecanismos de mejor elección para que la democracia, tal y como la conocemos, exista. Porque no nos olvidemos: Podemos no quieren mejorar la democracia sino cargársela, eliminarla, liquidarla.

¿Y en qué se basa para una sentencia tan rotunda?

En las propuestas, que son claramente utópicas, no son realizables. Se unen los utópicos con los frustrados y con los decepcionados. Los decepcionados se agarran también a una utopía, que es la que presentan esos partidos, que no tienen ningún viso de hacerse realidad porque, entre otras cosas, en el actual orden europeo no se permitiría buena parte de lo que ofrecen. Es un partido desarticulado, utópico, bolivariano, que no entiende la democracia tal como al hemos entendido desde el triunfo del liberalismo.

Compensar los sacrificios

Millones de ciudadanos perdiendo su empleo por la crisis y apretándose el cinturón también en educación, sanidad, cultura y ayudas sociales, mientras veían corrupción y abusos en los partidos, las instituciones, las empresas y la banca. Lo que de verdad sorprende es que no se haya lanzado antes a la calle una gran movilización.

Es admirable que no haya habido una gran movilización o una gran huelga general cuando se ha pedido un enorme sacrificio de la sociedad española que no ha tenido esos desfogues. El Gobierno, más allá de preocuparse de que le cuadren las cuentas, y en eso creo que ha puesto todo su interés, tendría que haberlo puesto también en compensar los sacrificios que ha estado pidiendo a la población haciendo una política social grande. La derecha durante estos años ha demostrado su gran capacidad de mejora de los números y de los balances, pero no ha hecho políticas en el sentido de formación de las convicciones, ni política social, ni política para compensar los sacrificios. Y eso está aflorando ahora.

Ayer mismo, la Audiencia Provincial de Málaga rechazaba suspender el ingreso en prisión de Isabel Pantoja porque hay que restablecer «la confianza de la comunidad» y porque la corrupción política «es uno de los ataque más demoledores a la democracia». Al final, los jueces ¿pondrán las cosas en el sitio que no han sabido o querido los políticos?

Hay un caso, el italiano, en los años 90, que vivió el pulso de los jueces y que supuso un terremoto en el sistema político. En primer lugar, el fraccionamiento y, por fin, la liquidación de la Democracia Cristiana. Y la aparición de Berlusconi. El problema es que Berlusconi no fue la solución. Tengamos en cuenta y cuidémonos de esos caudillos que dicen que están mejor conectados con el pueblo. Me parecen peligrosísimos, porque en el momento que tienen el poder no permiten una rotación, sino que tratan de perpetuarse. Uno de los grandes atentados contra la democracia son estos movimientos populistas.

¿Y por dónde pasa la regeneración?

Por la enseñanza. Hemos tirado la enseñanza durante estos años, la hemos roto entre los dos grandes partidos, cuando debería haber sido objeto del máximo acuerdo para conseguir la excelencia de la educación. Y hemos atentado contra la cultura. Por otro lado, habría que vigilar a los políticos. El Parlamento Europeo, para hacer comisario a Arias Cañete, le sometió a esa serie de exámenes e interrogatorios. Creo que también tendríamos que tener aquí ese cuidado con los políticos. Yo sería partidario de listas abiertas para evitar que bajo las siglas de un partido se cuele gente qu los propios partidos muchas veces no quieren. Y luego habría que hacer una purificación de la democracia, que viene por la purificación de los propios partidos, que se han convertido en maquinarias para acceder al poder y continuar en él. Y también hay que purificar las instituciones.

Y con ese panorama que tenemos, ¿mira al futuro con confianza?

Sí. Este país ha aguantado ese sacrificio enorme de la crisis y está denunciando ahora las maldades y corrupciones de los políticos. También hay que recordar que tiene una larga tradición de firmeza en la defensa de unos valores y una larga tradición de generosidad. Pero la gente tiene que tener un espíritu más crítico.