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Jerónimo Coto, investigador en la UMA, con las muestras que utiliza en su investigación. Mery Carmona
Jerónimo Coto, el joven investigador que lucha contra la pandemia del olivo

Jerónimo Coto, el joven investigador que lucha contra la pandemia del olivo

La Xylella Fastidiosa, una plaga que está adentrándose en el Mediterráneo, es el motivo principal de su proyecto

Mery Carmona

Jueves, 6 de marzo 2025, 11:31

Jerónimo Coto no tenía claro a qué deseaba dedicarse, solo sabe que estaba en el momento idóneo en el sitio idóneo y, sobre todo, que le ofrecieron una oportunidad que a día de hoy sigue pagando con su dedicación. En su proyecto de doctorado se enfoca en una plaga, Xylella Fastidiosa, que lleva años en el Mediterráneo, pero que se propaga tan rápido como lo hizo en algún momento el COVID-19, como él mismo afirma.

«Yo pasé la carrera de forma muy apática, no es que me encantara», comenta con una risa ya que, desde luego, en toda la conversación no se puede apreciar que no estuviese decidido a especializarse. La cantidad de curiosidades que traslada al resto en unos cuantos minutos es envidiable, entre ellas, la llegada de la plaga. Como tal, la Xylella Fastidiosa es una «bacteria patógena de plantas que está amenazando a la producción del olivo».

Jerónimo Coto, investigador en la UMA, en su zona de trabajo frente a microscopio. Mery Carmona

El investigador participa en el proyecto Reach XY, financiado a través de fondos europeos y en una campaña de colaboración internacional. El verdadero problema está en Italia, y Coto ofrece un símil sencillo: «Tenemos una especie de COVID-19 del olivo que durante siete años aproximadamente no hace nada». En esos siete años, como explica Coto, no se aprecian signos exagerados de forma externa. Durante los siguientes dos años, el olivo va poniéndose malo, pero los síntomas para un olivicultor no son más que una caída de hojas, o una caída de rama. El problema llega cuando toda la parcela se contagia y se reduce la producción al 50%, por ejemplo.

La investigación del grupo de Coto va en busca de minimizar los daños, ya que actualmente no se conocen formas para evitar la propagación. Sucede por una mosquita que va de olivo en olivo transmitiendo la bacteria, cuyo efecto, una vez se puede apreciar, es similar a no recibir riego durante un largo periodo de tiempo. El doctorando ofrece un nuevo ejemplo para entenderlo mejor, y es que es una especie de capa que va llenando poco a poco los vasos por los que se nutre el árbol, hasta taponarlos. De forma vulgar y para entenderlo del todo, sería parecido al colesterol bloqueando una arteria.

El caso andaluz

Andalucía posee una riqueza muy amplia de olivicultura, lo que la convierte en el sitio ideal para propagar una plaga como la Xylella Fastidiosa. Él, por su cuenta, está comparando la reacción de los árboles a defenderse de la infección, pero no puede trabajar con la propia bacteria por riesgo biológico. Le concede el mérito sin dudarlo al Instituto de Agricultura Sostenible (IAS), que sí posee las condiciones necesarias en su laboratorio para investigarlo.

El daño es terrible por la forma de intentar minimizarlo que es, al final, realizar una quema controlada de los ejemplares infectados y de los cercanos. Por desgracia, es muy difícil detectarla y confiesa que, aunque un olivicultor pida un análisis de su parcela, es complicado que tenga una respuesta propia. Volviendo al ejemplo del COVID-19, en el olivo habría que hacer una prueba PCR en un lugar exacto (tal y como se hace en la nariz). El contratiempo es que no se conoce el punto exacto. Coto admite que, aún así, se ha avanzado y hay estudios que logran conceder una eficacia alta por elaborar la prueba en distintos puntos.

Su proyecto de doctorado

Por su parte, Coto se centra en la forma en la que el árbol es capaz, o no, de generar una respuesta inmune y defenderse. La Xylella Fastidiosa lleva, aproximadamente, desde 2013 propagándose y él, además de «sacarse el doctorado», espera poder caracterizar la pared celular. «Es el órgano principal, responsable de todas las funciones que hace cualquier célula vegetal», algo que complementa el investigador con la capacidad de las células vegetales de poder cumplir cualquier función.

«Es algo fantástico: como las plantas no pueden levantarse e irse, tienen una batería de herramientas dentro de sí para que todas sus células respondan», y sus palabras son coherentes con su expresión donde, de nuevo, no se logra comprender que no tuviese claro dedicarse a investigar en el campo de la Biología. Coto continúa dedicando sus días a correr contra la Xylella Fastidiosa, y lo hace con la mejor actitud posible para tranquilizar a los agricultores desde la perspectiva científica: «Estoy seguro de que vamos a hacer lo mejor que podamos. Aquí estamos». El investigador termina con una sonrisa humilde y con deseos de ánimo a la olivicultura andaluza.

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