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Camiseta y lema del Erasmus en Málaga: Once boquerón, always boquerón. María Donoso
El viaje Erasmus que cambia vidas y enciende pasiones

El viaje Erasmus que cambia vidas y enciende pasiones

Estudiantes de todo el mundo descubren en Málaga un nuevo hogar y nuevas oportunidades

María Donoso

Sábado, 4 de enero 2025, 19:50

A medida que los aviones aterrizan en el aeropuerto de Málaga, trayendo consigo a estudiantes de todos los rincones de Europa, el bullicio de la terminal es el primer vistazo a lo que será un capítulo transformador para cientos de jóvenes. Michalina Gramza, estudiante de máster, recién llegada de Polonia y en su maleta no solo guarda ropa, sino también sueños de aprendizaje y autodescubrimiento. Como muchos otros estudiantes Erasmus, lo que le espera en Málaga va más allá de las aulas: una inmersión profunda en la cultura, en la lengua y, sobre todo, en la vida misma.

Para muchos, la experiencia comienza con una sacudida: el choque cultural. La primera barrera es el idioma. Sarah Higgs, una estudiante de Erasmus procedente de Canadá, recuerda con claridad el momento en que el inglés desapareció de su vida diaria. «De repente, todo era español, muy rápido. Fue un gran cambio, pero emocionante», comenta con una sonrisa.

Este choque no es solo lingüístico. El estilo de vida andaluz, sus constumbres, su ritmo aparentemente relajado y su vibrante vida nocturna, sorprende a muchos. «El sol aquí es muy diferente», reflexiona Mateusz Szczygiel, estudiante polaco de Medicina. En su ciudad natal, Gdańsk, la luz del día llega más temprano, pero en Málaga el sol parece resistirse a ocultarse. «La temperatura al principio era un reto, pero luego te acostumbras, y ahora no me imagino otra cosa», dice, mientras sonríe recordando esos días iniciales.

Pero la adaptación va más allá del clima. Tobias Dorsch, estudiante procedente de Alemania, señala el desafío del acento andaluz en sus primeros días de clase. «Hablan rápido y se comen las palabras», comenta, recordando con humor sus primeros intentos de conversación con los alumnos de la UMA.

Aprender un idioma desde cero

La mayoría de los estudiantes Erasmus llegan a la UMA con el deseo de mejorar su español, o al menos de sobrevivir en una lengua que no es la suya. Gramza, quien había aprendido español durante tres años en la escuela, pero lo había dejado de lado, encuentra en Málaga la oportunidad perfecta para reconectar con el idioma. «Me enfermé del español, pero ahora estoy mejorando», dice, sonriendo ante el reto.

Otros, como Szczygiel, ven en el español un puente hacia nuevas oportunidades. Ya habla alemán, y aunque consideró el francés, el español sonaba más accesible y vibrante. «Aquí lo estoy aprendiendo de forma orgánica, cada día, es una lección nueva», afirma. Para muchos, las clases formales son solo una parte de su aprendizaje.

Las calles de Málaga, las conversaciones en los bares y las cenas con compañeros se convierten en los verdaderos maestros. ESN Málaga, una organización clave en la integración de los Erasmus, organiza intercambios lingüísticos, noches de tapas y excursiones que no solo facilitan la práctica del idioma, sino también el encuentro con la cultura local.

«Aquí lo estoy aprendiendo de forma orgánica, cada día, es una lección nueva»

Mateusz Szczygiel, estudiante Erasmus procedente de Polonia

Relaciones interculturales que trascienden el tiempo

Pero el Erasmus no se limita a Málaga. Para estudiantes como Noah Kretzschmar, estudiante procedente de Francia, y Dorsch, Málaga es el punto de partida de una odisea europea. «Siempre quise venir a España, pero también viajar por el continente», dice Noah, cuya pasión por la playa lo atrajo a la ciudad, pero cuyo espíritu explorador lo llevará a conocer otros rincones del sur de Europa. Los fines de semana se llenan de escapadas a ciudades cercanas como Granada, Sevilla, e incluso Marruecos. Cada viaje se convierte en una lección, no solo geográfica, sino también personal. Viajar durante Erasmus es descubrir que Europa es un mosaico de culturas, pero también una comunidad unida por el deseo de aprender y compartir.

Más allá del aprendizaje académico y los viajes, lo que más marca a los estudiantes Erasmus son las relaciones que forman. La diversidad es lo que define la experiencia para Kretzschmar, quien resalta cómo Málaga se convierte en un crisol de nacionalidades. «Puedes estar solo, pero en cinco minutos ya conoces a alguien dispuesto a viajar contigo o a acompañarte en el trayecto en metro hacia la universidad».

Estudiantes de Francia y Alemania unidos por las actividades para Erasmus. María Donoso

Gramza, por su parte, valora las conexiones que ha hecho. A sus 25 años, ve en esta etapa de su vida una oportunidad simbólica de abrir un nuevo capítulo, uno lleno de amistades que sabe que durarán mucho más allá de su estancia en España. «No tengo tanta nostalgia, porque sé que tengo el apoyo de mi gente en casa, y también el de las nuevas personas que he conocido aquí en la UMA», reflexiona. Tobias también valora esta mezcla de culturas, en la que ha podido mejorar su español mientras hace amigos locales y de otros países. «Es una mezcla de todo: la gente, el mar, la comida. Es una experiencia que lo cambia todo», comenta.

A medida que el tiempo avanza, los aviones que trajeron a estos Erasmus a Málaga, se preparan para despegar, llevando a algunos de estos estudiantes de regreso a casa. Pero todavía les queda mucho tiempo para disfrutar de esta experiencia que al igual que la UMA, muchas otras universidades brindan a estudiantes de todo el mundo. El Erasmus en Málaga es el inicio de algo más grande: una vida donde las fronteras ya no dividen, sino que unen.

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