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Adri Revilla
Martes, 20 de mayo 2025, 19:07
«A veces hay muchos pequeños municipios que no se conocen, pero tienen una calidad de vida impresionante». Isabel María Abad, vicerrectora adjunta de Estudiantes y Empleabilidad, lo tiene claro. Por eso, y por muchas otras razones, nace el proyecto Campus Rural, una iniciativa impulsada por el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico junto a la Universidad de Málaga. Se trata de un programa que busca el «reequilibrio territorial incentivando la llegada de capital humano a los espacios más despoblados». Una oportunidad «que no puedes dejar escapar», tal y como describe Susana Cabrera, vicerrectora de Estudiantes y Empleabilidad.
Uno de los mayores retos del proyecto fue «convencer a los pequeños municipios». Desde el Vicerrectorado explican que, al principio, lo más complicado era encontrar lugares dispuestos a acoger a los estudiantes. Sin embargo, ahora «todos se presentan al concurso para poder ser elegidos» y recibir a un mayor número de universitarios que realicen sus prácticas en sus empresas.
Esta es la cuarta edición del proyecto, por el que ya han pasado más de 47 estudiantes. Este año participan 15 universitarios con ganas de desarrollar sus prácticas en un pequeño municipio de Málaga. Aunque está abierto a todas las carreras, son las empresas quienes tienen la última palabra, ya que son ellas las que ofertan las prácticas. Según los resultados de ediciones anteriores, la rama de conocimiento más común es la de Ciencias Sociales. Asimismo, el sector de la administración pública y defensa es el que más demanda actividades para los estudiantes.
Una forma «muy original» de disfrutar de tus prácticas profesionales: fuera de tu zona de confort, lejos del bullicio de la gran ciudad. Las profesionales coinciden en que una de las principales barreras para los jóvenes es el desconocimiento. «Creo que se desconoce lo que nos vamos a encontrar en estos lugares», afirma Cabrera, que también menciona el factor del miedo. Ante esta situación, Abad invita a todos los estudiantes a «volar», a «picotear todas las oportunidades disponibles». Si no lo hacen ahora, ¿cuándo será el momento de hacerlo?», recalca la profesional.
Sin embargo, hay quienes no temen al cambio y se lanzan a esta experiencia. Una de ellas es María Guerrero, exestudiante de Periodismo en la UMA. Retrocedemos a 2023, su último año de carrera. Tras regresar de un «increíble» Erasmus en Turquía, decidió reflexionar sobre qué hacer en su etapa final, su «último baile». «Tenía claro que quería realizar prácticas», cuenta. Paralelamente, las profesionales del programa equiparan la experiencia de Campus Rural con la de Erasmus. «Todos los estudiantes deben pasar por un periodo de desarrollo, no solo académico, también vital», afirman.
Debido al ajetreo del último año, María decidió mover sus prácticas al verano. Ante la escasa oferta en medios de comunicación, comenzó a buscar alternativas. Así descubrió Campus Rural. Reconoce que al principio no sabía nada sobre el programa: «No tenía ni idea de cómo era la experiencia, ni siquiera de qué trataba». Aun así, decidió probar. Su destino fue Cuevas del Becerro, un pequeño municipio donde agradece el aprendizaje y se muestra muy satisfecha de haber trabajado «desde el pueblo para el pueblo».
Tal vez «estamos en el 'chip' de urbanita y todos queremos estar en grandes ciudades, pero no sabemos lo felices que viven en pequeñas zonas rurales», como confiesa Abad. «¿O tenemos miedo al cambio, a salir de la zona de confort?», plantea Cabrera. Campus Rural quiere romper con esos miedos y ofrecer a los estudiantes una experiencia vital que transforme su visión del entorno.
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