«Cuando pensábamos que todo estaba en calma, el viento empezó a avivar el fuego y se extendió rápidamente»
Testimonios de los desalojados en el incendio de Benalmádena dejan claro que las llamas se extendieron con gran virulencia; una madrugada caótica en las urbanizaciones que fueron cercadas por las llamas
La explosión de color del amanecer en Benalmádena, que tiñó este jueves el firmamento de un espectacular tono bermellón y añil, les pilló a Melisa ... y Andrés en duermevela, tratando de descansar, sobre colchones en la cancha del pabellón principal del Polideportivo de Benalmádena Pueblo, un lugar donde se suele jugar al baloncesto.
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Menos mal, podía haber sido peor su suerte. De madrugada ya les despertó una combinación de rojos y azules, pero no eran señal del nuevo día, eran de las llamas que les rodeaban mientras estaban tranquilamente en su cuarto, en una vivienda en las inmediaciones de la Carretera del Sol, que baja del casco urbano benalmadense hasta el Mediterráneo.
A esta pareja los desalojaron a toda prisa y los pusieron a salvo en las instalaciones municipales, donde han permanecido hasta las 8.30 horas, aproximadamente, cuando no había riesgo de que les alcanzara el incendio declarado en el entorno de las urbanizaciones de Torremuelle.
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Un policía local les ha preguntado si contaban con medio de transporte para volver a su domicilio y, al no disponer de vehículo, los ha llevado en el coche patrulla. «Me tocaron en el puerta y me dijeron que se estaba encendiendo la casa; el fuego estaba a 15 metros», relata Melisa, todavía desorientada, «shokeada», en sus palabras, tras un susto que, como apostilla, «comenzó sobre las una y media de la noche».
«Nos levantamos, nos sabíamos lo que estaba sucediendo, estábamos en ropas cortas y tuvimos que salir corriendo», asegura, mientras acurruca a su mascota, que esconde bajo la sudadera; las primeras horas de la mañana son frescas.
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Sobre lo ocurrido, describe: «Los chicos de la casa en la que estamos echaron agua en el lugar que parecía el origen y, cuando pensábamos que todo estaba en calma, el viento empezó a avivar el fuego y se extendió rápidamente».
«Se quedó muy cerca de la casa y de la vía del tren», relata Sebastian, llegado hace un par de días de Alemania para disfrutar de unas vacaciones en la Costa del Sol, un descanso que ha comenzado con una mala experiencia.
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«Las llamas crecieron rápidamente», sostiene, mientras arranca el coche en el que hay, contándolo a él, 7 personas, los miembros del grupo que, con lo puesto, tuvo que refugiarse en el recinto deportivo. Eran las 2.40 horas, precisa. Con mal cuerpo, todavía no sabe si adelantará el regreso a su país.
Raul Oslé, presidente de la urbanización Pueblo Doña Pepa explica, sobre las áreas comunes del residencial, como indica, «bastante perjudicadas por las llamas», que veía venir lo que ha ocurrido: «Llevamos tiempo denunciado; años, con este equipo de Gobierno y con el anterior también, el mal estado del arroyo El Lagar, con las cañas y la maleza que tiene acumuladas. Teníamos la preocupación de que sucediera esto y al final ha sido así».
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Deja claro que, de no tomarse medidas, puede volver a prender en cualquier momento la vegetación seca, en la que ellos no pueden intervenir, por ser un cauce público, y que, además, el problema no es solo en verano, con los fuegos. «En invierno, esto se puede taponar y causar una inundación», advierte.
Según el Ayuntamiento, han sido 90 los desalojados, de los que 79 han ido al Hotel Benalma y 11 al pabellón de deportes. También ha colaborado ante la emergencia el complejo turístico Holiday World, cercano al lugar donde se ha declarado el fuego, que ha preparado un tentempié para los equipos de movilizados ante la alarma, decenas de personas que, como las que han tenido que abandonar la tranquilidad de su cama, han pasado mala noche.
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