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Casi todo el mundo en Benalmádena ha oído hablar de la Cueva del Toro, pero son muy pocos los que la conocen de verdad. Desde ... hace décadas es habitual entre los adolescentes hacer una escapada al monte Calamorro para entrar en la cueva. Durante mucho tiempo la entrada estaba abierta y sin control y más de uno se llevó un buen susto en forma de accidente en una cavidad sin ningún tipo de acondicionamiento o iluminación. Ahora está vallada, pero siguen entrando igual. Más allá de eso, la Cueva del Toro ha sido hasta ahora la gran desconocida.
Descubierta de manera casual en 1969 por un vecino, fueron los investigadores Manuel Giménez y Javier Fortea quienes dieron algunas pistas de su valor en los años 70 con la publicación de un estudio donde documentaron algunas de las pinturas que alberga esta cueva, entre ellas, trazos, puntos y el conocido como bóvido acéfalo que da nombre a la cavidad. En aquel momento esas pinturas fueron fechadas en el Solutrense Inferior, es decir, hace unos 21.000 años. Ese estudio fue clave porque sirvió para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima figura de protección patrimonial de este país.
A partir de aquel momento la cueva cayó prácticamente en el olvido y así ha estado durante medio siglo. Fue en 2021 cuando esa situación dio un giro. De la mano del investigador Hugo Mira, que conocía la cueva, llegó a ella Diego Salvador Fernández, investigador vinculado a la Universidad de Cádiz, aunque ahora está en la Universidad Complutense y «desde el primer momento me di cuenta del potencial de investigación que tenía», explica Fernández.
Se gestó así una investigación, que comenzó en 2022 dirigida por Diego Fernández y que de momento continúa. Esta investigación se enmarca dentro de un proyecto internacional de estudio del arte rupestre llamado 'First Art', que ha conseguido reunir a una docena de científicos de alto nivel internacional en Benalmádena. Dicha investigación pretende, entre otras muchas cosas, «aplicar la ciencia del siglo XXI» al conocimiento de la cueva, según explica el director.
«Dentro del equipo de investigadores cuentan con especialistas del Instituto Politécnico de Portugal y de la Universidad de Nanjing (China) para la toma de muestras de calcita para uranio torio, que se llevan a la universidad china, donde se están analizando», explica por su parte la arqueóloga municipal y directora del Centro de Exposiciones de Benalmádena, Itziar Merino. Esos análisis arrojarán luz sobre la fecha exacta en la que se realizaron las pinturas.
También se están haciendo análisis de ADN con la colaboración del Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), «un espacio puntero en su trabajo sobre el ADN mitocondrial de los neandertales, llegando a reconstruir no sólo el ADN del neandertal, sino que encontraron vínculos entre su genoma y el del ser humano moderno, valiéndole a su investigador principal el premio Nobel de Medicina de 2022», recuerda Merino.
«Esos análisis nos permitirán saber si quienes hicieron esas pinturas eran neandertales, sapiens, hombres o mujeres, si eran rubios o más bien morenos o si su piel era clara u oscura», detalla Diego Fernández.
Y todo esto viene porque los investigadores manejan una hipótesis, que se basa en que las pinturas que alberga la cueva pueden ser mucho más antiguas de lo que se pensó en los años 70 cuando la tecnología al servicio del arte prácticamente no existía. «La Cueva del Toro está muy cerca de núcleos donde tenemos arte neandertal comprobado, como Ardales, y con un repertorio artístico muy parecido a lo que hemos encontrado aquí», afirma el director de la investigación.
Por tanto, si se confirma la hipótesis, quedaría demostrado que el sur de la península ibérica, y entre otras cuevas, la Cueva del Toro de Benalmádena, «suponen uno de los últimos reductos del neandertal», incide la arqueóloga municipal.
Fernández adelanta que los primeros resultados que están recibiendo de las muestras de uranio torio que han tomado en la cueva están confirmando ya esas primeras hipótesis, aunque aún serán necesarios varios meses más para tener resultados más concluyentes.
Igualmente esta investigación permitirá documentar una por una todas las pinturas de la Cueva del Toro, que quedarán así recogidas para la posteridad y que se darán también a conocer en una guía divulgativa porque el tercer objetivo de todo este proyecto es poner en valor y dar a conocer este patrimonio.
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