La joven degollada por su hermano en Fuengirola fue a su casa a verlo para evitar que se suicidara

Los agentes que llevan el caso han desandado los últimos pasos de la fallecida, Erika P. J. O., para elaborar una reconstrucción del crimen, ya que no cuentan con la versión del presunto autor, que se acogió a su derecho a no declarar en comisaría. Eso sí, reconoció los hechos de forma espontánea a los policías que lo detuvieron, según fuentes cercanas al caso.

La joven solía ir casi a diario a ver a su hermano, que reside en el 1ºF de un edificio situado en el número 84 del paseo marítimo de Fuengirola, a la altura de Los Boliches. Vivía solo debido a una orden de alejamiento por presuntos malos tratos hacia su madre, prohibición que, según las fuentes, habría quebrantado.

Erika lo visitaba para comprobar que estaba bien y, de paso, le hacía algunos recados. Pero el motivo que el lunes la llevó al domicilio fue otro. Según la investigación, su hermano le había manifestado su intención de suicidarse.

Al parecer, dicen los vecinos, ambos solían discutir. La hipótesis que manejan los investigadores es que el lunes se produjo una disputa entre ambos y, en el transcurso de la misma, el joven supuestamente degolló a su hermana.

El novio de la chica, extrañado por su tardanza, decidió llamar a su cuñado para saber si se encontraba con él. «Sí está aquí, pero está mal», le respondió. La pareja de Erika se desplazó a la vivienda y llamó con insistencia a la puerta, pero nadie le abría.

Limpió el piso

La sala del 091 de la Policía Nacional recibió una llamada a las 9.15 horas. Las patrullas que acudieron al domicilio encontraron el cadáver de la joven en uno de los dormitorios. Apenas había manchas de sangre en el piso. Todo apunta a que el presunto homicida las había limpiado.

Los investigadores sospechan que el crimen no se produjo en esa habitación, sino en el cuarto de baño, y que el sospechoso trasladó el cadáver hasta el dormitorio. El joven fue detenido y conducido directamente a los calabozos de la comisaría fuengiroleña, donde, al cierre de esta edición, seguía a la espera de ser puesto a disposición de la autoridad judicial.

Aunque los vecinos especulaban con un posible trastorno psíquico y aseguraban incluso que estaba en tratamiento, fuentes próximas a la investigación confirmaron que no tiene diagnosticada enfermedad mental alguna.