Ciencia malagueña al servicio del desarrollo agrícola en Bolivia para hacer frente al cambio climático
El investigador de la estación experimental del CSIC La Mayora en Algarrobo Iñaki Hormaza, especialista en frutas subtropicales, participa en un proyecto para mejorar los cultivos de melocotón del país sudamericano, afectados por las heladas en primavera, con la ONG Ayuda en Acción
Iñaki Hormaza lleva más de tres décadas investigando plantas. A sus 57 años, este vasco de San Sebastián, doctor en Biología Vegetal por la Universidad ... de California y profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), es el jefe del departamento de Fruticultura Subtropical del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM) La Mayora, con sedes en Algarrobo y la capital malagueña, a donde llegó hace 21 años.
Durante su carrera profesional ha estado implicado en numerosos proyectos de investigación nacionales e internacionales centrados en el estudio de la diversidad genética, en la caracterización y conservación de germoplasma y en estudios de biología reproductiva en frutales subtropicales y de zonas templadas. Además saca tiempo para dedicarlo a proyectos de cooperación al desarrollo como el que lleva a cabo la ONG Ayuda en Acción en Bolivia.
Hasta el país andino viajó Hormaza el pasado noviembre dentro de un proyecto para mejorar las condiciones del cultivo de melocotón o durazno, como lo llama la población local, un término que también se usa en algunas zonas de la Axarquía. Este árbol frutal, originario de Asia, fue llevado hasta el Nuevo Mundo por Colón en el siglo XV y su cultivo se ha extendido por numerosos países de Sudamérica. En el altiplano boliviano, a 3.500 metros de altitud sobre el nivel del mar, el cambio climático está provocando que las heladas sean cada vez más frecuentes, especialmente en primavera, cuando están los árboles en flor, dando al traste con las cosechas.
«Esto está obligando a numerosa población local, sobre todo a los hombres, a emigrar a otras zonas vecinas, como a Argentina», cuenta Hormaza, quien se muestra «muy ilusionado y orgulloso» del trabajo que están desarrollando con el apoyo de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional y de la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba, en el país andino. «Hemos instalado unos sensores de temperatura en las fincas para nuestros estudios, pero a los agricultores ya les están sirviendo para saber cuándo tienen que encender hogueras para evitar las heladas», cuenta Hormaza.
Nuevas especies
Los trabajos se centran en estudiar las variedades de melocotón que se cultivan y plantear su sustitución por otras más tardías o tempranas, dependiendo de la zona, para evitar las temidas heladas primaverales. Al mismo tiempo, están trabajando en la sustitución de esta especie por otros frutales como perales, manzanos o albaricoques. «Es una zona bastante deprimida, donde la población tiene muy pocos recursos, y si pierden una cosecha no tienen otras alternativas», cuenta el investigador del CSIC en La Mayora.
El proyecto de Ayuda en Acción continuará hasta 2024 y Hormaza tiene previsto volver a viajar este año. «Está siendo una gran experiencia, es un lujo intercambiar experiencias con una población que vive con lo justo, en estos sitios es donde más te das cuenta de los efectos del cambio climático en la agricultura», dice Hormaza, quien no pierde de vista que la sequía que azota a la provincia y a la Axarquía en particular este año es también «un ejemplo más del cambio climático». «Las consecuencias están en todos lados», añade.
De hecho, a su juicio, «el principal reto al que nos enfrentamos es la velocidad de adaptación a los efectos del cambio climático». «Esta adaptación es mucho más lenta que la velocidad de los cambios que se están experimentando en algunas regiones del mundo, especialmente en las regiones más desfavorecidas», considera Hormaza, para quien el apoyo desde la investigación y la innovación «es fundamental para conseguir acelerar ese proceso de adaptación antes de que sea demasiado tarde y los efectos sean irreversibles para las comunidades implicadas». Hace más de una década Hormaza ya participó en un proyecto de mejora del cultivo de chirimoya en Bolivia, Perú y Ecuador.

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