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Iván Mata
Chaves y Griñán, una trayectoria, dos destinos

Chaves y Griñán, una trayectoria, dos destinos

Ambos fueros ministros de Trabajo con Felipe González, presidentes de la Junta de Andalucía y presidentes del PSOE. Amigos de viajar juntos e ir al cine con sus mujeres, el caso ERE los separó y reunió de nuevo. El juicio les señaló dos destinos distintos

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Martes, 19 de noviembre 2019, 08:09

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Manuel Chaves (Ceuta, 1945) y José Antonio Griñán (Madrid, 1946) han cruzado y compartido destinos en sus vidas. Desde ser hijos ambos de militares del franquismo y cursar estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla hasta converger como militantes del PSOE, partido del que los dos han sido presidentes de la ejecutiva federal. Los dos cuentan con una amplia trayectoria política desde el comienzo de la transición, Chaves incluso antes al afiliarse en 1968 al PSOE. Fueron ministros de Trabajo con Felipe González y la amistad política les hizo coincidir en la Junta de Andalucía varias veces. La última cuando Griñán aceptó ser consejero de Economía y Hacienda en 2004. Ya entonces se le señaló como delfín de Chaves, pese a que coincidían en edad. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero llamó a Chaves para nombrarle vicepresidente del Gobierno en 2009, no pareció una sorpresa que Griñán 'heredase' la Presidencia de la Junta.

La transición modélica comenzó a agrietarse por celos como ocurre muchas veces entre reyes y delfines. La bicefalia en principio pactada (Chaves al frente del partido y Griñán en la Junta) no funcionó. Hubo un congreso extraordinario en 2010 y cesión de todo el poder orgánico, disparando la división interna del partido. El estallido del 'caso ERE' en enero de 2011 acabó por romper la amistad de otros tiempos. Tras un viaje de ambos a Marruecos, las diferencias resultaron irreconciliables. Más allá de que Chaves apoyara a Rubalcaba y Griñán a Carme Chacón en 2012, lo que les enemistó fue la estrategia del «caiga quien caiga» acuñado por el Ejecutivo de Griñán ante las primeras noticias de intrusos en los expedientes de regulación de empleo pagados por la Junta. La amistad se rompió y dejaron de viajar e ir al cine juntos con sus respectivas esposas, Antoñita y Mariate. Dos frases en distintos momentos del largo proceso de los ERE describe la forma de medir cada uno los envites. Chaves reaccionó a las primeras investigaciones con que los ERE era algo de «cuatro golfos». Al salir ambos del Tribunal Supremo en 2015, cuando declararon a petición propia como investigados, Griñán manifestó a los periodistas que lo de los ERE «no era un gran plan (para delinquir), pero sí un gran fraude».

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El caso de los ERE volvió a unir sus trayectorias vitales y políticas. Les obligó a renunciar a sus respectivos escaños en junio de 2015, Chaves en el Congreso y Griñán, en el Senado. Les supuso un doble sacrificio y una humillación al exigir Cs sus cabezas para apoyar la investidura de Susana Díaz. Dejaban sus escaños y con ello renunciaban al aforamiento. Otra historia hubiera devenido quizás. El instructor de los ERE en el Tribunal Supremo acusó a Griñán de prevaricación, pero no de malversación, delito que conlleva cárcel, como luego fijó el instructor y fiscales del juzgado sevillano. Chaves y Griñán, como el resto de cargos enviados a juicio en 2016, se dieron de baja en el PSOE como marcan sus estatutos, aunque han seguido ligados a esta formación. La última vez que se les vio juntos fue saliendo de la sede regional de San Vicente con motivo de la citación en el Parlamento en víspera de las elecciones del 10N para comparecer en la comisión de investigación de la Faffe. Solo compareció Chaves, con críticas severas por entender que había sido «manipulado e instrumentalizado» con fines electoralistas.

Poca relación han tenido desde que acabó el juicio el 17 de diciembre de 2018. Hasta entonces, y durante la parte del año que asistieron a la sala de vistas, siempre se les vio sentados juntos, codo con codo, departiendo numerosas veces. Pero al salir de la Audiencia de Sevilla, cada uno tiraba para su lado. La manera diferente de afrontar el proceso tiene mucho que ver con las peticiones de condena. Chaves se enfrentaba a diez años de inhabilitación y Griñán a seis años de cárcel y 30 de inhabilitación. Griñán ha vivido recluido todo este tiempo, arropado por su familia y amigos. Dedicado a sus grandes pasiones como la música y la lectura y destripando su propio 'proceso' a lo Kafka, como demostró en su declaración en la vista oral en tono didáctico. «El crédito no delinque», dijo en su defensa en una de las frases memorables del juicio.

Quienes le conocen admiten que no concibe que alguien como él, de vida austera, inspector de Hacienda por oposición, con un alto sentido del servicio público, que ejerció durante 45 años, haya encontrado como recompensa al final de su carrera política un «calvario» con los ERE, como él mismo se describió a su salida del Supremo. Dos años antes, en agosto de 2013, dimitió como presidente de la Junta para no enturbiar el cargo previendo que la instructora Mercedes Alaya le tenía señalado en la causa. «Muy pocos podrán decir que han dado mayores pruebas de integridad que mi padre, aunque él nunca las cuente», escribió su hijo Manuel en una emotiva carta publicada en su cuenta de Facebook tras la petición de cárcel.

Manuel Chaves ha mantenido una vida más activa. Jubilado también como Griñán y volcado en sus nietos como el otro expresidente, ha seguido frecuentando foros y asistido a conferencias o presentaciones de libros, además de acudir a la biblioteca del Parlamento donde se le ha visto muchas veces. Chaves tiene claro que su legado político y el del PSOE no puede quedar en el nubarrón de los ERE, como manifestó en una entrevista a este periódico antes de ser procesado: «La etapa socialista ha creado muchos hospitales, colegios y carreteras que no pueden quedar tapados por los ERE». Chaves se caracteriza por ser un hombre de partido. En todos los momentos cruciales del PSOE ha estado presente, incluso en la famosa foto de la tortilla junto a Felipe González y Alfonso Guerra. «Me gusta la política, me apasiona», dijo numerosas veces en las entrevistas quien estuvo 19 años al frente de la Junta de Andalucía. Su sentido de Estado le llevó incluso a dar ejemplo asistiendo a la toma de posesión del dirigente del PP Juanma Moreno como presidente el pasado enero, dando con ello normalidad democrática a un cambio político que nunca se había producido en la Junta de Andalucía; con la paradoja de que el PP fue quien ejerce de acusación popular en la macrocausa de los ERE y a diferencia del fiscal llegó a pedirle cárcel.

Manuel Chaves ha sido condenado a 9 años de inhabilitación especial y José Antonio Griñán a 6 años y 2 días de prisión, e inhabilitación absoluta por tiempo de 15 años y dos días.

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