Voluntariado europeo en tiempos de Covid
Cuatro jóvenes de Hungría, Serbia, Jordania y Ucrania realizan su voluntariado en la asociación, dentro de un programa de la UE para promover iniciativas solidarias
Sara Radovic es aficionada al arte, la literatura y la fotografía, algo que Andalucía le enseñó a apreciar con otra perspectiva; esta joven serbia ... de 26 años se enamoró perdidamente de Granada hace dos, cuando vivió la experiencia erasmus en su grado, pero también de Málaga, una ciudad que visitaba a menudo por sus playas y alegría. Ahora, en plena pandemia, ha vuelto para realizar unas prácticas totalmente distintas, con personas que han pasado un tiempo en la cárcel y que ahora necesitan una mano amiga para encauzar su vida.
Como ella, Yuliia Voronina (Ucrania), M.Toth Eszter (Hungría) y Haneen Khattab (de Venezuela y Jordania) también decidieron dejar sus países de origen para embarcarse en una experiencia en Málaga que es muy distinta a como la imaginaron. Y es que la ciudad desde que llegó la pandemia ya no es la misma. Estas cuatro chicas pertenecen al Cuerpo Europeo de Solidaridad, una iniciativa impulsada por la Unión Europea para promover acciones solidarias entre jóvenes de 18 a 30 años, tanto en sus países como fuera de ellos.
De este modo, observando el panorama global a causa de la pandemia, nos preguntamos qué empujó a Yuliia, Eszter, Haneen y Sara a embarcarse en una aventura en la que tenían garantías de vivienda y un trabajo en prácticas en la asociación Arrabal-AID, pero no una situación favorable para conocer y visitar un territorio tan rico en historia y monumentos.
Tan sólo lleva dos meses en Málaga, pero Sara reconoce que desde que llegó vio que la ciudad ya no tiene la alegría de antaño: «Extraño la energía que tiene el Sur, con las calles llenas de gente y vibrantes, pero estoy tratando de ver la vida aquí con otro punto de vista: la ciudad no está llena de turistas, así que veo Málaga un poco mejor, se puede disfrutar, pasear, encontrar sitio en los bares, los restaurantes, en la playa...», destaca esta chica serbia.
Yuliia, sin embargo, tiempo antes de sumergirse en este viaje que tiene como duración máxima un año, estuvo a punto de cancelar la experiencia porque la situación empeoraba justo antes de que viniera. A pesar de ello, sabía que la pandemia estaría «con nosotros durante mucho tiempo», y las ganas pesaban mucho más que el miedo: «Es una oportunidad para toda la vida y no quería perderla», confiesa.
En cuanto a la situación restrictiva en sus países de origen, estas cuatro chicas coinciden: son casi las mismas, en relación con los horarios de la hostelería y los comercios, pero en Belgrado «no es obligatorio llevar la mascarilla por la calle, sólo en espacios cerrados», algo que ocurre también en Ucrania. En este último país, de donde proviene Yuliia, «no es común echarse la siesta», por lo que los cierres de los comercios a medio día le parecen «muy extraños» y curiosos a esta chica de 26 años.
Juan de Lucas, técnico del área Internacional de Arrabal-AID, explica que este programa, en el que están adscritas estas cuatro jóvenes, tiene un objetivo claro: «Reforzar la cohesión, la integración social, la democracia y la ciudadanía en Europa, respondiendo a los principales desafíos de las sociedades y fortaleciendo las comunidades» de personas que provengan, sobre todo, de países con más dificultades para que los jóvenes obtengan un visado o permiso de residencia; en este proyecto han acogido también a dos chicos más en su sede de Chiclana.
A pesar de que lo que más se conoce es la recepción de estos chicos y chicas de diferentes países europeos, Arrabal también ofrece la posibilidad de que jóvenes malagueños se desplacen a otros lugares para vivir la misma aventura; en 2020 fueron 21 personas las que pudieron moverse por Europa en estos voluntariados solidarios.
¿Recomienda la experiencia?
Eszter, de 19 años y proveniente de Hungría, reconoce que Málaga le viene bastante grande, sobre todo por lo «ruidosa» que la percibe en comparación a su pueblo, un lugar apartado de la ciudad. Además, sabe que para tomar esta decisión uno ha de estar seguro al 100%, porque la vida no es igual en tiempos de pandemia. De este modo, no recomendaría la experiencia a sus amigos, consciente de que las dificultades se incrementan si la situación no mejora: «Creo que viajar no es lo más recomendable ahora, pero mi vida en Málaga está siendo muy bonita y estoy teniendo muchas experiencias que espero repetir», cuenta con entusiasmo.
Al principio de este camino, una de las cosas que Haneen ha visto en su estancia es «lo difícil que es tener actividades con la gente local e integrarse con ellos y conocer su cultura», uno de los motivos por lo que esta chica jordana tomó la decisión. Sin embargo, el Cuerpo Europeo de Solidaridad está abierto para todos aquellos que tengan una ilusión y aparten su miedo; «la vida no se ha parado, así que tenemos que seguir», concluyen priorizando su experiencia.
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