El apoyo nocturno para personas sin hogar en Málaga
OSAH y ASAEC llevan a cabo un proyecto con Fundación La Caixa para ayudar a aquellos ciudadanos que duermen en la calle, 128 sólo en el distrito de Cruz de Humilladero
A las 10.00 horas de la mañana de un día cualquiera en la Organización Social de Acción Humanitaria (OSAH) ya huele a puchero, de ... esos cocinados a fuego lento y con cariño, al que le ponen una pizca de solidaridad para las personas que más lo necesitan en su distrito, en Cruz de Humilladero. Y es que, ese caldo tan necesario en las húmedas noches de Málaga, es una balsa de esperanza para aquellos que hacen de la calle su casa: un hogar inseguro, incómodo, inhóspito, molesto e inhabitable.
Desde OSAH y la Asociación Solidaridad Asistencial en Compañía (ASAEC), que tienen misma sede y como presidente a Antonio Paneque, comenzaron hace escasos cuatro meses un proyecto que está cambiando la vida de las personas sin hogar de su distrito paso a paso. Clara Méndez y Rocío Martín, dos de las voluntarias que abanderan esta acción, se llenan de ilusión cada mañana para acudir a la sede de ASAEC. Allí preparan su jornada: cocinar por la mañana, preparar pequeñas bolsas con alimentos a modo de tentempié, establecer la ruta que harán por la noche... Lo tienen todo calculado al milímetro y forman, junto a más voluntarias de la zona, un equipo imparable.
La idea comienza, según cuenta Paneque a SUR, al percatarse de la proliferación de las personas sin hogar en el distrito de Cruz de Humilladero, que abarca varias zonas de Málaga bastante pobladas. Desgraciadamente, antes de la pandemia ya se normalizaban situaciones de sinhogarismo por distintos barrios de la zona, pero la crisis social tan inesperada ha hecho que personas que antes podían tener una vida acomodada, ahora se vean obligadas a dormir en la calle al quedarse sin nada. Y lo cierto es que esta 'nada' no sólo son bienes económicos, también familia y viene acompañada de una soledad dañina que les azota cada día. «Existen ayudas que la administración facilita a estos ciudadanos, pero los que no tienen sitio en el albergue... ¿Qué pasa con ellos? Se les da un bocadillo por la mañana para que se lo coman por la noche, pero lo normal es que a las cinco de la tarde ya tengas hambre. Las noches, sobre todo las de frío, se hacen muy duras en la calle», explica Paneque con ímpetu.
Méndez, de 36 años, lleva un año echando una mano en OSAH y en desempleo desde no hace mucho tiempo. Martín, en cambio, perdió su trabajo como limpiadora en el Aeropuerto de Málaga al inicio de la pandemia y teme que ya no lo recuperará hasta, al menos, 2022. Ambas tienen un corazón de oro y unas ganas imparables de ayudar, por lo que no faltan un sólo día a su cita por las calles del distrito.
En perfecta coordinación, a las 17.30 horas se arman de termos con caldo, leche, agua y café y salen a la calle por equipos para buscar, rincón por rincón a esas personas que lo necesitan. Además, tienen un mapa a través de 'Google Maps' en el que señalan las zonas donde se suelen ubicar esas personas a la hora de pasar la noche: «Queremos con esta acción despertar el lado humano. Estas personas no son desechos de la sociedad, han sufrido circunstancias adversas y por eso están ahí», explica Rocío Martín. Su compañera Clara le responde enseguida: «Sí, estás personas no están en la calle porque quieren, como se suele decir, queremos romper ese estigma porque no es cierto. Además, están ya cansados y muy desmotivados». Cuentan con tristeza sobre una de esas personas a las que han conocido recientemente que a pesar de hablar cuatro idiomas y tener el graduado de bachillerato, ahora hace su vida en la calle, por lo que quieren dejar un mensaje claro: a cualquiera podría pasarle.
En cuanto a los números, Paneque explica que cambian diariamente, porque en la calle «cada segundo cuenta», pero que en una de las últimas jornadas contabilizaron a 128 personas sólo en su distrito: «En la zona de Mauricio Moro ha habido siempre muchas personas que no tienen casa y lo achacamos a la cercanía de la estación de autobuses, pero la realidad es que se han ido ocupando otros puntos como en la Avenida Carlos de Haya, Jardines Picasso, en el 81 de calle La Unión... Zonas donde antes los vecinos no habían visto ciudadanos sin hogar y que ahora sí», relata con preocupación. Además, han visto que el perfil de estas personas cada vez es más heterogéneo: jóvenes de 20 años, hombres de 40, mujeres de 70... Un sector de la población cada vez más variado y que va en aumento.
La ayuda va más allá
Este proyecto, que llevan a cabo junto a Fundación La Caixa, no sólo provee de alimentos a estas personas para pasar la noche, también de la ropa que necesiten: mantas, zapatos o abrigos con el fin de que su día a día sea un poco más fácil. Además, este equipo afirma que no pretenden que esta ayuda sea asistencial, si no de acompañamiento «para que encuentren la esperanza que han perdido», para que sepan que no están solos, que son importantes: «El primer día son más reacios a abrirse, pero poco a poco ven que nuestra ayuda es desinteresada, que les escuchamos, no a modo de terapia psicológica, si no porque lo necesitan. Ellos quieren que se les escuche porque se sienten invisibles y despreciados», explica Clara Méndez.
Mientras su ayuda se hace cada vez más fuerte, este equipo continuará peinando las calles para poner su granito de arena en una acción que va más allá: cambiar la vida de una persona a la que la vida le cambió sin previo aviso. La calle no debe ser el hogar de nadie.
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