Hay un ángel de la guarda en la Trinidad: «Mis hijos me vieron estudiar y ellos también lo hicieron»
Testimonio ·
El cambio de Yolanda, vecina del barrio, refleja la superación de una vida dedicada a sus hijos y el coraje para cambiar su futuro junto a Altamar, por la que han pasado 200 familias trinitariasSeguramente cuando cruzaron por primera vez la puerta de la Asociación Altamar no sabían lo que realmente iba a suponer en sus vidas. Son más ... de 200 familias las que han pasado por esta entidad malagueña del barrio de la Trinidad. La de Yolanda hace cerca de 20 años que dio ese paso y asegura que su vida ha cambiado por completo. «Yo no soy ahora la persona que llegó hace veinte años... Me daba vergüenza hablar con cualquiera porque no me sentía al nivel para hacerlo. Vengo de una familia humilde, dejé el colegio en sexto de primaria y siempre me había dedicado a mis hijos, a la casa y a trabajar de limpiadora algunas horas... Me sentía inferior. Y aquí me han ayudado a todo, tanto en lo profesional como en lo personal», confiesa la malagueña de la Trinidad, que ha recibido la ayuda de Altamar con los seis hijos que ha tenido a su cargo, tres suyos y tres de acogida.
En esta asociación de la Trinidad y el Perchel se transforma la vida de los niños del barrio desde la educación y el respeto con un apoyo integral a familias en riesgo de exclusión con el refuerzo escolar en sus hijos desde los cinco años hasta que dejan Bachillerato. El programa 'Apostando por la educación de niños y familias en riesgo de exclusión social' ha recibido el impulso de Fundación 'la Caixa' a través de las Convocatorias de Proyectos Sociales y en estos días cobra más sentido que nunca, justo cuando se celebró el pasado día 20 el Día Internacional de los Derechos de la Infancia.
Yolanda encontró en la educación con Altamar un camino para apoyar a sus hijos y transformar su futuro
Y la historia de Yolanda y sus hijos también toma el protagonismo en estos días. «Empecé con la ayuda de las clases particulares a mis hijos, aquí ellos tenían un apoyo escolar que yo no podía costearme... En 2008, gracias a los consejos y el apoyo de Altamar, decidí retomar los estudios y me saqué la ESO (Educación Secundaria Obligatoria); y luego aprobé también un grado medio de Cocina. Me di cuenta que influye mucho que tu hijo te vea estudiar, yo me puse y ellos también se implicaron más. Y lo mejor es que, como yo, han pasado muchas madres aquí...», detalla Yolanda.
Otra de esas madres es S., que también obtuvo la ESO estando en Altamar y sus hijos acuden por las tardes a la asociación para recibir el apoyo escolar. «He sido madre joven a los 14 años, sin estudios... Entonces yo no podía ayudar a mis hijos a nivel académico porque no sabía nada. Pero aquí me han dado el apoyo que necesitaba», agradece Sandra, que celebra que una de sus hijas ha decidido estudiar un grado de Farmacia: «Mira que no quería sacarse ni el graduado ni nada, parecía algo imposible, pero al final lo ha logrado».
Paso a paso, en cada logro y en cada impulso ha estado detrás todo el equipo de monitoras de Altamar y la directora de la asociación, Victoria Martín, a la que todos conocen como 'Peque', nombre con el que también llaman cariñosamente a la asociación. «Estos barrios se suelen relacionar con la droga o con la delincuencia, pero lo cierto es que yo cada vez conozco a más gente buena en el barrio. La única realidad es que muchos de ellos han nacido en situación de pobreza y no han podido tener la oportunidad de estudiar o tener las mismas posibilidades que otros. No han tenido suerte y no han creído en ellos mismos, pero por eso estamos en Altamar intentando dar un giro a todas las familias que vienen con nosotros porque la realidad es que son capaces de cambiar ellos mismos el rumbo de su vida», profundiza la directora de la asociación.
De Altamar a la universidad
Entre los que llaman 'Peque' a la asociación está Aitor, uno de los hijos de Yolanda que este año acaba de empezar su primer año universitario en el grado de Pedagogía: «¿Quién me iba a decir a mí eso?», se pregunta aún. Llegó con cinco años a Altamar y ahora con 19 la asociación es todo un referente para él. «Todavía me resulta raro decir que estoy en mi primer año de carrera, nunca me lo hubiese imaginado porque siempre pensaba en salir fuera, jugar con mis amigos y ya está. Pero el ambiente de todos los profesores aquí y la rutina de estudio han hecho que me interesara por estudiar y seguir formando mi futuro. Sobre todo me gusta la pedagogía porque muchas de las profesoras que he tenido aquí habían estudiado eso y yo, que he sido siempre muy preguntón, me interesaba mucho saber todo lo que ellas hacían», detalla Aitor. Su hermano Hugo también llegó con cinco años a la asociación y, a pesar de lamentar haber repetido dos cursos, afirma que este año va «mejor de comportamiento». «Tengo muy claro que tengo que seguir estudiando, pero quiero hacerlo relacionado con el deporte, que es lo que me gusta».
Los ojos de Yolanda no dejan de expresar la emoción durante toda la entrevista con SUR: «Ellas han estado para todo, en cuanto hemos pedido ayuda, Altamar ha estado ahí. En las peores épocas no nos han dejado, es emocionante». La realidad es que los vecinos de la Trinidad tienen un ángel de la guarda y se llama Altamar.
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