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EJERCICIO DE MEMORIA

Iglesia de la Encarnación

ANTONIO LUNA AGUILAR

Domingo, 15 de noviembre 2009, 02:50

M EDIANTE la bula 'Dum ad illam fidei' expedida, el 4 de agosto de 1486, por el pontífice Inocencio VIII, los Reyes Católicos obtuvieron el privilegio y la facultad de erigir, y dotar, catedrales, colegiatas, parroquias y monasterios en el Reino de Granada (Málaga, Granada, Guadix y Almería) en vías de reconquista por esas fechas, así también el derecho de presentación sobre los beneficios mayores y menores. En estas facultades y derechos se concreta la constitución, mediante la referida bula, del Real Patronato de Granada, cuyos ejecutores, en cuanto a la erección de las dichas catedrales, parroquias,. . serían, o bien el cardenal Mendoza, o los arzobispos de Sevilla.

Así, en 1505, Diego de Deza, perlado hispalense, mandó erigir, entre otras, la parroquial de San María de la Encarnación, en la antigua mezquita que, previamente, ya se había sacralizado y estaba abierta al culto cristiano. El templo había sido puesto bajo dicha advocación por los señores Reyes Católicos tras la toma de Marbella, en clara y abierta oposición a la creencia mahomética y en la afirmación de que nuestro Señor Jesucristo fue engendrado en el vientre de la Virgen María por obra del Espíritu Santo a instancia de Dios Padre.

La erección canónica sobre las antiguas mezquitas (no debemos olvidar que los musulmanes habían hecho anteriormente lo mismo, pero a la inversa, con los templos cristianos) y la consecuente permanencia de los viejos edificios constituían todo un símbolo del triunfo de la Fe Cristiana sobre el islam; posteriormente, con el paso de los años, dejó de tener esa importancia simbólica y las antiguas iglesias fueron sustituidas por otros nuevas, más capaces y suficientes.

A pesar de la pobreza constructiva y la decadencia del edificio, conforme a las razones aludidas, no se decidió la demolición, para su sustitución por otro de nueva planta, hasta el siglo XVIII; entre los años 1750 y 1755 comenzaron los trabajos de construcción de un edificio que atendiera las necesidades de la época. No obstante, la calidad de la obra no fue la que debiera y pronto se observó el deterioro del mismo, debiéndose, por tanto, proceder a su continuo reparo. Esa ha sido la tónica dominante hasta nuestros días, agravándose el daño en algunas ocasiones por causas externas: guerras de la Independencia y Civil.

Se han realizado muchas obras en nuestro templo parroquial, unas de restauración y conservación y otras de mero mantenimiento. Éstas últimas son las que actualmente se observan en la iglesia. Salvo por la colocación de un zócalo, de color gris, que atenta contra el buen gusto, el sentido histórico y artístico e incide en las normas de protección patrimonial local, autonómica e, incluso, episcopal a las que está acogido el edificio en tanto monumento de primera índole, digno de nuestro conocimiento y profundo respeto por cuanto forma parte de nuestro patrimonio, de nuestra historia, de nuestra identidad. Y más en los tiempos que corren.

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