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M. J. CRUZADO
Domingo, 15 de marzo 2009, 03:01
Tras su paso por algunas de las series de televisión de más éxito de los últimos años, el marbellí Aníbal Soto se mete en la piel de Ignacio, un guardia civil en la obra sobre la inmigración 'El Rey de Algeciras', el estreno como actor en su ciudad natal.
-¿Nervioso por actuar en su ciudad?
-Un poquito. Habrá mucha gente que me va a estar mirando y eso es una responsabilidad mayor que cuando se trata de un público anónimo.
-¿También tuvo que emigrar a Madrid para ser actor?
-En mi caso fue distinto. Me fui a estudiar Química fuera y tenía un bar en Córdoba. La vocación me llegó tarde, con 28 años, y casi por casualidad. Siempre me gustó contar historias y decidí contratar a actores para el local. De ahí me vi estudiando Arte Dramático.
-¿Fue difícil abrirse camino?
-Esto es una pelea aunque reconozco que cuando me llegó la suerte estaba preparado. Yo soy actor de la BBC, bodas, bautizos y comuniones. Empecé a contar cuentos en las calles, en los bares, he animado fiestas, actuado en colegios y en los sitios más inverosímiles, me han tirado tomates, escupido... Dejaría de ser actor si no tuviera nada que contar.
-Y llegó la televisión...
-Es una plataforma de lanzamiento. Desgraciadamente las cadenas están locas con la contraprogramación y se caen series porque no llegan a la cuota de pantalla prevista. No se hacen series de calidad por falta de buen material sino porque hay un mucho nerviosismo al respecto.
-¿Considera la televisión como un género menor?
-Yo no hago distinciones, todas las facetas son importantes, aunque me gusta más el teatro porque te da tiempo para profundizar en el personaje y en la historia.
-Qué le reprocha a su profesión.
-La falta de unidad. El miedo. Hay mucha injusticia y barbarie y mucho arribista e intrusismo. Cuando somos jóvenes todos hemos podido pecar pero no se lo permito a los que llevan ya años trabajando.
-¿Hay mucha competencia?
-Hay muchos actores y actrices para intentar ser 'famosete'. Afortunadamente nunca he tenido problemas de trabajo, porque para mí ser actor es como un chamán, una persona que da un servicio a la sociedad y cuenta lo que el otro no ve para que aprenda.
-'El rey de Algeciras' es una obra de compromiso social. ¿Se siente cómodo?
-Esta obra es un regalo. Mi personaje, Ignacio, es un guardia civil y puedo contar algo que mucha gente sabe pero que no se ve.
-¿Tiene algún ritual antes de entrar a escena?
-Doblar un papel, metérmelo en el bolsillo, colocar la gorra de guardia civil en un sitio determinado y saludar a mi compañera antes de actuar. Nunca hablo entre cajas porque me despisto.
-¿Es supersticioso?
-Sólo un poquito.
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