Pablo Alcazar, librero de playa. Un librero al pie de la arena

«Mi hermano Nemo lleva desde el principio. Fue el quien me introdujo en esto. La verdad es que es un trabajo entretenido. Hablas con mucha gente y estás siempre mirando al mar», confiesa Alcázar, quien destaca que el servicio está siendo cada vez más popular. «Tenemos clientes fijos, que vienen todos los veranos. Formamos ya una pequeña familia. Nos traen libros, que donan a la biblioplaya y compartimos las impresiones de las lecturas que hacen», detalla este joven, que estudia cuarto curso de guitarra en el Conservatorio de Música de Granada.

Funcionamiento sencillo

Y es que además de su afición por la música, Alcázar se confiesa un «enamorado» de la lectura. Entre sus preferencias están los libros de fantasía, como 'Harry Potter', 'El Hobitt' o 'Eragorn'. Algunos de estos títulos es posible encontrarlos en el amplio catálogo, con más de 200 ejemplares -de todos los géneros y en cinco idiomas-, que se almacenan en el interior de las casetas de madera que acogen estas bibliotecas playeras. El funcionamiento del servicio es muy sencillo: el turista llega y consulta la oferta. Cuando ha elegido uno, debe depositar un carnet identificativo -no tiene porqué ser el DNI- que sirve como justificante de que se ha retirado la obra.

Cuando se completa su lectura, se devuelve. «No hay que traerlo el mismo día. Puedes quedártelo hasta que lo termines», advierte Alcázar, quien explica que en estos tres años que lleva trabajando, han sido muy pocos los casos en los que alguien ha tratado de quedarse con el ejemplar. «Más bien son despistados, que nos han llegado a dejar aquí su DNI, y después hemos tenido que ir al cuartel de la Guardia Civil para que se lo enviaran a su domicilio», comenta este joven, quien detalla que la mayoría de los clientes del servicio de las biblioplayas son niños y niñas menores de 12 años y mayores de 40 años.

Actividades infantiles

«Por desgracia, la juventud no lee demasiado. Prefieren alguna revista, o los juegos que tenemos, como el ajedrez, el parchís o las barajas de cartas», manifiesta Alcázar. Y es que, sin duda, entre los más pequeños están uno de los destinatarios más ideales de estas bibliotecas de playa, que funcionan en horario, de lunes a viernes, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas, y los sábados, sólo de mañana. Además de permitirles leer libros, los chavales pueden dibujar en las mesas habilitadas junto a las casetas. Los cinco trabajadores de este servicio -además de Pablo y su hermano Nemo Alcázar, participan Juan Maldonado, Patricia Lozano y Estrella Rebollo, que es además la coordinadora y fundadora de ANAC-, regalan camisetas a los pequeños que hacen dibujos. Este año, han comenzado a frecuentar la biblioplaya de Burriana los más de 700 niños que pasarán en estas próximas semanas por los campamentos estivales que promueve el Consejo Municipal de Deportes, en colaboración con la asociación Educare Aventura.

Por trabajar en estas bibliotecas playeras, Pablo y sus compañeros reciben «una pequeña gratificación económica, que viene muy bien para ahorrar con vistas al próximo curso escolar», según matiza Alcázar, quien destaca que los extranjeros están conociendo cada vez más el servicio y acudiendo a disfrutar de él. «Son los que más libros nos donan», dice.