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TEXTO: I. ESTEBAN
Miércoles, 8 de agosto 2007, 12:36
Volvieron las patillas, los pantalones de pata ancha, y ahora vuelven los vinilos. Los setenta ya están aquí. Algunos dicen que ese objeto por lo general negro y siempre redondo nunca se ha ido. Pero antes se guardaba en casa y ahora se exhibe en los escaparates de las tiendas de música. La industria electrónica registra un aumento en la venta de giradiscos y las discográficas editan en acetato los álbumes de los Rolling y de Dylan, sí, pero también el primero de Siniestro Total y el último de La Habitación Roja, que salió el pasado 23 de abril. Si las canciones de los Beatles estarán dentro de poco en iTunes, en muchas ciudades resulta ya muy fácil conseguir los discos de los Cuatro Fabulosos recién sacados de la prensa.
«Trajimos mil vinilos hace un mes. Nos quedan quinientos. La música que más se vende es la de los setenta y mucho jazz, sobre todo a gente de entre 40 y 50 años. A mediados de los noventa saldamos todos los discos y yo aproveché para comprar unos cuantos. Pero ya ves, los hemos vuelto a traer», explica Javier Fernández, propietario de una tienda de música.
Que los tocadiscos no muriesen se debe principalmente a los DJ. Fueron ellos los que mantuvieron girando el plato en los años noventa, época del reinado absoluto del CD. Pero ahora el fenómeno va más allá de quien es manejan los ritmos de baile. En Panasonic, que comercializa la marca Technics, están asombrados. «No son grandes cifras, pero sí aumentos significativos. En el semestre que va de octubre de 2006 a marzo de 2007, vendimos 3.500 giradiscos en España, un 41% más que en los seis meses precedentes, y registramos siete nuevos puntos de venta», informa un portavoz de la compañía.
'Look retro'
Technics produce dentro de la gama alta, con unos precios que van de los 700 a los 1.200 euros. En centros como la Fnac se venden discos de los clásicos y los modernos, y aparatos a partir de 150 euros, algunos portátiles, con forma de maletín e inconfundible 'look' retro. En la tienda de imagen y sonido Laucirica hay tres modelos, también a partir de ese precio, y sus clientes les piden ahora giradiscos con conexión USB, para trasladar las canciones al ordenador y de ahí al CD o al mp3.
Joni Barrasa, de la tienda Power Records, advierte de que la vuelta de vinilo existe, pero sin exagerar. «En los últimos años, el pirateo ha vulgarizado el formato del CD hasta convertirlo en algo totalmente banal. De hecho, en círculos un poco selectos, todo lo que viene de Internet se mira con malos ojos. El vinilo tiene un valor de fetiche, suena mejor y es un buen regalo», argumenta.
Los más osados proclaman que el CD es una antigualla sólo apta para el coche, como antes el casete, y la mayoría-aficionados, músicos y empresarios de música independiente- coinciden en que el sonido del vinilo (analógico) le da mil vueltas al digital. Lo dijo el propio Neil Young allá en 1991: «Los CD son totalmente superficiales, les falta la profundidad del sonido analógico. Donde antes había todo un universo de sonido, una zona de ecos y ruido, millones de partículas sonoras, ya no hay nada. Escucha un disco de principio a fin y luego el mismo CD entero. Tu organismo notará la diferencia».
Jorge Larruzea tiene una discográfica Bang Records, que edita en vinilo grupos principalmente australianos, y que también distribuye los discos de Munster Records, la empresa de su hermano radicada en Madrid. En el catálogo de esta última aparecen los primeros discos de Siniestro Total -'¿Cuándo se come aquí? y 'El regreso'-, Derribos Arias y La Banda Trapera del Río, entre otros.
«El CD no ha salido ni la mitad de bueno de lo que decían. Eso sí, es cómodo. Pero en calidad y en aspecto de la portada, le gana el vinilo. Nosotros empezamos en los 80, aguantamos la crisis y ahora vemos que resurge. Nuestras ediciones van de los 500 a los 1.000 ejemplares, todos numerados, para ensalzar más la peculiaridad del objeto. Eso sí, es más caro de hacer que el CD, por tanto tienes menores márgenes de beneficio y cuesta un pastón enviarlo por correo. Hay gente que primero escucha en Internet y, si le gusta, se lo compra en disco», indica.
Textura sonora
Los discos cuestan más que los CD. Uno de los Rolling puede llegar a los 24 euros, pero los hay a partir de 18, todos ellos con un material de mayor calidad que en la época gloriosa del vinilo. El clásico de Iron Butterfly 'In-A-Gadda-Da-Vida' está por 11 euros, y por dos más hay mucho donde elegir.
Dice Félix Suárez, de la distribuidora Pias, que el comprador de vinilo «es un treintañero, o incluso mayor, al que le gustan las 'delicatessen' musicales. Los instrumentos analógicos como las guitarras o el piano se reproducen con mayor fidelidad con un sistema también analógico. El CD suena demasiado limpio y frío, y cuando lo pones unas cuantas veces pierde calidad», añade.
Grupos como Artic Monkeys y Kaiser Chiefs ya han mostrado sus preferencias por el formato vinilo. Lo mismo que los valencianos de La Habitación Roja, que acaban de sacar su octavo álbum, 'Cuando ya no queda nada', del que se han editado 10.000 CD y 500 vinilos. «Es un objeto de culto, que se está revalorizando, por ejemplo en Estados Unidos. La Fnac los tiene, y Media Markt también, así que algo se está moviendo por ahí. Nosotros hemos grabado todo el disco en pistas analógicas, porque la textura sonora no tiene comparación a la digital», comentan los portavoces de grupo.
La Habitación Roja ha lanzado su último redondo con la discográfica Mushroom Pillow, dirigida por Marcos Collantes, de 33 años. «Lo de bajarse cosas de Internet no va más allá de acumular canciones y canciones. Me parece de un cutrerío total. Vale, es gratis. Pero, al menos para mí, la música es algo más que llevárselo por la cara», dice el dueño de la empresa.
Mientras, el negocio de la musical digital desciende, el del vinilo se incrementa, aunque las cifras de este quedan a años luz del primero. De 2005 a 2006, la venta de CD bajó un 7%, y la de discos subió un 27%. La marca Verbatim ha sacado una línea de CD para grabar que imita la apariencia de los vinilos. Efectivamente, sí, algo se mueve.
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