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MÓNICA PÉREZ
Lunes, 7 de abril 2014, 03:39
No será tan fácil obtener un informe contundente sobre qué futuro debe tener el arco de Marbella. Tras un primer diagnóstico del estado de la instalación, el Ayuntamiento puso en manos de una empresa especializada la elaboración de un informe más exhaustivo del que salgan las posibles soluciones a los problemas de corrosión que presenta el arco que ha tenido que ser mallado por motivos de seguridad. Los técnicos quieren conocer qué patrones se siguieron a la hora de levantar la famosa estructura hace ahora dos décadas. Para ello, nada mejor que tirar del proyecto original que diseñara el arquitecto cordobés (ya fallecido) Juan Mora Urbano, y ejecutado por la empresa Jotsa, propiedad entonces de Antonio García, padre de la bióloga y actriz Ana Obregón.
Del estudio de Juan Mora salieron otras grandes obras en la zona como la Mezquita de Marbella o la Plaza de Toros de Estepona. Del documento que sirvió de guía para levantar el ahora dañado emblema turístico ubicado a la entrada la ciudad no queda ni rastro en el Ayuntamiento. Fuentes municipales indicaron que el proyecto no se encuentra en el Consistorio. Se desconoce el paradero que pudo tener en tiempos en los que en Marbella no existía orden ni fuera ni dentro de la casa consistorial.
Sin embargo, no ha sido difícil localizar una copia archivada en el Colegio de Arquitectos de Málaga y que el equipo de gobierno ha solicitado ya para su envío a la empresa que debe redactar ese segundo informe que se supone definitivo y que determinará si la restauración de la estructura es viable, tanto desde el punto de vista técnico como económico.
Los primeros análisis determinaron el importante estado de deterioro que presenta el arco, afectado por la corrosión, especialmente en su estructura interior, cuyo esqueleto metálico se encuentra en avanzado estado de oxidación. Con el proyecto original en la mano, los especialistas quieren conocer cómo se diseñó esa doble estructura de la que dispone y que no contó nunca con protección anticorrosión, una medida que hubiera sido lógica dada la combinación de humedad de la zona en la que se ubica el arco y los materiales de los que está construido. Con este nuevo análisis se podrá saber además si finalmente la instalación se levantó tal y como el arquitecto cordobés la ideó a comienzos de la década de los 90, con Jesús Gil con el bastón de mando.
Además, en un momento dado, podría servir de guía en caso de que la solución definitiva al problema fuera el desmontaje total del arco para su posterior reconstrucción. De momento, todas las opciones siguen en el aire, desde la reforma hasta la desaparición de la estructura, pasando por esa reconstrucción utilizando materiales más adecuado a los utilizados cuando se creó.
Según pudo conocer este periódico de fuentes municipales, y para que finalmente la opción definitiva sea la más acertada, se consultará a otras dos empresas para que, ya con el proyecto original en mano, puedan emitir también sus diagnósticos.
Coste económico y viabilidad técnica determinarán el futuro del arco de entrada a Marbella que, como el de San Pedro (eliminado en el año 2010) fueron iconos del llamado Programa GIL para las elecciones municipales de 1991. La imponente estructura, en la que se invirtieron 125 millones de pesetas (unos 751.000 euros), se ha ido convirtiendo con los años en emblema del turismo de la ciudad.
Desde hace dos meses saluda a los conductores que entran por la zona Este a través de la A-7 luciendo un mallado que la protege en su totalidad ante el riesgo de nuevos desprendimientos de piezas, después de que hasta en dos ocasiones algunas de ellas tuvieran que ser retiradas a punto de caer sobre la carretera.
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