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MANUEL CASTILLO
Domingo, 8 de julio 2012, 03:28
A Miguel Ángel Heredia (secretario general del PSOE de Málaga) y a Elías Bendodo (presidente del PP de Málaga) se les va a atragantar este mes de julio tan cargado de congresos y congresillos, convertidos en estos tiempos de crisis en un alarde de inoportunidad que viene a demostrar, entre otras cosas, por qué la política está tan mal vista por los ciudadanos. La verdad, visto desde fuera, estas luchas cainitas entre oficialistas y críticos en las que impera aquello de cuerpo a tierra que vienen los nuestros se antoja como un anacronismo que roza el esperpento y que nada tiene que ver con lo que necesita en estos momentos este país. Podemos negar la evidencia todo el tiempo que queremos, como si saltáramos ufanos tras completar un solitario en el que nos hemos hecho trampas, pero un liderazgo que se sustente en el poder del poder poco tiene que ver con la 'auctoritas' legitimada por el respaldo social, en este caso orgánico, a una persona por sus capacidades de organización y gestión. Aquí, en los partidos, manda el que manda. Y así nos va.
Tanto Heredia como Bendodo volverán a casa tras sus congresos regionales con las alforjas casi vacías en cuanto a sillones en las direcciones de sus partidos, con alguna palmada personal en la espalda pero poco más, en una demostración práctica y objetiva del escaso peso que el 'aparato' de sus respectivos partidos le otorga a Málaga. Al margen de consideraciones territoriales y del centralismo sevillano imperante tanto en el PSOE como en el PP de Andalucía, que podremos analizar en las próximas semanas, es preciso un ejercicio de autocrítica antes de lanzarse a reivindicar lo que, realmente, pertenece a los socialistas y populares malagueños aunque solo sea por número de votos y valor de la provincia.
La política malagueña vive actualmente la mayor crisis de liderazgo político de su historia reciente. Las ejecutivas provinciales están casi vacías de nombres con bagaje vital, político, intelectual y profesional y están llenas de lo que se ha venido en denominar 'profesionales de la política' que nacieron al cobijo de las Juventudes Socialistas y de Nuevas Generaciones y cuya carrera se ha forjado exclusivamente en el 'aparato' del partido, de cargo en cargo público y con una peligrosa necesidad de seguir a toda costa, cueste lo que cueste, porque no tienen otra cosa más que la política. Por supuesto que hay excepciones, pero tanto PSOE como PP han dilapidado el patrimonio de la experiencia, arrinconando a políticos que hoy podrían aportar mucho más que la enfermiza dependencia del 'aparato'. Heredia y Bendodo harían bien en realizar este ejercicio de autocrítica. De ello depende, entre otras cosas, su propio futuro.
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