Derriban un caserón abandonado de Los Montes tras quince años de protestas
Los vecinos de Peinado Grande logran la demolición tras decenas de denuncias por la entrada de indigentes e incendios intencionados
IGNACIO LILLO
Lunes, 30 de agosto 2010, 10:57
Ni siquiera en las faldas del idílico paraje de Los Montes se libran de la lacra del abandono de edificios y solares, que se ceba especialmente con los residentes del centro y otros barrios históricos de la capital. La avenida Peinado Grande es un lugar tranquilo para vivir, rodeado de naturaleza y a escasa distancia de la barriada de Fuente Olletas, y a pesar de ello los vecinos han vivido atemorizados durante quince años, bajo la sombra de una espada de Damocles de mil metros cuadrados. Ahora, las gestiones del distrito Este y de la Gerencia de Urbanismo ante la entidad financiera que es titular de los terrenos del antiguo cortijo han permitido que este mes se lleve a cabo la esperada demolición.
Atrás quedan tres lustros de sobresaltos, de trasiego de indigentes y drogadictos, de numerosos incendios nocturnos -la estructura de vigas y forjados de madera ardía con facilidad cada vez que a alguno de los «usuarios» se le ocurría encender una fogata- a escasos metros de una densa zona forestal protegida, e incluso de algún aviso a la Guardia Civil por movimientos «extraños» de carga y descarga en el interior del inmueble.
Así lo explicaron a SUR desde la comunidad de vecinos Peinado Grande, que quisieron agradecer la labor de la Junta de Distrito de El Palo para sacar esta situación del olvido institucional. «Allí ha habido de todo, hasta desguaces de motos y coches incendiados, porque tiene un acceso fácil pero muy escondido de la vista», comentan.
El caserón, con una antigüedad superior a los cien años, contaba con 19 habitaciones, lo que motivó que en la década de los 90 el Servicio Andaluz de Salud (SAS) lo utilizara como centro de rehabilitación de drogadictos, según explican los propios vecinos. Sin embargo, la Junta no era la titular del inmueble, que ha ido pasando de sociedad en sociedad sin que nadie pusiera coto a los desmanes. «Han sido quince años de trucos, las empresas no recibían las notificaciones y se hacían los locos», recuerdan. Hasta que la propiedad pasó a una entidad financiera por la quiebra de la anterior titular. Y, esta vez sí, sus responsables, tras los contactos municipales, se han hecho cargo del estado de ruina y abandono del inmueble y lo han reducido a escombros.
«Cuando vimos las máquinas no lo creíamos. Han estado una semana con una retroexcavadora. Han salido 1.500 metros cúbicos de escombros y madera y han cercado la parcela. Nos hemos quitado una losa de encima», relatan.
Con todo, los vecinos aprovechan para recordar que el trabajo no ha terminado y todavía están pendientes de que se desbroce la parcela, con una densa masa de matorral seco que podría arder con una mera colilla.
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