Condenado por violar a una menor que había sufrido una crisis epiléptica

La agresión sexual se produjo a plena luz del día en una zona transitada de la capital. En concreto la adolescente, que tenía 13 años cuando se produjeron los hechos, se encontraba en la avenida Arroyo de los Ángeles en la confluencia con el paseo de Martiricos cuando fue abordada por el procesado, que le preguntó dónde estaba el hospital más próximo.

La chica le dio la información y continuó caminando, haciéndolo también el hombre, que se puso a su lado. Según la sentencia, en un momento determinado la muchacha sufrió una crisis epiléptica que le produjo un estado de ausencia y mareos. El acusado entonces aprovechó para agarrarla del cuerpo y conducirla a un descampado situado detrás de las dependencias del Servicio de Bomberos.

Cuando la menor recuperó la consciencia se encontró tumbada en el suelo y al hombre allanando la maleza entre unos matorrales. Él intentó besarla y tocarla, pero ella se resistió, por lo que le dio un puñetazo y abusó de ella.

Como consecuencia de la agresión sexual, la menor sufre depresión, pesadillas, miedo a los desconocidos y problemas escolares.

Tras ser detenido, la víctima identificó a su agresor sin ningún género de dudas. Durante el juicio explicó que el hombre le dijo que se estuviera quieta, que no iba a pasarle nada y que le quitó las bragas y le pegó dos puñetazos.

También fue reconocido el procesado por una testigo que le vio abrazado a la chica, dirigiéndose con ella al descampado del parque de Bomberos. A esta testigo, aunque no vio nada anormal, le llamó la atención la diferencia de edad entre uno y otro.

La madre de la chica testificó que estaba trabajando cuando se produjeron los hechos y que la llamaron del colegio. Una vez en el centro escolar fue informada de lo sucedido, lo que también le contó su hija. La progenitora aseguró que a raíz de la agresión le aumentaron las crisis de epilepsia y que eran tan repetitivas que le impedían acudir a clase.

Por su parte, los forenses indicaron durante el juicio que pese a sufrir un ataque epiléptico puede recordarse lo sucedido antes y después de la pérdida de consciencia.

El acusado declaró que no recordaba nada, sólo que en esas fechas tuvo que ir a Marruecos porque su mujer había dado a luz. Asimismo dijo que padecía problemas psicológicos y que había intentado suicidarse. De hecho, manifestó que en las cárceles que había estado ingresado había sido sometido a tratamiento psiquiátrico.

Trastorno adaptativo

Sobre el trastorno adaptativo del que fue diganosticado por un médico de Pamplona, las especialisitas que declararon no consideraron que el acusado tuviera trastornos de identidad suficientes como para no comportarse de forma correcta.

El tribunal explica en su sentencia que ha llegado «a la plena convicción moral» de que el acusado «se aprovechó de la crisis epiléptica de la chica para satisfacer su ánimo libidinoso», por las «tajantes, certeras e insistentes» manifestaciones de la perjudicada, que han sido «plenamente acreditadas» por las pruebas periciales. Asimismo, en la sentencia se rechaza la eximente incompleta de enajenación mental del acusado solicitada por su defensa, pues no consta, según el tribunal, prueba alguna de ello, sólo la «notable falta de control de impulsos, elevados niveles de agresividad y baja tolerancia a la frustración» del acusado.