«Alguien dijo por Telegram: si quieres salir de Ucrania, ve a esta dirección en media hora, y me fui»
Olena Petrova amaneció ese 24 de febrero en que Rusia invadió su país sobresaltada por los golpes que la vecina daba en su puerta, puso la televisión y sólo emitían un vídeo de los ataques en bucle