De aquella detención a este ingreso en prisión
El arresto de Isabel Pantoja fue calculado por la policía para evitar que se transformara en un espectáculo mediático
Héctor Barbotta
Viernes, 21 de noviembre 2014, 08:32
La noche del miércoles 2 de mayo de 2007 los alrededores de la finca Mi Gitana, a escasa distancia de la plaza de toros de ... Puerto Banús, ofrecían un aspecto inhabitual. Con la segunda fase de la 'operación Malaya' en plena efervescencia, la vivienda de Isabel Pantoja estaba permanentemente rodeada de cámaras a la espera de que el rumor sobre la posible detención de la cantante se transformara en noticia. Pero esa noche la meteorología había jugado en contra del espectáculo televisivo: una inesperada tormenta se había desatado sobre Marbella y la mayor parte de los fotógrafos y cámaras habían abandonado el lugar para protegerse de la lluvia. Era la oportunidad que la policía había estado esperando.
Hasta ese momento muy pocas personas lo sabían, pero la decisión de detener a Isabel Pantoja ya había sido tomada. El grupo III de la Udyco Costa del Sol , que llevaba el peso de la investigación, había detectado documentación que revelaba la participación de Isabel Pantoja en las operaciones de blanqueo de dinero de su entonces pareja, el exalcalde Julián Muñoz (que ya llevaba un año en prisión), y el juez instructor del caso había dictado la orden de detención de la tonadillera. Pero además había dado instrucciones muy precisas a los dos inspectores que dirigían el grupo, quienes además compartían absolutamente el criterio del magistrado, con quien habían conformado un equipo de trabajo sin fisuras: había que hacer lo posible para que Malaya no se convirtiera en un espectáculo. La detención debía ejecutarse con discreción absoluta.
La policía designó a dos agentes del equipo de investigación: un hombre y una mujer, para que establecieran un dispositivo de vigilancia que permitiera determinar el mejor momento para la detención. La consigna fue clara: escrutar el movimiento de las cámaras, ver sin ser vistos y avisar de la ocasión oportuna para practicar la detención.
Durante varias jornadas, la pareja pasó el día entero en los alrededores de la finca, y ahí advirtió de que los periodistas también estaban perfectamente organizados. Al igual que los policías, funcionaban con retenes que avisaban a los compañeros en cuanto se detectaba algún movimiento. La detención sin testigos parecía un objetivo imposible.
Aquel miércoles el día amaneció con un sol esplendoroso y fue además una jornada especial en la Comisaría Provincial. El entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, participaría esa noche en un mitin político en Marbella faltaban pocas semanas para las elecciones municipales- pero antes aprovecharía su paso por Málaga para visitar la Comisaría Provincial y felicitar al equipo policial que había barrido la corrupción de Marbella. Solo dos de los policías del grupo no pudieron recibir en persona la enhorabuena del presidente del Gobierno: los que vigilaban el movimiento de los periodistas frente a la casa de Isabel Pantoja.
Zapatero inició su breve visita a las cuatro de la tarde, y dos horas después los agentes que ya llevaban dos días a las puertas de Mi Gitana recibieron una llamada del jefe del grupo: tenían que regresar a Málaga. Con periodistas en la zona la operación debía retrasarse. Pero a mitad de camino el cielo se oscureció y se desató una tormenta. Podía ser la oportunidad que habían estado esperando. Avisaron a la Comisaría y se les ordenó regresar. Ya otra vez a las puertas de la finca comprobaron que había llegado el momento. El agua había espantado a las cámaras. Se decidió entonces proceder, pero con un nuevo condicionante. Sería a partir de las diez de la noche para evitar que la hija de la cantante, que entonces tenía 11 años de edad, estuviese presente.
El equipo policial llegó en dos coches camuflados, en los que viajaban cinco policías. Se decidió que la detención la practicaran dos mujeres policías, entre ellas una de las que había estado dos días vigilando la finca.
Las agentes tenían la orden de actuar rápido, pero no contaban con un imprevisto. La cantante pidió un momento para subir a su habitación y cambiarse de ropa y tardó una hora y media en bajar ya preparada. Tiempo suficiente para que dejara de llover y volvieran las escasas dos cámaras que captaron el momento.
A partir de esa noche, el 'caso Malaya' fue también el 'caso Pantoja'
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión