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El elenco, durante la presentación de la nueva serie.
iFamily, nueva ficción de Televisión Española

iFamily, nueva ficción de Televisión Española

¿Otros tiempos o los mismos? La propuesta del ente público es ramplona, caduca e insípida

miguel ángel oeste

Lunes, 13 de marzo 2017, 00:08

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¿De verdad que a series como iFamilyes a lo que aspira la televisión pública española? ¿De verdad los responsables de la ficción en el ente público apuestan por productos como este, o la consideran una propuesta de calidad, arriesgada, con todo lo que se hace en la actualidad? ¿De verdad alguien piensa que con series como iFamily se dinamiza la ficción española? Las respuestas a estas preguntas resultan evidentes. Ni siquiera es necesario responderlas. La Televisión Española debería asumir el riesgo creativo casi por norma, buscar nuevos caminos, innovar, renovar, pero lejos de eso lo que programa y produce es una ficción convencional titulada iFamily, escrita por José Luis Acosta ydirigida por Rafa Montesinos. Y esto es casi lo mejor que se puede decir de ella. Y lo digo con pena, también con hastío.

¿Comedia familiar diferencial?

Una cosa es lo que pretende o la idea que quiere vender, esto es, ser una comedia diferente de corte familiar en la que se hable de temas peliagudos, aunque, eso sí,sin ofender ni molestar a nadie. Ya digo: puede ser un punto de partida válido. Pero el piloto es todo lo contrario de lo que pretenden o dicen que es. Estamos frente a una serie insípida, blandengue, plana, que no encuentra el tono (ni cómico ni dramático), con diálogos pueriles, fórmulas narrativas rudas y un desarrollo de la acción apenas fluido expuesto por medio de zonas comunes. El problema no es que iFamily sea previsible, ni siquiera que su modelo narrativo sea derivativo, el problema es que nada funciona ni resulta creíble. Empezamos por los títulos de crédito: toscos. Seguimos con toda la secuencia en el hospital, tan inverosímil e inane que, con sinceridad, parece un ejercicio de escuela; o a qué viene que la trabajadora social (Bárbara Goenaga) llame varias veces a la puerta de la habitación en la que está en coma Antonio Garrido para hablar con el abogado, Fernando Cayo, con quien antes ya se había enfrentado. La persecución de coches con la música extradiegética que parece sacada de cualquier biblia de ordenador resulta no solo pueril, es que cada elemento (imagen y sonido) van a su bola, como si narrar con imágenes fuera una nueva expresión que no dominan los autores. Esto por poner unos mínimos ejemplos. Tampoco funciona la rivalidad entre los hermanos, ni la química entre los actores, ni una interpretación tendente a la gesticulación que adolece de cualquier matiz.

La única línea mínimamente sostenible (y es la que deberían explotar los responsables) es la idea de cómo los adultos joden (queriendo y sin querer) la vida de los niños y jóvenes. Mucho tiene que cambiar esta serie para que se enderece. Porque si algo tan elemental como que no hay que verbalizar lo evidente se hace una y otra vez, el tedio en cualquier espectador medio puede ser homérico.

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