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Miguel Gómez Losada estrena muestra en Yusto/Giner.
Miguel Gómez Losada reivindica el arte como travesura en su regreso a la Galería Yusto/Giner

Miguel Gómez Losada reivindica el arte como travesura en su regreso a la Galería Yusto/Giner

La sala de Marbella reúne desde hoy en la exposición ‘Palo Tambor’ una selección de la obra reciente del autor afincado en Málaga

Antonio Javier López

Viernes, 1 de julio 2016, 01:11

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Le pedía Juan Ramón Jiménez a la inteligencia que le diera «el nombre exacto de las cosas» y en su poema El Golem Jorge Luis Borges defendía que todo el Nilo cabe en la palabra Nilo. Y ante ese afán, Miguel Gómez Losada se encamina en la dirección contraria: «Mi pintura va en busca de la ambigüedad, de escaparse de los temas, de la palabra. En el mundo en que vivimos todo tiene un nombre, para mí la travesura es escaparse de eso, poder lograr algo indeterminado». Y así, Gómez Losada regresa a la Galería Yusto/Giner de Marbella con Palo Tambor, el proyecto que hoy estrena en la pujante sala costasoleña y que ha realizado a partir de la pura intuición como motor de su proceso creativo.

«La intuición es mi mejor músculo. Ejercito mucho la pincelada, para mí es como un toque de trompeta de un músico. Es la intuición la que te hace tomar un camino y no otro, porque detrás de cada pincelada hay una decisión y detrás de cada decisión hay toda una vida de aprendizaje. Por eso me gusta decir que pinto por corazonadas», argumenta Gómez Losada (Córdoba, 1967).

«En esta exposición no tengo ninguna deuda, me siento libre. El descubrimiento de la travesura te lleva a los límites de ti mismo y después de esa frontera ya no eres tú () No pienso censurar ninguna parte de mí porque busco una expresión total de mí mismo», defiende Gómez Losada, que hace dos años presentó en Yusto/Giner Una historia rusa, una propuesta bien distinta a la que ahora firma. Si en aquella exhibición las figuras aparecían como en medio de la neblina, difusas, fundidas en colores tamizados, en Palo Tambor las pinturas rugen en un cromatismo casi rabioso y, al mismo tiempo, juguetón, lúdico, haciendo desde el bastidor ese guiño a la travesura reivindicado por el autor afincado desde hace años en Málaga.

Gómez Losada defiende ese cambio como el propio leitmotiv de su tarea creativa: «Si tuviera que tener un estilo, me gustaría que fuera un permanente estado de transición». Así, el autor reivindica la pintura no como vehículo hacia una idea, sino como la propia cosa.

«Mi trabajo no quiere ser una metáfora, es la propia carne de la pintura. No quiero que sea un medio, una calidad subordinada a la palabra. La pintura es un lenguaje propio, en sí mismo, que no tiene por qué requerir de la palabra para explicarse, embellecerse o justificarse», defiende el artista, que en 2013 recibió la beca de residencia promovida por La Térmica y que el año anterior logró un accésit en el prestigioso Premio Focus-Abengoa de Pintura.

Eso sí, el artista separa su pintura intuitiva del azar sin amarras: «Está el oficio, que quieres que cada vez esté más pulido, pero es la corazonada la que te indica el camino. Así nunca puedes equivocarte. Si fuera un pintor estratega que buscara afianzar mi marca o algo así sería muy fácil equivocarme, porque pintaría para el entorno. Pero la corazonada es la prueba de que sigues tu propio camino».

Un camino que, para Gómez Losada, deja un rastro evidente: «La pintura son mis huellas».

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