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Talla realizada por el joven escultor malagueño José María Ruiz Montes.
El arte sacro de Málaga se muda al Episcopal

El arte sacro de Málaga se muda al Episcopal

El palacio de la plaza del Obispo despliega dos muestras sobre el patrimonio de la Diócesis en la provincia

Antonio Javier López

Jueves, 2 de junio 2016, 00:10

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Existe un tipo de frescor reservado al interior de las iglesias. Tiene que ver con la penumbra y el descanso, con el silencio y cierta paz interior. Un patrimonio que algunos encuentran cada poco tiempo y otros, quizá, cuando hacen turismo. Esa riqueza inmaterial convive con otra, compuesta por esculturas, pinturas y piezas de orfebrería que a veces están al alcance de pocas miradas. Como las tallas de Pedro de Mena que permanecen en la Abadía del Císter, cerrada desde hace años, o la pintura del Buen Pastor que decora el comedor de un convento en Antequera. Son algunos de los tesoros artísticos que la Diócesis de Málaga pone a la vista del público en la nueva propuesta de ArsMálaga, el nombre con el que la Diócesis ha bautizado su proyecto expositivo en el Palacio Episcopal de la capital malagueña.

En febrero de 2014, el Episcopal recuperaba el uso cultural después de 16 meses cerrado con una muestra de arte africano. Un año después, el emblemático edificio abría una exposición con cinco siglos de arte sacro en la provincia. Ahora, ArsMálaga combina ambas propuestas en el discurso que renueva toda la oferta del proyecto a través de tres montajes repartidos por el inmueble.

En el flanco derecho de la planta baja se exhibe una selección de monedas africanas procedentes como en el montaje estrenado en 2014 a la colección Alonso-Arellano. Así, un escudo de 35 kilos, lanzas y tallas en metales pesados usados por los pueblos de Nigeria, Congo y Gabón como piezas de intercambio entre los siglos XVI y XIX se exponen en el primer tramo del paseo.

Al otro lado del patio interior espera el segundo montaje: Ars Sacra. El director de ArsMálaga, comisario del proyecto y sacerdote Miguel Ángel Gamero explicaba ayer que este apartado ofrece «una selección del patrimonio de la Diócesis de Málaga, que tiene que ser más accesible». Obras datadas entre los siglos XVI y XVIII, muchas de ellas inéditas para el gran público.

Es el caso del Calvario tallado en madera y perteneciente a la escuela castellana, procedente de la colección García-Valdecasas. El conjunto estrena el recorrido como excepción en la regla, ya que se trata de una de las muy pocas obras que no están incluidas en el catálogo artístico de la Diócesis.

Junto al Calvario, piezas de orfebrería y dos pinturas sobre madera dan paso a la sala dedicada a Pedro de Mena. Aquí las primeras de las 18 obras de la Abadía del Císter que podrán contemplarse, como el resto de la propuesta, hasta el próximo 20 de noviembre. Un Ecce Homo y una Dolorosa conviven con otras tallas en madera del maestro escultor en una sala donde también destaca el Cristo con la cruz a cuestas (1630-1632), así como dos bustos de sendas Vírgenes.

El patio del Obispo

Antes de subir al piso superior, el visitante podrá saciar su curiosidad y asomarse al segundo patio interior del palacio, que no suele estar abierto al público. Es el llamado patio del Obispo, donde los curiosos podrán contemplar los mosaicos de temas paganos que decoran los muros de la estancia privada.

En la primera planta espera el montaje articulado en torno al concepto de la misericordia, al hilo de Misericordiae vultus (El rostro de la misericordia), la bula con la que el Papa Francisco convocó el presente Año Jubilar de la Misericordia. Aquí dos obras de Niño de Guevara abren y cierran el paseo. La primera procede de la iglesia de San Julián, una Trinidad datada entre 1680 y 1698; la segunda llega desde la parroquia de Santiago en la capital, por fin en proceso de reforma para salvarla de la ruina. Se trata de una representación de la Virgen de las ánimas que comparte la estancia final con una escultura en madera de San Francisco de Asís fechada entre 1745 y 1756, obra de Fernando Ortiz y procedente de la Catedral.

Entre ambos puntos, la muestra combina pintura, escultura y orfebrería, así como piezas de artistas de siglos pasados con propuestas de creadores contemporáneos. Por ejemplo, Suso de Marcos, autor del conjunto escultórico en madera de los Cuatro Evangelistas cedido para el montaje por las Reales Cofradías Fusionadas.

Otro autor contemporáneo, el joven malagueño José María Ruiz Montes, firma el Cristo Crucificado que parte de la parroquia de San Miguel en El Limonar para presidir una sala dispuesta a modo de caja negra, donde el espectador va encontrando, como si fueran reflejos, vinilos con las últimas palabras de Jesús en el Gólgota. La museografía, cuidada con esmero como empieza a ser marca de la casa en ArsMálaga, busca aquí un impacto que tuvo en el pase de prensa su primera muestra de eficacia: a los informadores les costó abandonar la estancia para continuar el recorrido.

Porque el recuerdo de aquella sala, de aquel rostro iluminado en medio de una habitación a oscuras, sigue en la memoria tiempo después. Como el frescor de las iglesias, ahora que asoma el calor.

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