Obtienen un combustible ecológico a partir de las proteínas del cerdo

Un avance importante ya que este nuevo tipo de recurso funciona sin problemas como un sustitutivo del petróleo, pero a diferencia de este, no contamina ni produce ningún tipo de residuos. En el proceso de obtención, se emplean las proteínas (enzimas pancreáticas del cerdo) que se mezclan con aceites y etanol, ambos de origen agrícola, por lo que no se daña el medio ambiente. Además, el nuevo combustible, tal y como explica Diego Luna, uno de los investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO), permitiría mantener nuestro actual nivel de vida, sin depender del crudo.

Los investigadores del proyecto están adscritos a la empresa Séneca Green Catalyst. Una entidad recientemente creada que se nutre fundamentalmente de los trabajos realizados por el Grupo de Investigación del Departamento de Química Orgánica y del Instituto de Química Fina de la UCO, del que forman parte el profesor titular Diego Luna, y el Doctor José Miguel Hidalgo, directamente involucrados en el proyecto. La filosofía de la empresa es la aplicación de lo que ellos denominan «Química Verde» que consiste en reducir el impacto ambiental de los procesos químicos, y aprovechar los recursos renovables y el reciclado de materiales.

Planta piloto

La empresa que cuenta ya con una planta piloto preparada para producir este nuevo biodiesel se encuentra situada en el interior del campus de la Universidad de Córdoba y tiene una capacidad para producir 6.000 toneladas al año de biocombustible.

Sus responsables están a la espera de recibir los permisos necesarios para su puesta en funcionamiento. «Si todo va bien, será para el mes de octubre», afirma Luna.

De esta nueva tecnología, a nivel mundial hay ya tres patentes: una polaca, otra italiana y una última española. La iniciativa forma parte del Proyecto Europeo Sustoil que tiene como objetivo el desarrollo de nuevos sistemas de biorefinería con los que sea posible un crecimiento sostenible del sector del biodiesel. Es decir, la tarea de diversas industrias de utilizar la materia orgánica para conseguir biocombustible a partir del uso de las nuevas tecnologías.

El proyecto que ha sido financiado por el VII Programa Marco de la Unión Europa se puso en marcha en 2008 y tiene previsto que finalice en 2010. Cuenta con la participación de 23 entidades de distintos países europeos, coordinados por la Universidad de York (Gran Bretaña).