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NIEVES CASTRO
Domingo, 19 de abril 2009, 03:58
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Su preparación hace aguas cuando llegan a la educación superior. Los profesores de las ingenierías de Informática y Telecomunicaciones de la Universidad de Málaga tienen que enseñar a los futuros licenciados conceptos básicos de cálculo y en la facultad de Derecho ponen en marcha talleres de redacción porque los docentes aprecian que el lenguaje no se usa de forma concisa. Es el curriculum medio de los estudiantes andaluces que llegan a iniciar la última etapa de una formación que ponen en cuarentena padres, profesores, ciudadanos, instituciones y organismos.
Los informes PISA (siglas en inglés de Programa Internacional de Evaluación de Alumnos) sitúan de manera constante el conocimiento y la aptitud de los alumnos andaluces por debajo de la media española.
La testarudez de las estadísticas sobre el incremento de alumnos de 16 años que sale del instituto sin graduarse en la Comunidad es otra nota para el sonrojo. El fracaso escolar -se mide contabilizando el número de alumnos que cierran los libros sin terminar la secundaria y sin obtener, por tanto, el Graduado Escolar- se sitúa en Andalucía en el 30%, frente al 16% del resto de países europeos.
Otro, que no el último, dato para el rubor tiene que ver con el abandono prematuro de los estudios. Según ha advertido la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el 37,1% de los jóvenes andaluces deja los pupitres después de la ESO, un porcentaje superior a la media española (31%) y muy por encima de la europea (15,3%).
¿Una casualidad?
Estas son algunas de las estadísticas que encontrará sobre la mesa José Antonio Griñán, a quien le toca emprender una ardua tarea para situar a la educación, tal y como prometió el pasado lunes, como eje del impulso económico que requiere la Comunidad. El que será nuevo presidente autonómico quiere poner cura a la inadecuada formación de los aspirantes a lograr un trabajo.
Precisamente, en uno de los últimos debates parlamentarios celebrados en la Cámara autonómica, Javier Arenas le reprochó al ya ex presidente Manuel Chaves, que el 70% de los 800.000 parados andaluces sólo tenga estudios primarios. ¿Una casualidad? Para los populares no. Tampoco lo es para el Consejo Económico y Social (CES) -órgano consultivo del Gobierno-, que en su reciente informe 'Sistema Educativo y Capital Humano' insta a mejorar la educación para combatir el paro.
El análisis también se detiene en los pobres resultados del informe PISA 2006, que califica de «preocupantes» por el elevado porcentaje de alumnos con bajo rendimiento en matemáticas y ciencias, pero sobre todo en comprensión lectora.
Según la última edición del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, sólo Andalucía está por debajo de la puntuación media española en los tres apartados.
¿Qué es lo que falla? Profesores consultados aseguran que el actual sistema educativo no prima el esfuerzo. Eso, unido a la promoción casi automática, la mezcla en la misma aula de alumnos con grandes diferencias de nivel e interés han contribuido a agrandar las 'goteras' de los planes de estudio.
Los docentes se quejan de que están atados de pies y manos en pos de un concepto educativo en el que está prohibido 'traumatizar', en el que «la culpa siempre es del enseñante y el alumno nunca se tiene que plantear nada», critica Rogelio Navas, profesor de matemáticas del Instituto de Educación Secundaria Alfaguara.
«Si suspendes a un alumno tienes problemas, la Delegación va a por ti porque tienes un índice de suspensos muy alto, el inspector quiere ver en qué fallas. Si a un alumno sólo le quedan las matemáticas, me planteo en qué he fallado, pero si a ese alumno le quedan siete, ya es cuestión de que se plantee en qué ha fallado él», argumenta este profesor testigo directo en sus 22 años de experiencia de multitud de deserciones de clase. «Ellos ven que su padre no ha estudiado nada y que desde los 16 años está de albañil y que gana más que tú, entonces para qué se van a esforzar», se pregunta.
Salida fácil durante años
El abandono prematuro de las aulas -una salida que se hizo fácil con el auge de la construcción- es otra de las asignaturas pendientes para el futuro Ejecutivo de Griñán. El trabajo escasea, y los jóvenes se encuentran ahora sin empleo, y además sin cualificación para poder acceder a él.
Un círculo vicioso ante el que la Consejería de Educación realiza un curioso vaticinio. Adelanta que la crisis podría reducir la tasa de abandono y argumenta que el problema radica en que durante mucho tiempo a los 16 años había una oferta laboral amplia sin necesidad de estudios.
Si la mala coyuntura económica será o no un acicate para motivar al alumnado y si en la misma dirección actúa el cambio de rumbo comprometido por Griñán, que vendría a sumarse a las medidas ex profeso puestas en marcha por la Consejería para luchar contra el fracaso, es algo que todavía está por ver.
De momento, la LEA (Ley de Educación de Andalucía) plantea herramientas para paliar el problema. Los sindicatos valoran el esfuerzo pero piden más. Según los datos que maneja CC OO, la Junta de Andalucía deja de cubrir diariamente una media de 1.658 profesores de baja, lo que representa que cerca de 35.473 alumnos no están atendidos debidamente. Para el responsable regional de la sección de Enseñanza de CC OO, José Blanco, la causa de esta lamentable situación radica en el actual modelo de sustituciones de baja duración.
Plaga endémica
«Un sistema basado en la utilización del profesor que realiza funciones de apoyo en Infantil y Primaria», lo que genera a su vez otro problema porque «se le recorta un recurso básico al alumnado que tiene mayores necesidades de aprendizaje, haciendo inoperante el importante recurso educativo que supone el refuerzo».
A juicio de este representante sindical es necesario terminar con la costumbre de no cubrir las bajas con una duración inferior a 15 días en Primaria y de un mes en Secundaria.
Docentes aseguran, que en este sentido la Junta no lleva una política clara, sino basada en los «empujones». Critican que no se gaste el dinero en lo que hace falta sino en lo que vende. «Ahora está de moda el bilingüismo y vamos a gastar el dinero en él, pero vamos a seguir teniendo centros donde faltan aulas, donde falta profesorado, donde haya una baja de 15 días y no manden a nadie» denuncia Navas.
Otra plaga endémica en las aulas es el deterioro de la convivencia, y que a menudo, se materializa en titulares de prensa que recogen agresiones físicas y verbales entre alumnos, e incluso, a profesores y ante los que los pedagogos proponen la práctica de una disciplina negociada.
«Antiguamente el profesor llevaba razón. Le decías a un padre tu hijo ha hecho esto y lo otro e iba el padre y regañaba al hijo. Ahora tu tienes que demostrarle al padre que ha hecho lo que tú dices. Lo temible ya no son los alumnos, lo temible son los padres», espeta Navas.
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