San Pedro: La amargura de un sueño inconcluso
MIGUEL NIETO
Domingo, 4 de mayo 2008, 03:30
EN realidad los primeros pasos de Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, para crear la colonia agrícola de San Pedro Alcántara se dieron ... en la vega del Guadalhorce donde en las fincas patrimonio de su esposa, Francisca Paula de Tovar, perteneciente a la nobleza terrateniente de aquella España del XIX, experimenta con éxito con nuevas variedades de caña de azúcar. Pero el sueño de este prócer del que este año se cumple el bicentenario de su nacimiento, que fue capitán general de Andalucía y miembro de las Cortes, apuntaba más ambicioso. Quería una gran heredad, una vasta colonia agrícola y se fijó en los terrenos cuya médula es el actual San Pedro, que todavía conserva en su centro la primigenia distribución reticular.
El marqués dedica dos años (1858- 1860) a la compra de terrenos, en su mayoría baldíos, hasta conformar la mayor colonia agrícola privada de Europa. Son 16.424 fanegas entre Marbella, Estepona y Benahavis. El reto era audaz porque, como explicaba el ingeniero Tallefer al inspeccionar las fincas en 1860, los cortijos estaban ruinosos, el sistema de acequias no tenía orden ni concierto y las condiciones de vida de los lugareños, pobres de solemnidad, eran insalubres. La gente «caía visiblemente destruida por las calenturas», detalló. No había un árbol, apenas se cultivaba un diez por ciento del terreno y las comunicaciones eran tan precarias que en época de lluvias las cortijadas quedaban incomunicadas.
Don Manuel quería montar una granja modelo, puntera, donde introducir con las nuevas técnicas de cultivo y maquinización del agro productos como el algodón o la caña de azúcar. Es más, como señalan en sus meritorios estudios historiadores como Lucía Prieto y José Luis Casado, sin olvidar a Fernando Alcalá, se planificó no sólo el actual poblado sino también jardín botánico, observatorio meteorológico, museo agronómico, herbolario, biblioteca especializada, botica, piscifactoría, lagares, molinos para aceite y cereales, lechería, quesería, granja para aves y establos para ganado.
Su tesón e influencias se ganaron la confianza de la Administración y se firmó un acuerdo por el que el marqués cedió al estado, por un periodo de 99 años, 20 fanegas de riego y 80 de secano, así como edificios e instalaciones para los alumnos, prados y ganado. La colonia, que ocupaba unas 10.000 hectáreas, obtenía a cambio financiación pública que al principio llegó pero luego (¿les suena?) surgieron diferencias sobre cómo llevaba el marqués la colonia o sobre sus compras, entre las que se encontraba maquinaria moderna que no se sabía utilizar -para la que adelantaba el dinero de su bolsillo-. Los aportes estatales se esfumaron. Gutiérrez de la Concha se arruinó pero quedó parte de su legado. La colonia se regía por el lema 'Virtud y trabajo' que no parece justo el aplicado por las autoridades para conmemorar como se merecía la efeméride del bicentenario. Olvidamos rápido en estos pagos.
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