Pedro Rodríguez Oliva: «Hemos hecho una obra de referencia y muy completa a nivel científico»

¿Cuál es la principal aportación de esta 'Historia de Málaga'?

En 1993, los mismos autores escribimos una historia de Málaga en fascículos, de la que se editaron casi 70.000 ejemplares y que estaba formada por dos tomos que llegaban hasta 1978, con el referéndum de la Constitución. Esto se había quedado anticuado, así que parecía conveniente realizar una historia que llegara hasta nuestros días. En esta ocasión, además, hemos pasado de dos tomos a trece: en algunos casos, como por ejemplo el Barroco o el siglo XIX, se van a publicar dos volúmenes por época. La excepción la tenemos en los tres últimos libros, que abarcan los últimos treinta años y han sido elaborados por el coordinador científico de la obra, Juan Antonio Lacomba. En definitiva, se trata de una obra mejorada, corregida y aumentada.

¿Ha sido complicada la labor de coordinación de esta producción?

Ha resultado muy sencillo, al menos en lo que respecta a mi labor de coordinación editorial, pues hemos contactado con autores que son profesores de la Universidad de Málaga presentes en la anterior colección, todos con mucha experiencia en obras acerca de Málaga y Andalucía. Me gusta definir este equipo de historiadores como un equipo muy bien compenetrado.

Como historiador, ¿qué edad considera más importante en cuanto a la configuración de urbanística, cultural y económica de la ciudad (tal y como la conocemos hoy)?

Málaga tiene unas constantes desde sus orígenes ya que siempre fue una ciudad cosmopolita y abierta al Mediterráneo, aunque en algunos periodos haya estado más retraída. Me parece apasionante, en ese sentido, el mundo de finales de la Edad Media, el paso de la época musulmana a la cristiana... también son magníficas la Edad Moderna y el mundo contemporáneo. El siglo XIX, por ejemplo, tiene muchos claroscuros, si bien Málaga fue una de las principales ciudades industriales del país. Y por supuesto son apasionantes los últimos 30 años, pues los cambios han sido muy profundos.

¿Cuál es la distancia desde la que se debe escribir la historia?

La distancia no existe, la historia es lo que ha pasado y el historiador lo debe analizar como historiador. El método es siempre el mismo, el material que se emplea en función de una época u otra es lo que cambia. La cuestión de 'mantener la distancia' para escribir la historia está ya muy caduca. A un historiador del siglo XIX, por ejemplo, puede llegarle a enamorar tanto un tema que, a la hora de estudiarlo, su visión no va a estar exenta de subjetividad, pese a seguir una metodología de investigación determinada.

A la Málaga del siglo XX se le han dedicado los tres últimos tomos, ¿pueden considerarse ya una obra de referencia?

De referencia es toda la obra, pues hablamos de una historia de Málaga ineludible, muy completa desde el punto de vista científico, realizada por especialistas con propósitos de alta divulgación pero sin afán erudito, escrita con un lenguaje asequible sin restar calidad y brillantez. Sencillamente me parece excelente. Las grandes visiones sintéticas las puede proporcionar un historiador, y eso está muy presente en el caso de los últimos años de la historia de Málaga, abordados por el profesor Lacomba.

-De la Málaga Antigua, ¿cuál le resulta más fascinante: Mainake, Malaka o Malaca?

La que más me fascina es, precisamente, aquella de la que menos sé: la Malaka que fundaron los fenicios en el siglo VIII. En la 'Historia de Málaga' de 1993, por ejemplo, no sabíamos aún que había habitantes en este territorio cuando llegaron los fenicios, ni cómo se llamaban.