Francisco Echamendi: «Aquí han venido salvadores que han querido salvarse ellos»
Tras 32 años al frente de la parroquia, el sacerdote se dispone a disfrutar del retiro, pero no a callar sus opiniones
HÉCTOR BARBOTTA
Domingo, 16 de septiembre 2007, 04:19
Nacido en Pamplona en 1929, Francisco Echamendi se ordenó sacerdote en 1952, y hace 32 años se hizo cargo de la parroquia de la Encarnación, ... situada en el corazón del casco antiguo de Marbella. A sus 78 años ha llegado la hora del retiro. También la de hacer balance de una vida dedicada a una ciudad que le considera un referente moral y que le prepara un multitudinario homenaje.
¿Cuáles son sus sensaciones personales en el momento de dejar de ser párroco de Marbella después de 32 años?
Por un lado siento pena, porque esto ha sido toda mi vida; y por otro lado, alegría y gozo, porque voy a tener unos años para vivir tranquilo y descansar, y poder dedicarme a la oración, a la lectura y pasear. Y a ver la tele, si hay partidos de fútbol sobre todo. El fútbol me ha apasionado siempre y no he podido gozar de él.
¿Se quedará en Marbella?
Sí. He cambiado de piso, como le digo a la gente (ríe). He dejado la casa parroquial para que la ocupe el párroco. Unos amigos míos de Madrid a quienes yo ayudé en sus años universitarios me han cedido un piso amplio para que mientras yo viva pueda vivir ahí.
No sé si habrá muchos curas párrocos con quienes sus fieles tengan gestos como ése
No lo sé, ni me preocupa. Yo he tenido durante distintas etapas un pensamiento de mi jubilación muy distinto. Ahora me he encontrado con esta estupenda sorpresa de que me puedo quedar en Marbella, de la que soy hijo adoptivo. Un amigo mío me decía: «Eres hijo putativo de Marbella» (vuelve a reir). Vamos a ir más despacio, soy hijo adoptivo, y para mí es un gozo quedarme a vivir aquí.
Esta es una ciudad que tiene una historia reciente complicada y una reputación no muy favorable
Marbella es muy distinta. La mía es la popular, la de la calle Ancha, la de los nativos de Marbella y otros no nacidos aquí pero que se han adaptado y han vivido en Marbella y trabajado y sufrido por Marbella en los primeros años del turismo, que no fueron de apogeo, sino años de lucha. Esa es mi Marbella. Cuando iba a Madrid y me hablaban de lo que dicen las revistas, de la jet, yo les decía ¿Qué es la jet de Marbella?, no la conozco. La Marbella del 'glamur', yo no la conozco. Yo conozco la Marbella popular, la Marbella de los nativos, de los trabajadores, de los que han entregado su vida y su trabajo. Esos son los míos.
¿Esa fama que tiene Marbella le parece injusta o sólo parcial?
Es que no habla de la Marbella completa. Habla de una parte de Marbella. Mucha gente viene encandilada por eso, pero esa Marbella no está más que en alguna fiesta. No está en la Marbella de todos los días, la del trabajo y de las ocupaciones diarias.
¿La ciudad perdió el norte de sus valores en los últimos años?
Yo admiro a los políticos, pero no simpatizo con ellos. ¿Qué han hecho los políticos? Venían como salvadores, y yo siempre les decía que salvador no ha habido más que uno y como precisamente no compaginaba con la gente, se lo cargaron. Aquí han venido salvadores que han querido salvarse ellos, servirse a sí mismos y enriquecerse.
¿Usted palpa ahora un ánimo diferente en la gente? ¿Hay expectativas con el futuro?
La gente tiene esperanza, cierta esperanza. No diría una esperanza ilusionada, grande, pero sí una cierta esperanza de que esto cambie en sus dirigentes. No en el pueblo, que sigue trabajando todos los días, madrugando y viviendo las mismas cosas. Y esa debe ser nuestra esperanza. Ya le dije, no soy nada simpático de los políticos. Los políticos pertenecen a los partidos, y cada partido va buscando su beneficio. Y los políticos hoy día van entrando desde jóvenes para ir medrando dentro del partido, lo cual desengaña, defrauda.
Usted sabe que es una referencia ética para mucha gente en Marbella
Yo he tratado de predicar el Evangelio, de predicar una moral, un estilo de vida y de propagarlo. Y un poco, en lo posible, vivirlo. Pero no me he puesto ni de modelo ni de referencia para nadie. Cada uno es muy libre, y yo soy defensor de la libertad como nadie, de hacer lo que a cada uno le parezca bien y lo que le complazca.
Usted en estos más de 30 años que lleva en Marbella habrá conocido mucha gente. ¿Qué personaje le impresionó más?
Personajes no, personas. Personas hay bastantes. Las personas humildes, sencillas, que lo que han hecho es trabajar, vivir para la familia, esforzarse, enfermar y morir después. Les he asistido en distintos momentos de su vida y han sido ejemplo para sus hijos, para sus nietos y para sus vecinos. Esas es la gente que a mí me impresiona. Lo que se llamaba en otro tiempo los santos anónimos. Porque esos son para mí santos. Santos no son los que van haciendo cosas extraordinarias y extravagantes, sino el que vive normalmente su vida, dedicado a los demás y cumpliendo con su deber. He tenido a lo largo de este tiempo muchos ejemplos.
Usted desde muy pequeño quería ser sacerdote y tenía cierta inclinación por lo social. Al llegar a su jubilación, ¿siente que se han cumplido sus expectativas?
Mira: uno no llega a cumplir nunca todo lo que ha soñado y todo lo que ha querido. Pero estoy muy complacido por lo que he vivido y lo que he sido. Tengo que dar gracias por haber sido cura por la gracia de Dios.
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