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Juan Gómez-Jurado, autor de 'El paciente'. :: FERNANDO GÓMEZ
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Juan Gómez-Jurado: «No aspiro a ganar el Nobel»

EscritorAsegura que el lector es su única religión. Pensando en él, en su cabeza bullen sin descanso historias y aventuras. La última, 'El paciente', que ayer presentó en Málaga.

M. EUGENIA MERELO emerelo@diariosur.es

Lunes, 3 de febrero 2014, 13:08

Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) ama las historias y las palabras. Por eso es escritor y periodista, profesiones «tremendamente vocacionales» con las que a él le llueven los éxitos. Rey de las redes sociales, es un fenómeno de ventas en formato e-book y uno de los escritores españoles más traducidos (40 países y 42 lenguas). Sus novelas son 'bestsellers' y ocupan ya un lugar en las estanterías de millones de personas en todo el mundo. Ha prescindido de la vertiente histórica que tan bien ha funcionado en sus libros anteriores -'Espía de Dios (2006), 'Contrato con Dios' (2007), 'El emblema del traidor' (2008) y 'La leyenda del ladrón' (2012)- para escribir 'El paciente' (Planeta), un thriller protagonizado por un neurocirujano, David Evans, que se enfrenta a una disyuntiva extrema: matar al presidente de EE UU si no quiere que asesinen a su hija. A Juan Gómez-Jurado, esta apuesta, de la que ayer habló en La Térmica, le ha salido redonda.

-Dice su editorial que en pocos días en las librerías su novela ha vendido ya 50.000 ejemplares. ¿Qué va a dejar para las próximas semanas?

¡No tengo ni idea! (Risas). Estoy contento y feliz porque va muy bien, pero en estos días no paro y no se datos exactos. Pero va mucho mejor que mis libros anteriores y, que en tiempos de crisis como los que vivimos, la gente apueste por leer cosas de autores de aquí, que son nuestros, pues es bonito.

-La etiqueta que le colgaron, 'el Kent Follet español', ¿agrada o escuece?

-Una vez que estaba comiendo con él se lo conté. Y él dijo: «Hay que tener cuidado, no sea que pronto me llamen a mí el Gómez-Jurado galés'. Es una persona encantadora, yo admiro su forma de trabajar. Tenemos formas de publicar y de entender la literatura completamente distintas, aunque a los dos nos lleva lo mismo: la emoción y el entretener al lector. No, no me molesta en absoluto esa etiqueta.

-La buena literatura, ¿es la que entretiene y divierte a los lectores o la que ayuda a abrir los ojos?

- Tiene que tener las dos cosas. Ninguna novela va de lo que va la novela. Todas novelas, buenas o malas, mejores o peores, regulares o excelentes, de lo que van es de nosotros mismos, de la naturaleza humana. Yo lo que intento es aunar esas dos cosas: escribir literatura de acción, no cabe ninguna duda, pero siempre desde el punto de vista de la calidad.

-¿Y qué cantidad de esas dosis les da a los lectores en 'El paciente?

-Es una novela que, como he dicho antes, no solo está hablando de lo que está hablando. No es solo la historia de David Evans y de su conflicto y del dilema tan tremendo que tiene encima de la mesa, sino que además es una historia que a los lectores les hace plantearse cosas sobre ellos mismos. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por nuestros seres queridos? ¿En qué medida dejamos que nuestro día a día no nos deje estar con ellos como se merecen? Es un dilema que tenemos todos, y además lo tenemos todos los días.

Conflicto

-Sin duda, la fuerza del amor circula también por las 480 página de la novela, ¿sabemos a amar o algunos tendrían que tomar algunas lecciones?

-Creo que no sabemos amar. No es solo que no sepamos, es que el mundo de hoy en día a veces no nos deja amar como a nosotros nos gustaría. Por eso creo que es tan bonita la historia de David y de su hija. David es consciente de que no estuvo ahí con su mujer para quererla como se merecía, para darle lo que ella necesitaba, y ahora que ella ya no está, lo único que le queda es luchar por su sangre y por su familia con todas las armas a su disposición. Pero al mismo tiempo él tiene por delante la vida que le está llevando en otra dirección, en este caso tan extremo como es que le obliguen a matar a su próximo paciente si quiere volver a ver viva a su hija. Y ahí está el amor que siente un padre por su hija y por las cosas que uno hace, y el conflicto que puede surgir entre ambos.

-Aborda también la adopción, en ese ejercicio, ¿qué hay de autobiográfico?

-Bastante. En todas mis novelas siempre hay una búsqueda de identidad. Decía Aristóteles que hay un grupo de historias que son muy identificables, las que siempre se repiten una y otra vez, el viaje a la venganza, la búsqueda del tesoro, las búsqueda del amor... Son las que siempre nos hacen vibrar y nos hacen sentir. Pero, de todas ellas, al final se pueden resumir en una sola pregunta: ¿quién soy yo? Es algo que en mis novelas está muy a flor de piel y que obliga a la gente a reflexionar y a preguntarse cosas.

-En 'Espía de Dios' había un psicópata que iba asesinando cardenales. En 'El paciente', un médico que puede asesinar al presidente de los Estados Unidos. Las intrigas trufadas de historia o de poder, ¿son un método infalible para llegar a muchos lectores?

-No lo es. Lo importante no es la historia sino cómo se cuenta, cuál es el mensaje que queda debajo. En términos estrictamente literarios estaríamos hablando de premisa moral, un concepto alejado del gran público pero que al final está presente en todas las historias.

-No hay dos sin tres, ni quinto malo. 'El paciente', ¿es su mejor novela?

- (Risas). ¡Sin ninguna duda! Hay mucha distancia. Escribiendo la anterior yo evolucioné, crecí también mucho como persona. Ahora tengo 36 años y voy acercándome a poco a poco a lo que quiero hacer como escritor. Cuando estás escribiendo es como cuando estás corriendo los 100 metros lisos: puede que llegues a la meta pero igual no consigues la marca que querías. Yo en mis novelas anteriores no llegué tan lejos como quería porque no estaba preparado, no tenía ni las armas ni la capacidad necesaria. Ahora creo que sí. He escrito exactamente la novela que quería escribir.

-Y encima va camino ya de convertirse en película en Hollywood. ¿Qué actor le pondría de protagonista?

-¡Clive Owen! Tiene que ser una persona fuerte, pero al mismo tiempo con una tremenda fragilidad. Esta no es una historia de un héroe de ficción al uso, no es la historia de un héroe tipo Bruce Willis. Es la historia de una persona normal, como el lector que está leyendo.

Historias

-¿No tendrá ya pesadillas con la alfombra roja?

-!Yo tengo mis sueños, pesadillas ninguna! Alguna vez quiero estar allí, aunque solo sea para vivir esa experiencia. No voy a ganar el premio Nobel, eso lo tengo clarísimo, no soy esa clase de escritor, ni tampoco pretendo serlo, y no tengo ningún complejo en admitirlo. Para mi el Nobel sería una alfombra roja y ver cómo las historias que he creado acaban llegando a millones de personas.

-Con su primera novela ya vendió más de un millón de libros en todo el mundo. Cifras como esas, ¿marean o o inflaman el ego?

-Son cosas de las que intentas escapar con todas tus fuerzas. Lo que importa de verdad es hacer lo que nos hace felices, no lo que nos hace sentirnos cómodos. Yo estoy contento de poder contar las historias que a mi me gusta contar y que me gusta escribir. Es lo único que me preocupa. Mi única religión es el lector; que se lo pase bien.

-No le quita el sueño ganar el Nobel. ¿Y se lo quita que esos lectores le den la espalda en algún momento?

-Pues no, porque seguramente si me dan la espalda es porque me lo merezco, porque no haya trabajado lo suficiente o no haya hechos las cosas lo suficientemente bien para emocionarles. Es como un futbolista. Si corriendo no llega a romper ese fuera de juego, ¿qué sentido tiene estar corriendo detrás del balón? Sería el momento de ponerse a hacer otra cosa.

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