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MANUEL G. BORREGO
Jueves, 26 de septiembre 2013, 13:16
En los últimos años había rematado varias veces al palo acertando 13 resultados, pero el día de ayer fue diferente para él. Pasadas las 23.30 horas de la noche y con el tercer gol del Valencia al Sevilla, un vecino de Huelin, con la jubilación a la vuelta de la esquina, empezó a darse cuenta de que la quimera iba tomando forma: estaba a punto de ganar la quiniela. Con el pitido final se confirmaron sus presagios, y a primera hora del día siguiente, ayer, ya estaba en la puerta del puesto de loterías de su vecindario para recoger el premio. Ni más ni menos que 329.090,05 euros.
«Ha venido muy contento, aunque más que por él por sus hijos», apunta Manuel Bueno, propietario de la administración de loterías de Avenida Sor Teresa Prat, que explica que cuando llegó sólo pensaba en ayudar a sus hijos, en paro y con toda una hipoteca a cuestas. «Hasta ayer estaba cerca de jubilarse, pero hoy está ya jubilado seguro», añade el lotero. Aún así, el premiado confirmó que a pesar de la cantidad de dinero recibido seguirá jugando cada semana, porque «a quien le gusta el fútbol es fijo en la quiniela y el quinigol».
No es la primera vez que esta administración entrega un premio de tal calibre. Hace unos meses, Manolo repartió más de 60.000 de euros de una bonoloto, y excepto el Gordo de Navidad todos los premios han tocado alguna vez en este negocio de más 40 años de antigüedad que heredó de su padre hace trece años. El mismo que en su día también dio a un acertante del pleno al quince alrededor de 90 millones de pesetas, el equivalente actual a 500.000 euros.
Mientras transcurre la entrevista se escucha a Josefa Banderas, una clienta asidua de la administración, celebrar los cien euros que acaba de ganar. «¡Por dios, cien euros! ¡Me vas a hacer una reina, Manolo! ¡Hay que ver la alegría que dan cien euros y lo rápido que nos los gastamos luego», exclama Josefa exultante, que ya piensa en canjearlo por un par de apaños para el coche de su hija. «Suele suceder en los últimos tiempos que el premio se lo acaba llevando el niño o la niña», apunta Manolo, que siempre se alegra cuando cae algo en Carretera de Cádiz, «sobre todo cuando es en zona obrera, porque son personas que realmente lo necesitan».
Indudablemente parte de esta alegría que siente proviene del hecho de conocer a toda la clientela. Es el caso de José Luis Platero, que comenzó a ir al establecimiento únicamente por Manolo. «Normalmente no me toca nada, como mucho la devolución, pero Manolo me ha enganchado por su temperamento y por su forma de ser. Te llena como persona», cuenta José Luis, que opina que «merece la pena» jugar la lotería aunque sea por el mero hecho de hacer vida social.
Otra de los puntos a favor de ser lotero reside en que más de una vez vez el propio Manolo ha sido correspondido con algún que otro obsequio. «Dinero no, pero a veces sí que 'me toca' una cajita de puros. Saben que por la tarde, cuando estoy tranquilo, me gusta salir a la puerta a fumarme un puro y aprovechan la circunstancia», comenta el lotero, un trabajador incansable que sólo descansa los domingos. El resto de los días regenta él solo el negocio, lo que convierte la suya en una vida «rutinaria» que a veces hay lugar para las sorpresas. La de esta mañana ha sido una de ellas, y ha provocado una relativa euforia entre algunos clientes de la barriada que se han acercado a pedir varias quinielas automáticas.
Dentro de poco todo volverá a la normalidad y el negocio continuará estable, «como siempre», con algunos picos en la Navidad. Aunque, para bien o para mal, el calendario cada vez aprieta más. «Mañana (por hoy) vuelve a haber jornada. ¡Esto es un no parar!».
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