«Iba a encender un cigarro en el bar y el camarero no me ha dejado»
Con la entrada en vigor de la ley antitabaco, los fumadores buscan su sitio en la calle y en las terrazas de los locales
SELENE VEGA ciudadanos@diariosur.es
Lunes, 3 de enero 2011, 13:19
«Iba a encender un cigarrillo en el bar, pero el camarero no me ha dejado». La frase es de un fumador despistado que ... aún no se había enterado de que, desde ayer, está prohibido consumir tabaco en todos los espacios públicos cerrados y en algunos al aire libre, como parques infantiles, patios de colegios o recintos sanitarios.
La norma ha generado opiniones dispares en los ámbitos a los que afecta. En negocios como cafeterías y restaurantes, en los que ya no se puede habilitar una zona para fumadores, la mayoría de la clientela se mostró tolerante hacia el cambio. En la capital, los que tienen esta adicción buscaron ayer su sitio en la calle y en las terrazas al aire libre.
A los hosteleros, mientras tanto, les preocupaba perder afluencia de público. En la plaza de la Constitución, el encargado de la taberna 100 Montaditos -en cuyo local se contemplaba la posibilidad de fumar en todos los espacios hasta ayer mismo-, Roberto Pérez, explicó que la normativa probablemente les provoque pérdidas al principio, pero quiso resaltar que la medida le parece oportuna, incluso por el bienestar de los empleados, que ya no tendrán que soportar el humo del tabaco que se metía hasta la cocina.
Uno de los clientes que se encontraba mirando la carta, Rafael Muñoz, se apresuró a opinar: «Aunque yo fumo, me parece estupenda la ley, porque me da coraje que alguien se ponga a fumar al lado cuando estoy comiendo con mi niña». A juicio de este malagueño eran pocos los locales que habían habilitado espacios debidamente delimitados entre fumadores y no fumadores, colocando por ejemplo un biombo en vez de extractores de humo.
Menos clientes
En la misma plaza, el dueño del Café Central, Rafael Prado, se afanaba a media mañana por colocar los carteles que advertían de que ya no se puede fumar dentro del local. Este empresario se quejó del desembolso que le supuso habilitar una zona en la que tuviera cabida la nicotina y opinó que hubiese sido mejor dejar la ley como estaba. «Hemos perdido muchos clientes, sobre todo en los desayunos», explicó. Asimismo, afirmó que han tenido problemas entre los mismos clientes y subrayó que los menos tolerantes en los casos de desacuerdo son casi siempre los fumadores.
Alejandro Rodríguez, un cliente habitual del Café Central, confesó que, aunque no le molesta demasiado el tabaco, le parece bien que solo se permita fumar al aire libre. «Da gusto poder tomarse algo en un ambiente más limpio, ya no está cargado», consideró. María Gala, una señora no fumadora que salía del local, replicó que era una norma «necesaria» para no tener que tragar el humo de los demás y que había tardado mucho en salir.
No eran pocos los extranjeros que se encontraban tomando un café y fumando en las terrazas, disfrutando del sol malagueño que se dejó caer en la mañana de ayer. Todos desconocían que entraba en vigor la norma precisamente ese día, pero a ninguno le pilló por sorpresa. «A mí me parece bien, en Eslovaquia no se puede fumar en los sitios donde se come», manifestó el joven Libor Kociab, que estaba en la provincia de vacaciones.
La holandesa Shanna estaba junto a su pareja tres o cuatro mesas más a la izquierda en la misma terraza dando caladas a su cigarrillo. «Me parece bien que no se pueda fumar dentro», aseveró. Curiosamente, en Holanda la norma prohíbe el humo del tabaco, pero no el de la marihuana.
Agentes de la Policía Nacional que estaban patrullando en la plaza del Carbón comentaron que no habían recibido aún ningún aviso de disputa provocada por la aplicación de esta nueva norma. No obstante, matizaron que, probablemente, los mayores problemas se darán por la noche, en las discotecas y pubs, donde tampoco se puede fumar por primera vez. Las multas por vulnerar la normativa van desde los 30 euros, en las infracciones leves, a los 600.000 euros, en el caso de que sean consideradas muy graves.
A pesar de los temores de los hosteleros y de todas las opiniones dispares de los ciudadanos, probablemente sea una cuestión de aprender a convivir 'sin malos humos'.
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