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El equipo de agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional que puso a salvo la vida de los pequeños tras rescatarlos del incendio. SUR

«El momento del rescate de los niños fue duro, los angelitos tenían quemaduras y no podían ni llorar»

La rápida intervención del oficial José Dorado y sus compañeros de la UPR fue decisiva para poner a salvo la vida de tres menores de cuatro, siete y ocho años tras incendiarse la casa de su abuela

Domingo, 20 de marzo 2022, 13:28

Hay escenas que se quedan grabadas en la memoria de por vida. El oficial José Dorado y sus compañeros de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional vivieron el pasado martes 15 de marzo uno de esos instantes, difíciles de olvidar. Fue durante el rescate de tres pequeños que se quedaron en casa de su abuela, en Torremolinos, donde se originó un incendio. Los agentes pasaron por la zona de casualidad y pudieron poner a salvo a los críos, de cuatro, siete y ocho años. «Fue un momento duro porque estaban muy heridos y los angelitos ni siquiera tenían fuerzas para llorar, estaban casi al borde del desmayo», recuerda el policía.

Los encontraron tendidos en el suelo del rellano de la primera planta, donde también estaba tumbada la abuela, de 59 años. Los efectivos tomaron en brazos a los niños con la máxima delicadeza posible para sacarlos del inmueble y que pudieran respirar. Al mismo tiempo, otros tres agentes cogieron a la adulta, bajándola rápidamente por las escaleras para llevarla al exterior del edificio. La rápida intervención de los UPR fue determinante para que no sufrieran daños mayores.

En esa misma calle había una clínica hospitalaria privada en la que prestaron una primera asistencia de urgencia a los chiquillos y a la mujer mientras esperaban a la llegada de las ambulancias del 061. «Todos nosotros somos padres y la verdad es que fue una intervención estresante y triste, sobre todo por los niños, pero nos tocó mantener la serenidad, como hay que hacer en este tipo de situaciones, para intentar que las secuelas fueran las mínimas posibles», apunta Dorado.

Según explica, todo sucedió sobre las cinco de la tarde, cuando el indicativo estaba patrullando por el centro de esta localidad malagueña. Al girar la esquina de la calle Eduardo Aguilera Romero vieron a un hombre que les hacía señales, bastante nervioso, para que detuvieran la furgoneta. Esa persona era el conserje del bloque y les avisó de que se había producido fuego en una de las casas.

El empleado casi había logrado extinguir las llamas con la manguera anti-incendios del edificio, pero se vio obligado a salir del mismo porque el ambiente se había vuelto prácticamente irrespirable a causa del humo. En ese mismo momento, la madre de los pequeños llegó corriendo al portal, en estado de gran desesperación, gritando que sus hijos se encontraban en la vivienda siniestrada.

«Inmediatamente nos adentramos en el bloque, no nos hizo falta ni mediar palabra; nuestra prioridad era sacar a los menores porque con la cantidad de humo que había la vida podía correr peligro», cuenta Dorado. Aunque lograron ponerlos a salvo, los niños tuvieron que ser evacuados al Hospital Materno, ya que sufrieron quemaduras importantes, así como la abuela, que fue trasladada al Hospital Regional de Málaga.

Rescate de ancianos

La actuación de los UPR no acabó ahí. El inmueble en el que se declaró el incendio tenía once pisos y, según relata el policía, en él vivían muchas personas mayores que, alertados por el fuego, intentaban abandonar el bloque por las escaleras.

«Estuvimos casi unos veinte minutos sacando a personas tanto de esa planta como de la de arriba, que es donde había peligro; algunos eran ancianos con movilidad reducida o con dificultades por su edad», detalla. El agente, además, señala que había bastante riesgo de caídas porque «no se veía nada» y el suelo estaba cubierto de agua de la manguera anti-incendios.

Al mismo tiempo, los policías iban avisando a los vecinos que estaban en los domicilios para que no abrieran la puerta y pusieran una toalla húmeda en el resquicio de la entrada, de modo que el humo no pudiera acceder al interior.

«Por suerte, los compañeros llevamos muchos años trabajando juntos en equipo y eso ayudó a actuar con la mayor celeridad posible sin necesidad casi de hablar; con los gestos y las miradas ya sabíamos qué teníamos que hacer cada uno para arrimar el hombro juntos», asegura Dorado.

Otra furgoneta de los UPR también acudió al lugar y cortó el tráfico para preparar el acceso de los camiones de bomberos, además de atender a las personas que habían sido evacuadas del edificio. «Afortunadamente, los Bomberos y la Policía Local no tardaron mucho en llegar porque el incendio fue grave y fueron varios los vecinos que llamaron para dar el aviso», expone el oficial.

Dorado y su equipo también tuvieron que ser atendidos por los servicios sanitarios debido a la cantidad de humo que inhalaron durante su intervención. Para los UPR, a pesar de las innumerables actuaciones que acumulan a sus espaldas, el momento en que rescataron a los niños y se acurrucaron en sus brazos quedará por siempre en su memoria. Y el alivio de saber que les salvaron la vida.

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