Archivan el crimen de Mateo en La Palmilla tras el cambio de versión de un testigo protegido
La jueza concluye que no hay autor conocido del disparo de kalashnikov que acabó con la vida del jubilado de 74 años cuando veía la tele con su mujer en su casa, ajeno al tiroteo
El caso de Mateo Vallecillos, el jubilado de 74 años que murió en La Palmilla tras ser alcanzado en su casa por una bala perdida ... de un kalashnikov, se ha ido desmoronando a medida que quemaba etapas en su recorrido judicial. De 10 detenidos se pasó a cuatro procesados y, ahora, al archivo provisional de las diligencias por «falta de autor conocido», según el auto, al que ha tenido acceso este periódico.
La titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Málaga, que ha dirigido la investigación, recoge en su resolución dos argumentos que han hecho tambalear los cimientos del caso. El primero es el escaso valor probatorio que da a unos archivos de audio remitidos por la policía al considerar que podrían arrojar luz sobre la autoría de los disparos. «Nada apuntan en tal sentido», concluye la magistrada.
El segundo es, seguramente, el más importante. La jueza resalta en su escrito que un testigo protegido (TP4), que inicialmente había identificado a los investigados como autores de la ráfaga de disparos, no mantuvo la «solidez» de su primera declaración cuando fue citado nuevamente en el juzgado, lo que supuso perder un testimonio clave para la acusación.
No en vano, la declaración inicial del TP4 había supuesto un vuelco para la investigación, como reconocía la propia policía en su atestado, ya que identificó a cuatro miembros de un clan –a la postre, los únicos que fueron procesados– y aseguró que los había visto armados por la calle presuntamente con una metralleta, un subfusil y dos pistolas mientras gritaban «hasta aquí hemos llegado, vais a morir».
El contexto de lo que sucedió se enmarca en una guerra entre clanes de La Palmilla. «Llevan desde ayer reuniéndose», explicaba una de las personas que llamó a la policía a las 21.15 horas de aquel 5 de febrero de 2020. «Está la cosa un poco calentita; bueno, tampoco va a pasar nada, pero que está la cosa fuerte», añadió.
Ajeno a todo, Mateo Vallecillos veía la tele con su mujer en su piso, el 10ºC del número 5 de la calle Ebro. El sonido de una ráfaga de disparos le hizo incorporarse del sofá y caminar hacia la ventana para echar un vistazo. No le dio tiempo. Una bala le alcanzó por la espalda después de atravesar la cortina, la mosquitera y la cristalera de la terraza. «Me han matado», dijo a su esposa antes de desvanecerse en mitad del salón.
Según la declaración inicial del TP4, todo comenzó cuatro meses antes, cuando un individuo de uno de los clanes presuntamente le fracturó un brazo a un joven de otra familia que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. El hermano del herido habría apuñalado al primero en represalia. Aunque hubo denuncia, posteriormente se retiró porque «los mayores de ambas familias solucionaron el tema».
También contó que, una semana antes del tiroteo, un grupo de 15 jóvenes, parientes del apuñalado, se abalanzaron sobre un coche en el que iban tres miembros de otro clan, llegando a proferir amenazas de muerte. En la víspera de la muerte de Mateo, según el TP4, hubo otra refriega en la que se retaron a pelearse a puñetazos. Y el día de autos, por la mañana, los mayores volvieron a reunirse y en teoría todo quedó aclarado. Pero no.
Los abogados de los procesados trataron de poner en duda la declaración del testigo protegido tachándola de tendenciosa. El pasado mes de octubre, en una segunda comparecencia ante la jueza solicitada por la defensa de uno de los investigados, el TP4 no quiso declarar ni, al parecer, ratificar lo que había contado anteriormente.
Por todo lo anterior, la magistrada ha decidido, a petición del fiscal, archivar provisionalmente el caso por falta de autor conocido, aunque el auto es recurrible. El atestado de la policía concluyó: «Mateo encontró la muerte más injusta de todas por la necedad, las discrepancias y la facilidad con la que estos grupos pueden acceder a las armas».
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