Secciones
Servicios
Destacamos
Fue un 20 de enero de 1966 y en principio no estaba llamado a convertirse en la revolución que protagonizaría después. No tenía una arquitectura ... llamativa, su patio de butacas no era el más grande de la época y ni siquiera estaba en lo que los malagueños consideraban, entonces, el circuito central de la ciudad. Pero el Astoria sólo necesitó unos cuantos años para serlo todo en la memoria urbana, cultural y hasta sentimental de los malagueños.
Aquel 20 de enero, la cartelera del nuevo cine se estrenaba con 'My fair lady'. Seguro que la recuerdan, con una sensacional Audrey Hepburn en el papel de una vendedora harapienta y desaliñada que se cruza en el camino de un profesor de inglés (Rex Harrison) que juega a convertirla en una dama distinguida en sólo seis meses. El resto es historia del cine.
Recordaba la película el otro día, cuando nos presentaron la (nueva, una más) propuesta arquitectónica del estudio Barozzi Veiga que se levantará sobre el enorme cráter que dejó la demolición del Astoria hace casi cinco años. Y no pude evitar entrar en el juego de comparaciones con ese clásico del cine, pero a la inversa: un espacio convertido por derecho propio -por singular, por histórico, por su ubicación privilegiada- en la gran dama urbana de la ciudad pero que corre el riesgo de quedarse en una realidad desaliñada y gris si la apuesta no sale bien y si no se afina el tiro de lo que realmente merece esta plaza emblemática.
Podemos hacer apuestas, como en la película de Hepburn, pero visto lo visto corremos el riesgo de que el solar del Astoria se convierta en calabaza. Ahí tienen la hemeroteca: desde que el Ayuntamiento le compró a sus dueños el edificio por más de 20 millones de euros en el año 2010, los avances han sido mínimos. Eso sí: mucho debate ciudadano y político y mucha promesa sin ejecutar, pero poca acción. Llevamos tres concursos de ideas (¡tres!) y aún da la sensación de que la única idea es la que no se tiene para un espacio tan emblemático.
Por hacer balance: el solar del Astoria ha aspirado a ser un mercado gourmet, un gran espacio escénico con la marca de Antonio Banderas, un centro cultural con mil y un usos y hasta una plaza abierta, por decir sólo algunos ejemplos. Y nada ha cuajado. Ahora tenemos la propuesta de un cubo de piedra que hará de cuarta pared y que, más allá de gustos e intereses, no parece que convenza a todos.
Pero vayamos a lo central del argumento: el Astoria merece un final a la altura de su entorno. Por la plaza de La Merced, por la Alcazaba y Gibralfaro, por el teatro romano o por la calle Alcazabilla; y eso sólo pasa por un proyecto que sea capaz de entender y honrar ese espacio como la joya de la corona, la gran dama de ciudad. Todo lo que se salga de ahí es tener poca idea de lo que nos jugamos. Y terminar como en la peli, pero al revés.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Crece la familia del reptilario de Cabárceno
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.