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CALLE ANCHA

LA SUERTE NO ESTÁ ECHADA

El carácter de monopolio que propugnaba la ONCE, a pesar de que hubo negociaciones con el Gobierno, terminó llevando a la desaparición de PRODIECU, que llegó a tener locales en Marbella

FRANCISCO MOYANO

Martes, 31 de enero 2017, 08:24

DE un tiempo a esta parte, rara es la semana en que alguno de los sorteos de azar existentes en España no deja algunos miles de euros en Marbella; excelente noticia para los agraciados y para las administraciones de lotería o el vendedor que dispensa la papeleta premiada porque la clientela les aumenta. La del juego es una de las más genuinas «pasiones españolas» de todos los tiempos; no hay manera de sustraerse totalmente a la lotería y, aunque sea por simple tradición, hay momentos en que todos compramos al menos un décimo, posiblemente en el convencimiento pleno de que no nos va a tocar. Incluso hubo un momento, allá en los años ochenta, en que junto a la quiniela futbolística se especuló con la puesta en marcha de una quiniela taurina; quedó en simple idea y eso que todavía las voces en contra de la tauromaquia no habían comenzado a alzarse. Fue precisamente en los ochenta cuando, tras la autorización en el país del juego, eclosionaron todo tipo de loterías y rifas, con especial proyección para la recuperada primitiva y la consolidación del cupón de la ONCE, aumentando espectacularmente la cuantía de los premios y abandonando el carácter modesto que había tenido durante muchos años durante el periodo de la Dictadura.

Al amparo de esa apertura, fueron más de uno los grupos y organismos que intentaron quedarse con parte del pastel. A mitad de los años ochenta, primero en la calle Málaga y más tarde en el edificio Esla, en Marbella, se abrieron locales con un cartel que ponía PRODIECU. Se trataba de una organización surgida con el objetivo de valerse del juego, mediante la venta de cupones, para proporcionar trabajo a los minusválidos. No contaban con sorteo propio, de manera que se valían del que efectuaba a diario la Organización de Ciegos. La asistencia de un vacío legal hizo muy dificultosa su prohibición, al tiempo que tampoco contaban con una autorización expresa. Ese carácter de presunta ilegalidad acarreó la inmediata «guerra» entre PRODIECU y ONCE; hostilidades que terminarían a favor de la Organización de Ciegos, no sin una numantina resistencia por parte de los derrotados. En más de una ocasión la Junta de Andalucía multó a la organización con multas que fueron desde las cincuenta mil a las seiscientas mil pesetas, que no siempre llegaron a ejecutarse porque no quedaba claro si una asociación que carecía de legalidad podía ser objeto de acción punitiva como era la multa. Se dio el caso en Marbella del cierre del local de la calle Málaga por orden del Gobierno civil y solamente unos días después abrirse una nueva sede, sin que la policía pudiese intervenir.

PRODIECU había nacido en Barcelona, en el otoño de 1984, por iniciativa de Andrés Rodríguez Rodríguez, dando trabajo a cuarenta minusválidos y contando con la subvención de la Casa de Andalucía en Barcelona. La organización se fue extendiendo por toda España, llegándose a decir que proporcionaba trabajo a unas trece mil personas en todo el país. En Marbella existían unos cincuenta vendedores y el delegado (también para Estepona y Ronda) era Bernardo Salido. Parece que los vendedores cotizaban a la Seguridad Social y la organización hacía aportaciones a Hacienda. Vendían diariamente en la ciudad unos siete mil cupones en 1987, muy lejos de los casi treinta mil que distribuía a diario la ONCE. El carácter de monopolio que propugnaba la ONCE, a pesar de que hubo negociaciones con el Gobierno, terminó llevando a la desaparición de PRODIECU, cuya existencia ha salido de la memoria colectiva.

No fue el único intento de venta de cupones y así en Marbella funcionó 'La Rápida', rigurosamente perseguida policialmente y reducida a la mínima expresión. La instrumentalización de los minusválidos unido a otra de las perennes tradiciones españolas (la picaresca) generó 'Minusválidos Asociados Españoles' (MAE), que tuvo una corta andadura. Pero el sometimiento a los dictados de la suerte continúa; pareciera que todos contamos con un hipotético gen de la ludopatía sujeto a la 'lotería' de que unas veces se manifieste y otras, la mayoría afortunadamente, no.

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