Rafael Rodríguez: «En los 80 los que no iban de mods, rockers, punks o heavys eran los raros, eran pijos»
Figura clave de la movida de Málaga, precursor de la concentración mod, bajista de 'Agentes Secretos', creador del fanzine 'Caiga quien caiga' y promotor de bares como El club 60
Polo y zapatillas de Fred Perry y pantalones british de cuadros, Rafael Rodríguez (59 años que no aparenta) ha cambiado de vida, pero no de ... estética. Figura clave para entender la movida de Málaga, precursor de las concentraciones mod y bajista de 'Agentes secretos', abrió varios bares en los 80 y 90, cuando el centro de Málaga era un páramo. En su haber de aquellos años está un fanzine de música, 'Caiga quien Caiga', y una tienda con ropa de David Delfín, Ailanto y jóvenes diseñadores. Varios años y negocios después sigue siendo alternativo a su manera: vive con su familia, más de 200 bonsáis y 4 gatos blancos de ojos azules.
–¿Fuiste un adolescente rebelde?
–Me volví rebelde cuando cambié de colegio. Mis padres se compraron un chalet en Miraflores del Palo y en octavo de EGB pasé del Rosario Moreno, en La Paz, al San Estanislao, en El Palo. Era un ambiente diferente en el que todos se conocían y no me integré completamente. Yo tenía 14 años y era el nuevo, me llamaban el New. Ese verano conocí a un chico en Pedregalejo que me preguntó si me gustaba el ska (el rock jamaicano) y yo le dije que sí, que yo era mod. Yo ni sabía que había mods en Málaga, pero una gente del colegio se había ido de intercambio a Inglaterra a aprender inglés y a la vuelta me dijeron: tío, que allí lo que se llevan son los mods, que bailan así, se visten con corbatita y escuchan a los Kinks, los Who. Y empecé a escuchar esa música y dije: esto es lo que me gusta a mí. Y el chico que conocí me habló del bar Ska'lon, en la calle Beatas, que era donde iban los mods.
«Empecé a vestirme con una corbatita, con chapitas… pero, claro, iba solo, porque creía que era el único mod que había en Málaga»
–¿Eras el alternativo de la clase?
–Me volví el alternativo. Empecé a vestirme con una corbatita, con chapitas… pero, claro, iba solo, porque creía que era el único mod que había en Málaga.

–Entonces no había Internet ¿Cómo podías seguir esa moda?
–En las radios sonaban ya los discos de Madness y de The Specials. Íbamos a la discoteca Piper's o al Perro Andaluz, en el Paseo de Sancha, que te ponían música de los 80, New Wave, The B-52's… una mezcla que para mí era top mod, claro. Fui al bar de la calle Beatas que me habían recomendado y le dije a un amigo: Acércate conmigo que me da vergüenza aparecer allí solo. Era jueves y solamente había un mod que llevaba una camisa y corbata negra, Robert. Me dijo: Vente el fin de semana, que es cuando vienen todos y cuando llegué el viernes era como si hubiese viajado a Londres. Iba supernervioso, aquello estaba lleno de mods y ya empecé a juntarme con ellos. A partir de entonces empecé a ponerme mi parka y todo el colegio me llamaban el mod.
–¿Te decían algo tus padres por vestir diferente?
–Siempre han sido muy permisivos, como la mayoría de los padres de esos tiempos. Veníamos de una dictadura y hubo una explosión juvenil… era la moda. En esa época los que no iban de mod, de punk, de rocker o de heavy eran los raros, eran pijos.
–¿En San Estanislao también había tribus urbanas?
–Había algún mod de un curso superior. Recuerdo que fuimos de viaje de estudios a Madrid y a Galicia y en Madrid todos se fueron a discotecas y yo me fui con un amigo al que le gustaba el punk y nos metimos en Rockola a ver un concierto de The Lords of the New Church. Cuando volvimos se me ocurrió hacer un fanzine, porque en España no había revistas musicales. Se llamaba 'Caiga quien caiga' y en él colaboraba mucha gente de la movida malagueña: rockers, mods, vanguardistas, punks, de todo. Había gente que dibujaba, gente que escribía poesía. Yo lo maquetaba, hacía una edición mensual, y lo vendía en toda España. En el diario pop de Radio 3 daban direcciones de fanzines y la gente te mandaba un sobre con 100 pesetas y sellos y tú le enviabas dos o tres números, así lo distribuíamos fuera.
–¿Cómo le explicarías a alguien que no lo vivió qué era ser mod?
–Básicamente era vestir elegante: con un polo, traje de chaqueta de tres botones, solapa estrecha, corbata y una parka militar inglesa… una estética muy british. Escuchábamos a grupos de los 80 que hacían una música basada la de los 60, pero diferente. Nos comprábamos Scooter, Lambrettas y Vespas y las adornábamos como las de los mods de los años 60.
–En Semana Santa los mods os reuníais en el bar Colón ¿También veías tronos?
«organizamos la primera concentración mod de España, con conciertos en Ska'lon y Nueva Pulsación. Hicimos las tres o cuatro primeras y luego ya siguieron Pepe Morales y Churri»
–Mis padres tenían una silla en primera línea de la calle Larios y no me perdía una procesión desde que tenía siete años, a los 14 me iba yo solo a verlas y a los 16 empezamos a organizar las concentraciones en Semana Santa en Málaga, porque venían muchos mods de Madrid con sus Scooter y sus Vespas. Vinieron un año y al siguiente ya montamos fiestas, programación y conciertos. Un amigo, José Marín, y yo hablamos con unos bares de Pedregalejo y organizamos la primera concentración mod de España, con conciertos en Ska'lon y Nueva Pulsación. Hicimos las tres o cuatro primeras y luego ya siguieron Pepe Morales y Churri, que pasaron a hacerlas en Torremolinos.
–Tienes un hijo de 21 años y otro 12 años ¿Te preguntan por tu etapa mod?
–No les gusta mucho. En 2018, en el 30 aniversario de la edición del disco que grabé con 'Agentes Secretos'. Nos reunimos de nuevo y teníamos que quedar para ensayar. Sobre todo al mayor, que tendría entonces 14 años, no le hacía ninguna gracia. Creo que pensaba: mi padre es muy mayor para hacer estas cosas.
«En el instituto de Martiricos había cuatro heavys y cuatro mods que se conocían y llegaba un momento en que decías... Sí es que nos conocemos... y ya empezabas a hablar con ellos»
–Cómo se llevaban en Málaga las tribus urbanas?
–Cuando empezamos los mods en Málaga no había rockers y casi no había punks. Sólo había heavys, que eran enemigos de los mods y al principio sí que hubo peleas. Quedábamos en Martiricos para pegarnos… Y al final, ¿qué pasaba? En el instituto de Martiricos había cuatro heavys y cuatro mods que se conocían y llegaba un momento en que decías... Sí es que nos conocemos... y ya empezabas a hablar con ellos .
Del Club 60 al Blanco y Negro
– ¿Abriste un bar en la calle Beatas en el 89?
–Sí. Yo ponía música en una discoteca que se llamaba Party Party. Un día vi un cartel de un concierto de blues en un bar de la calle Beatas que tenía dos plantas: la parte de abajo era El Chiti y la parte de arriba se llamaba El Sapo Verde. Pensé: Está genial para hacer conciertos, porque no había salas ni nada parecido en Málaga. Poníamos música diferente a la de todos los demás bares. Allí iban heavys, punks, rockers, mods… podías escuchar desde Creedence Clearwater Revival, Sex Pistols, hasta música española. Con las inundaciones del 89 tuvimos que cerrar. Y luego abrí El Club 60 en la Barriada de la Princesa. Yo tenía el grupo 'Agentes Secretos' y al principio ensayábamos en el garaje de mi casa, en Miraflores del Palo, pero luego encontramos un local en la calle Domingo de Orueta, con un sótano, que podíamos compartir con algún grupo más y hacer conciertos, y que tenía un local a pie de calle donde montamos un bar, y ahí estuvimos cuatro años, hasta el 94. El Blanco y Negro fue el último bar que abrimos. Se llamaba así porque hacíamos exposiciones de fotos y de cuadros. Recuerdo que Rafa Díaz, el fotógrafo de Efe, hizo alguna.
–¿Te habría gustado dedicarte profesionalmente a la música?
–No buscábamos hacer nada comercial, pero no había grupos de nuestro gusto en Málaga y por eso lo creamos. Si hubiéramos tenido éxito comercial, pues a lo mejor… pero la música es un mundo complicado y hay muy poca gente que viva de ella. Grabamos un LP, 'Todo para ti', que vendió todas las copias y hoy es un disco de culto. Con eso nos conformamos.
–Con Elena, tu mujer, abriste una tienda de ropa…
Una tienda en una esquina de Larios con ropa de jóvenes diseñadores: David Delfín, Ailanto (la marca de moda fundada por Iñaki y Aitor Muñoz), Ben Sherman y marcas inglesas
–Compaginaba el bar con una empresa de pintura de obras de construcción que tenía mi padre. A lo mejor me acostaba a las 4 de la mañana y a las 8 de la mañana tenía que ir a trabajar y yo quería hacer otra cosa. Un amigo que había estudiado en Saint Martins, en Londres, nos planteó montar una tienda con ropa de jóvenes diseñadores, con David Delfín, Ailanto (la marca de moda fundada por Iñaki y Aitor Muñoz).. y traíamos ropa de Inglaterra, Ben Sherman. Fuimos a la Madrid Fashion Week, donde presentaban los jóvenes diseñadores sus colecciones, hablamos con ellos y abrimos una tienda en una esquina de la calle Larios, pero duró poco. Mi mujer se quedó embarazada y entre el alquiler y que los jóvenes diseñadores eran todavía desconocidos en Málaga…
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«Seré un bicho raro, pero he sufrido la Málaga de los 80 y de los 90; cuando yo tenía mi bar en la calle Granada, que abría a mediodía, por la calle no pasaban ni los perros, no pasaba ni Dios, eso era un desierto, daba pena»
–Publicaste un libro que se titula Málaga es mi ciudad, que es el título de una de las canciones de Agentes Secretos. Málaga está ahora muy cambiada, ¿la sigues reconociendo como tu ciudad?
–Sí. Además yo seré un bicho raro, pero como he sufrido la Málaga de los 80 y de los 90, y he abierto bares, tiendas y he montado negocios… cuando yo tenía mi bar en la calle Granada, que abría a mediodía, por la calle no pasaban ni los perros, no pasaba ni Dios, eso era un desierto, daba pena. Y ahora paso por allí y prácticamente tengo que ir empujando con los codos a la gente.
–¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de la Málaga de ahora?
–Lo que más me gusta es que puedes ir orgulloso a cualquier sitio a decir que eres de Málaga. Ser de Málaga hoy en día o vivir en Málaga está muy valorado en todo el mundo. El inconveniente es que cuando todo el mundo quiere venir a vivir a Málaga se complica un poco conseguir la vivienda, pero yo pocos defectos le veo, la verdad. Veo todo ventajas: antes había poca gente, las viviendas estaban baratas, pero tampoco se podían comprar porque no había trabajo, con lo cual, aunque costaran baratas nadie podía pagarlas. Ahora son caras porque ha subido el nivel económico, pero yo prefiero la Málaga que hay ahora a la Málaga que había entonces.
–Después de esos años con inquietudes más alternativas has tenido una vida bastantes convencional otros aspectos: te casaste muy joven y sigues casado, con dos hijos...
–Yo tenía 24 y mi mujer, 18.
«Ahora estoy con los bonsáis. Empecé en 2017 como un novato y tendré ya doscientos y pico en casa»
–¿Se ha acabado ya lo de hacer cosas nuevas?
–Yo es que me he adaptado al momento, pero siempre he tenido mis inquietudes. El libro que escribí, 'Málaga es mi ciudad', es hijo de la pandemia. Saqué dos ediciones y se agotaron. Ahora se puede encontrar en Amazon, pero en físico casi no me quedan ejemplares. Y me dedico a otras cosas. Ahora estoy con los bonsáis. Empecé en 2017 como un novato y tendré ya doscientos y pico en casa. Era algo que me atraía y, como tengo tiempo libre y una terraza grande, pues empecé a cultivarlos, porque te relaja mucho. Si compras un bonsái pequeñito tienen que pasar siete, ocho, diez años mínimo para que tenga una forma. Y con eso me entretengo. En primavera tengo que trasplantarlos casi todos: empiezo en enero y termino en marzo o abril trasplantando. Luego ya es más cuestión de regar y podar.
–¿Tienes también alguna mascota?
–Sí, mi hijo mayor quería un gato blanco con los ojos azules y se lo regalamos cuando cumplió 14 años. Ahora tenemos cuatro gatos. Ya ves, no quería gatos y al final el que me encargo soy yo.
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