
Secciones
Servicios
Destacamos
Fumigan las alcantarillas para acabar con las cucarachas, se meten en los escondrijos habituales de las ratas, se suben a tejados y azoteas para quitar nidos de gaviotas, retiran enjambres de abejas y están más que acostumbrados a lidiar en su día a día con pulgas, garrapatas y, por supuesto, moscas y mosquitos. Son los encargados de controlar las plagas de insectos, evitar que las cucarachas y los roedores campen a sus anchas y actuar contra cualquier otra especie cuya presencia pueda suponer un riesgo para la salud pública. Y este año tienen más trabajo de lo normal. En el Servicio de Vigilancia Sanitario-Ambiental del Ayuntamiento de Málaga llevan unas semanas más que intensas. Primero, porque la primavera tan lluviosa y de temperaturas suaves ha sido el caldo de cultivo ideal para la eclosión de numerosos insectos. Y segundo porque el confinamiento ha obligado a los roedores a salir en busca de alimento.
El resultado es que a las labores programadas de prevención y control que se realizan en todos los distritos de la ciudad se suma un incremento de las actuaciones solicitadas por los ciudadanos a través del teléfono gratuito 900 900 000 o el sistema de gestión de incidencias en la vía pública disponible en la aplicación móvil Málaga Funciona o en la web 'saic.malaga.eu'. «Procuramos atender lo más rápido posible todos los avisos que nos llegan, con un tiempo de respuesta de lunes a viernes de entre 24 y 48 horas», apunta Salvador Florido, que está al frente de este equipo municipal compuesto por otros cuatro funcionarios y que para los trabajos sobre el terreno cuenta con el despliegue de dos empresas especializadas: Andasur, que se encarga del control de plagas por un importe anual de 143.470 euros, y Athisa, que además de actuar contra los mosquitos en el entorno de la desembocadura del Guadalhorce también asume el control de aves por sendas facturas anuales de 51.575 y 31.948 euros, respectivamente.
En el primer semestre del año se han realizado un total de 2.085 actuaciones a demanda ciudadana. En este sentido, conviene tener presente que el Ayuntamiento sólo interviene sobre aquellas especies que puedan representar un riesgo para la salud y siempre que sea en vías y espacios públicos, solares y edificios de titularidad municipal.
A la cabeza, las ratas, que al margen de las tres campañas de prevención que se llevan a cabo cada año en los distritos llevan motivadas 798 intervenciones, seguidas de las cucarachas, con otras 442. «El mayor problema son las ratas porque influyen muchos factores que no controlas, como que se encuentren en solares privados en los que no podemos entrar. Las ratas pueden estar en cualquier lado, y también influye el civismo de la gente a la hora de tirar la basura», explica el coordinador de Andasur, Daniel Bueno, quien en relación a las recurrentes denuncias de partidos políticos sobre la presencia de ratas asegura que «no es que haya más ahora, sino que se mueven más porque durante el confinamiento se han generado menos residuos en la calle sino que además han aprovechado para ir a sus anchas». En cambio, las cucarachas sí que son más fáciles de atajar, ya que se concentran en las arquetas. En estos días se están completando las fumigaciones programadas en toda la ciudad, que arrancaron el 11 de mayo.
En cuanto a los mosquitos, el verano está siendo complicado, como lo de muestra el hecho de que las actuaciones se hayan duplicado respecto al año pasado (198 frente a 89). «Este año ha llovido más de lo normal y cualquier punto de agua se convierte en un foco de cría», comenta el responsable en la capital de la compañía jiennense Andasur.
Donde la situación lleva unas semanas más tranquila es en la desembocadura del Guadalhorce, gracias a la vigilancia permanente que se lleva a cabo desde 2016 a raíz de la plaga que trajo de cabeza a los vecinos del entorno. «El paraje es la zona de Málaga donde menos mosquitos hay porque se hace un disgnóstico continuo de forma semanal con puntos de control en toda la laguna para detectar larvas y trampas de captura en todo el entorno», se atreve a asegurar José Miguel Sánchez, que además de ser el coordinador del servicio de Athisa en Málaga es la persona que se encarga de comprobar cada semana la presencia de estos insectos en los alrededores del río. Sólo cuando se detectan larvas o una mayor población es cuando se despliegan varios equipos y se aplican larvicidas o se llevan a cabo fumigaciones.
Esta empresa granadina también tiene adjudicado desde hace años el servicio municipal de control de aves, aunque el próximo 1 de agosto expira su contrato y le tomará el relevo Adda Ops, con sede en Castellón. Su labor consiste, fundamentalmente, en poner freno a la población de palomas y tórtolas (sólo capturas) y de gaviotas mediante la retirada de nidos, huevos o pollos. «Se trata de evitar que lleguen a nacer, porque en cuento comienzan a volar no se puede hacer nada», explica Sánchez. En lo que va de año se han contabilizado 135 retiradas de huevos, otras 68 de nidos y 20 capturas de pollos de gaviota. Precisamente en esta época de cría es cuando estas aves se vuelven más agresivas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.