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Muchos sectores han descubierto en los últimos años este concepto y ahora lo utilizan de alguna manera para resaltar su capacidad de gestión. Resulta, por ... lo tanto, sintomático que exista una imagen poco nítida y algo difuminada sobre esta actividad. Algo que se refleja en la cantidad de definiciones y usos que permite la palabra logística. Una búsqueda en Internet ofrece más de dos millones de entradas. Para empezar, el concepto de logística tiene un hueco en muchos lugares en los que, de alguna manera, se produce el movimiento de mercancías o también de información. O una combinación de las dos cosas.
Para contemplar lo que es la logística en la práctica basta con un viaje a la calle Fernando Sor, en un polígono industrial de creación reciente, cerca del antiguo Centro de Transporte de Mercancías. Cuando en la calle aún reina la penumbra y el silencio solo se rompe por el rugido de los camiones, en el interior de un enorme edificio que resalta por encima del resto, se pone en marcha el engranaje de una plataforma de unos 40.000 metros cuadrados.
Los fríos números hablan de cuatro módulos de trabajo, 70 muelles de carga y 500 metros cuadrados para el control de temperatura. Los ojos perciben un enjambre de camiones de distinto tonelaje. Resalta el pitido de los grandes vehículos cuando tienen puesta la marcha atrás. Como una orca hambrienta que abre el hocico en busca de plancton, los remolques esperan a ser llenados de palés que portan desde alimentos a cualquier otro tipo de mercancía digna de ser movida por tierra, mar y aire.
Redur es el nombre de la empresa que, desde el año pasado, cuenta con unas nuevas instalaciones en las que ha centralizado toda la actividad que antes tenía repartida en varias naves de la ciudad. Gabriel Villalobos es el gerente general y una de las personas que recibe para mostrar cómo es y cómo funciona el día a día en un sector que no sabe de horarios, que nunca descansa y que es imprescindible para que el mundo no se pare.
Villalobos es algo más que un gerente al uso. Es algo más que un cargo. Es ejemplo de ese empresario que cree en una idea y, a partir de ahí, hace crecer un negocio hasta convertirlo en una referencia. También es un poco vieja escuela. Todavía da la mano apretando con fuerza y rehúye de protagonismos. «Yo no quiero salir en las fotos», advierte desde el principio. Aunque su hija, Nuria, que también trabaja en la empresa, le logra convencer más tarde.
«Esto no se parece en nada a cuando empecé», recuerda. El empezar, en su caso, son varias décadas atrás, cuando alquiló una pequeña nave y, con otro trabajador, empezó a mover mercancía de un lado a otro. Cuando Gabriel, un hombre hecho a sí mismo, habla de sus inicios parece que lo hace de un mundo todavía en blanco y negro. Mucho ha cambiado desde entonces, aunque no tanto en la esencia. El transporte físico de la mercancía es el mismo. Un camión llega y se pone en marcha para llevar la carga del punto A al punto B.
Donde se ha revolucionado todo es en el flujo de información y en cómo ésta se procesa. El cliente tiene que poder entender, en todo momento, cómo y por dónde va su mercancía. Esta transparencia añade presión y exige capacidad de reacción cuando alguna vez se tuerce algo por el camino. Si antes se rellenaban a mano los documentos de porte, ahora se utilizan modernos escáner para el registro de la mercancía. Los datos que son leídos a través de los códigos de barra se transfieren de forma directa al sistema.
Un ejército de operarios mueve los palés que hay en la nave según las necesidades. Los que son más pesados requieren del uso de unas carretillas gigantes, que se adentran en enormes pasillos. Una vez posicionadas, el resto lo hace un sistema automático que se guía por GPS.
Lo que suena sencillo es una tarea que requiere destreza. Lo sabe el sobrino de Gabriel, que se llama igual que él. «Tienes que poner todos los sentidos para almacenar la mercancía», resalta. Si se trata de mercancía peligrosa, hacen falta conocimientos específicos. Si la carga sale de España, se necesita más sabiduría. Una sorpresa indeseada en la aduana puede salir muy caro y retener el producto. En el sector cuenta cada minuto. Las relaciones con los clientes pueden ser muy volátiles. En Redur siempre están abiertos a ampliar su cartera.
Para conocer los entresijos del negocio, toma otra vez la palabra el gerente. «Si no aplicas la tecnología estás perdido, no puedes competir», resalta. Ahora lo que pide la mayoría es una solución integral. Eso significa que Redur se hace cargo del almacenaje y de todas las necesidades que plantea el cliente. «Nosotros, de entrada, nunca decimos no a nada. Al revés, nos gusta ofrecer al cliente un traje a medida. Que se siente con nosotros y nos diga lo que necesita. Ya vemos luego qué solución le podemos ofrecer», detalla.
El sector no ha gozado siempre de la mejor reputación. Algo que empezó a cambiar con el coronavirus. Una oportunidad para dejar claro que la logística es imprescindible. Esencial. Si se para, para también el mundo. «Es un sector que siempre está en movimiento», precisa Villalobos. A la vez, un sector en el que se puede hacer carrera. Las condiciones laborales han mejorado mucho en los últimos años.
Grandes supermercados, empresas de electrónica o fabricantes de ropa confían en Redur para que se mueva lo que producen y para que llegue en tiempo. Los camiones que entran y salen son prueba de ello.
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