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En mitad de la oscuridad, sin electricidad ni, en muchos casos, agua, la hostelería jugó ayer un papel fundamental. A pesar del gran apagón, muchos bares y restaurantes abrieron sus puertas -al menos hasta primeras horas de la tarde- en un intento de atender a los vecinos y turistas que había por toda la ciudad. Este martes, un poco más tranquilos, tratan de recuperar la calma y hacer balance de daños.
Las pérdidas -apuntan- han sido importantes, ya que prácticamente muchos de los productos que tenían en los refrigeradores se han estropeado. Por contra, lo que había en los congeladores han podido salvarlo porque la interrupción en el suministro no ha llegado a afectar a la comida.
Salvatore Ciliberti, propietario de un bar en la céntrica plaza de las Flores, recuerda que ellos estuvieron abiertos hasta las cinco de la tarde aproximadamente sirviendo bocadillos, ensaladas y bebidas. «Tuvimos que cerrar porque no teníamos agua y ya no nos quedaban vasos», explica. Hoy, desde primera hora, ya trabajan con normalidad pese a tener algunos problemas iniciales con el datafono. «Tendremos que acostumbrarnos a llevar dinero en metálico».
En la misma plaza, Diego René, propietario de los restaurantes Beluga y Kraken prepara a esa hora el servicio de mediodía. Ellos ni pudieron abrir ayer en todo el día, aunque al menos no han tenido que lamentar pérdidas económicas. Diego participó ayer en el evento Chefs for Children en Benahavís y cuando terminó se fue directo a la plaza. «Estuve hasta que volvió la luz a las tres de la mañana porque no podíamos cerrar una corredera».
En el mismo entorno del Centro, el propietario del restaurante Benjamín y presidente de la asociación de hosteleros, Javier Frutos, detalla que ayer estuvo hasta las 20 horas en el local esperando a que volviera la luz, pero se marcharon porque fue imposible dar el servicio de cenas. «A esas horas ya había luz en algunas calles, pero la mayoría del Centro daba miedo por lo oscuridad que había».
Cuestionado por las pérdidas, considera que no han sido muy cuantiosas porque los productos congelados han aguantado. «Las mayores pérdidas han sido por no poder trabajar con normalidad durante toda la jornada». Pese a ello, asegura que el sector al completo ha jugado un papel fundamental. «Aunque no había luz decidimos abrir para atender a las personas que había en la calle y que no sabían dónde ir».
Otro que también decidió mantener abiertas sus puertas fue la cafetería Élite, en el Soho. Ellos estuvieron trabajando hasta que se quedaron sin productos frescos. «Vendimos muchas ensaladas y quiches; aunque estábamos a oscuras pudimos trabajar bien». Como los anteriores, no han perdido mercancía porque todo lo tenían en los congeladores. «Los congeladores profesionales son muy potentes y no hay problemas por eso», resumen.
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