Dentro de la cárcel de Archidona, la de la «famosa piscina»
El penal, que antes de este uso fue empleado como centro de internamiento de extranjeros, es uno de los más modernos del país, referente de los construidos con el 'modelo tipo'; una mini ciudad con completos servicios para los reclusos
El Centro Penitenciario Málaga II, abierto en 2018, está en un páramo. Unos cinco kilómetros lo separan de Villanueva del Trabuco y casi 7 ... de la famosa plaza Ochavada de Archidona, a cuyo término municipal pertenece.
Publicidad
En medio del descampando descomunal en el que se construyó, las dimensiones mastodónticas del centro de internamiento no se aprecian realmente, pero, de cerca, queda claro que la cárcel es enorme. Ocupa, según Interior, un terreno edificado de 102.232 metros cuadrados, en una parcela de más de 361.000. Son 1.008 celdas y otras 186 complementarias que, sin embargo, no están «aprovechadas».
Noticia relacionada
«Llevo más de 500 libros desde que estoy en prisión»
La población presidiaria es de 420 personas, repartidas en 4 módulos, que son los suficientes para este censo, por lo que otros están sin uso, tal y como apunta el director, Andrés Enríquez Narváez. Por supuesto, el complejo está rodeado de altos muros, pero llama la atención que, a diferencia de otros, no tiene una torre vigía.
Los y las funcionarias de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias son 210. A los gestores de este tipo de servicios los nombra el Gobierno para la plaza; la plantilla solicita el destino, a la espera de que le sea asignado, si es que les interesa y, en este caso, Archidona suele ser «de paso», por encontrarse a una distancia razonable de capitales como Sevilla, Córdoba o Granada.
Publicidad
Como un supermercado
Si uno goza de libertad, para poder pisar dentro de Málaga II hay que detenerse, en primer lugar, en una garita a pie de carretera.
Solo se accede si el personal de seguridad tiene en su lista el Documento Nacional de Identidad del que quiere entrar.
Franqueado el primer paso, el principal aparcamiento de visitantes, con gran capacidad y sin sombra, está a la derecha. Hay que caminar hasta el segundo control, dispuesto en un edificio, con una llamativa cristalera, que hace de amplio recibidor. Hay taquillas, como las de los supermercados, con una llave que solo funciona si se introduce una moneda. En los receptáculos se depositan las pertenencias, prácticamente todas, en especial, los teléfonos; entre rejas, hay que deambular ligero, por si algo se extraviara.
Publicidad
Completado este trámite, un punto de verificación más, para aportar otra vez la filiación y explicar el motivo de la presencia. Lo siguiente es pasar un detector de metales; aquello que puede portarse, previo visto bueno, es revisado con Rayos-X. Por fin, llegan las robustas puertas correderas.
Es significativa la amplitud, dentro de las circunstancias, como protagonista del edificio, con una arquitectura que responde a los criterios del denominado 'centro tipo', como apunta el director.
Entre las principales innovaciones de este modelo, celdas con mayor tamaño, climatización y, en general, una concepción que organiza la cárcel como una especie de ciudad, pensada para adaptarse a distintas necesidades, conectada por espacios comunes, que, eso sí, que no se atraviesan así como así.
Publicidad
Triste historia
Los lugares compartidos son importantes. Uno de estos es «la famosa piscina», como la recuerda el personal de Málaga II.
La de la zona de baño es una historia curiosa, también triste, que sirvió para que la de Archidona hiciera que se olvidara la fama de la Prisión Provincial de Málaga, en Alhaurín de la Torre. Esta última, inaugurada hace 34 años, tuvo el honor, durante mucho tiempo, de ser uno de los recintos carcelarios más observados de España. Albergó a internos como Jesús Gil, Juan Antonio Roca, Marisol Yagüe, Isabel García Marcos, el asesino Tony King o el ya fallecido Julián Muñoz, que terminó trasladado al centro penitenciario de Jaén, al descubrirse una trama de otros reclusos que querían obtener imágenes suyas para venderlas.
Años después, el penal archidonés también vivió su «minuto de gloria», no por albergar presos «ilustres»; era por todo lo contrario.
Las instalaciones fueron objeto de incendiarios comentarios y hasta de rifirrafe político por su fallida inauguración. En una controvertida decisión, que hizo que las organizaciones humanitarias pusieran el grito en el cielo, el Gobierno de Rajoy trasladó al penal, que todavía no funcionaba como tal, a medio millar de migrantes en 2017. Para colmo, uno de ellos, joven, se suicidó al ahorcarse con una sábana en su celda.
Publicidad
Y hubo más, al conocerse las características de esta infraestructura, cundieron opiniones que trasladaban que era «una cárcel de lujo» por contar con gimnasio, auditorio con instrumentos musicales, servicios médicos o la célebre piscina. «Ahora, el foco mediático está en Soto del Real», se bromea. Por allí han pasado Bárcenas, Rato, los condenados del Procés o, el último en llegar, el ex número 3 del PSOE, Santos Cerdán.
Pero lo cierto es que, la de Archidona, aunque con una edificación ejemplar, no es tan inusual; es de las últimas del país, pero hay más recintos penitenciarios de su estilo, como el de Algeciras, el Puerto III o Pamplona. Otros anteriores también cuentan con equipamientos similares.
Noticia Patrocinada
Un foso
Siguiendo con el recorrido de esta prisión, a continuación de la puerta principal y del área de administración y dirección, una pasarela conduce al lugar en el que residen los habitantes de este alojamiento temporal y obligado. El puente salva una suerte de foso; no hay agua como en los castillos medievales, discurre un carril por el que se mueve en rondín un vehículo patrulla de la Guardia Civil.
En ese escenario, a la derecha si se mira desde el camino de ingreso, hay un azulejo de dimensiones importantes con el escudo de Instituciones Penitenciarias. Está en restauración, pero son visibles sus elementos, recogidos en orden ministerial: la espada que apunta hacia abajo, símbolo de autoridad; la rueda dentada, en alusión al trabajo penitenciario; unos ramos de palma y roble y la corona, representación del Estado. Ese mismo emblema luce en la pechera de la uniformidad de la plantilla, renovada en 2024 y similar al de la Policía Nacional; tiene un solo tono, no como el anterior, que combinaba el azul claro de las camisas y el negro de los pantalones.
Publicidad
Artículo 25.2
Tras atravesar el paso elevado, aparece una plaza, con más metros cuadrados que muchas extramuros, que conduce a los módulos (no incluidos en esta visita), el más complicado es el XIX, por quienes allí cumplen condena.
En el conjunto, sobresale el bloque sociocultural y deportivo, «muy necesario», apostilla el director.
El de Málaga II es un ecosistema singular en el que impera el artículo 25.2, incluido en el Capítulo II, Derechos y Libertades de la Constitución, que reza así: «Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este Capítulo, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social y al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad».
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión